Sorprender está sobrevalorado. McFarlane y Liefeld sorprendieron en su momento, Mucho. Y muchos cayeron en las redes (PUN INTENDED) de su hipnosis colectiva. Hoy día alguno queda por ahí, pero cualquiera que haya aprendido algo sobre lo que es un dibujo decente sabe que muchas veces lo rompedor no es más que una pantalla de humo para tapar carencias. También en literatura y en los tebeos. EN arquitectura, en pintura.
No es el caso de Watchmen que nunca sorprendió demasiado, más allá de hacer ver a la intelectualidad imperante en el momento de que los comics podían ser adultos y estar bien escritos. Y eso hoy día se percibe igualmente. Muy copiado, con mayor o menor mano, jamás igualado.