Hoy como cada día, una nueva escena de vuestros mutantes favoritos
X-MEN 5Capitulo 11Fabián Cortez se paseaba rápido de un lado con las manos a atrás en una de las dependencias personales de Magneto. De vez en cuando, miraba a su señor, que revisaba ciertos papeles sobre su escritorio.
Magneto levantó la vista ante el incipiente nerviosismo de su asesor personal.
MAGNETO: Cortez, como sigas así me vas a poner nervioso a mi también. ¿Qué te preocupa?
CORTEZ: Perdón, mi Señor, pero ¿es que no lo ve? Podíamos haber mantenido en silencio la existencia de Genosha, ahora todas las potencias mundiales amenazan con empezar una Guerra Mundial.
MAGNETO: ¿Ah sí? ¿Y con que armas?
CORTEZ: ¿Ha odio hablar de la Guerra Nuclear? Contra eso no podremos…
MAGNETO: Cortez, esta mañana he ido a visitar una clase en la que hay veinte alumnos que superan con creces la fuerza de cien cabezas nucleares. ¿Crees que me preocupa mucho?
Cortez no contesta, sabe que ha metido la pata hasta el fondo.
MAGNETO: Y ahora, querido camarada, tengo preocupaciones mayores que las simples amenazas de cuatro viejos políticos. Hace tiempo que alguien nos vigila.
CORTEZ: ¿Ese mutante con el que se ha reunido un par de veces?
MAGNETO: Ese es su perro fardero, Ozymandias.
CORTEZ: ¿Y qué quiere exactamente?
MAGNETO: Una alianza, pero sus ojos son traicioneros, no daré un paso en firme hasta que Genosha y sus habitantes se consoliden como nación.
CORTEZ: ¿Qué me dice de Sebastian Shaw y su Club Fuego Infernal?
MAGNETO: Por ahora les he permitido que instalen uno de sus locales aquí, pero no creo que quieran mi beneficencia sólo para abrir clubs de striptease. (Se levanta) Reúne a tus Acólitos y a mi Hermandad en la sala de reuniones en dos horas.
Cuando Magneto sale de la sala y cierra la puerta, Cortez le hace una mueca, se sienta en el sillón de Magneto y lo gira para quedar de frente a la panorámica de Genosha, como ocupando el lugar de su señor.
CORTEZ: Como tú digas, Erik.
Capitulo 12Los niños de la mansión jugaban en el jardín bajo la atenta mirada de los Centinelas. Aquella no era una mañana como las demás, todos, en cierto modo se sentían intimidados.
Tormenta y Jean miraban a uno de ellos.
TORMENTA: ¿Crees que habrá alguien dentro?
JEAN: No lo sé.
TORMENTA: Te echo un vuelo para averiguarlo.
JEAN: Te concedo ese honor.
TORMENTA: ¿Y eso? (la mira extrañada)
JEAN: Ya no vuelo. Me pesa demasiado la barriga.
Las dos ríen con ganas.
JEAN: Bueno, ¿en serio no vas a comprobarlo?
Tormenta la mira desafiante y se eleva en vuelo hasta acercarse a la cabeza del Centinela, intenta mirar por los ojos, pero son totalmente opacos y no dejan ver nada.
Dentro de la cabina, los dos ingenieros del Centinela ven a Tormenta mirando a través del cristal unidireccional a menos de un metro de ellos. Se regocijan en la vista que les muestra la mutante y en el hecho de saber que ella no puede verlos.
Tormenta se cansa de mirar y vuelve a bajar.
TORMENTA: Nada.
JEAN: En ese (señala al Centinela que Ororo estaba investigando), hay dos ingenieros. Uno de ellos es Bob Pesci, tiene 42 años, mujer y tres hijos, y cree que su trabajo está mal pagado para tener dos master y 800 horas de vuelo. El otro se llama Roy Dreyfuss, tiene 31 años. No está casado, pero no le importaría hacerlo contigo.
TORMENTA: (la mira asombrada) ¿Cómo lo haces?
JEAN: El Fénix lo ve todo.
TORMENTA: ¿Y qué ves en mi?
JEAN: ‘Ro… no creo que sea lo mejor leer tus pensamientos.
TORMENTA: Pero sin duda ya lo habrás hecho.
JEAN: Eso sería ir en contra de mi ética.
TORMENTA: Sin embargo dijiste que a veces no podías controlarlos, ¿qué ves en esos momentos?
JEAN: (suspira) ¿De verdad quieres saberlo?
TORMENTA: En verdad no, pero lo necesito.
JEAN: Te da miedo el pensar que con Scott ahora al cargo de la escuela las responsabilidades del equipo recaerán más sobre ti, y no estas segura de estar a la altura. Quieres que vuelva el Profesor, sin él aquí te sientes perdida. Día a día superas tu pánico a los espacios cerrados, pero aún por las noches sudas pensando que las paredes de tu habitación se ciernen sobre ti. Y… estas enamorada de Logan, y por ello estas empezando a odiarme.
Tormenta calla. Se da la vuelta y mira a unos niños que juegan.
TORMENTA: ¿Quién no te tiene envidia? Mírate. Todos aquí te quieren.
JEAN: A ti también.
TORMENTA: No es lo mismo. Siempre fuiste la favorita del Profesor, eras como su hija, e incluso creo que sentía por ti mucho más de lo que todos creemos. Hank siempre te adoró, cuando éramos jóvenes se pasaba el día detrás de ti, como un perro babeando, y tú ni siquiera te dabas cuenta. Scott y Logan están enamorados de ti… ¡Incluso los niños prefieren tus clases de biología antes que las mías de historia! (con los ojos brillantes y apunto de brotar lágrimas)
JEAN: ‘Ro…
TORMENTA: Jean, eres mi mejor amiga, y te quiero. Pero no puedo continuar así, y tal vez deberías decirle a Scott que cuando las cosas se relajen aquí presentaré mi dimisión.
Se aleja para meterse en la mansión, dejando a Jean sin habla en el jardín.