Los saldos, rebajas y promociones son una solución a corto plazo. Aunque todos los agradecemos de primeras como clientes, a medio y largo plazo aumentan la desconfianza en la editorial del comprador habitual ("me están estafando, se creen que soy tonto si pago caro y luego lo ponen de saldo", "para que lo voy a comprar de primeras, si dentro de x tiempo lo voy a tener más barato>"; "si saldan esto, es señal que van mal y a lo mejor me cortan mi colección, me bajo antes de que me tiren"...) y devalúan los productos para el comprador ocasional ("para que voy a comprar la novedad cara, si al lado tengo el pack oferta 2x1, compro lo barato y me dejo lo caro" con lo cual no se arregla nada).
Los saldos ideales son los que no van dirigidos al comprador o al canal habitual, que se vendan buscando clientes diferentes. Comercializarlos únicamente fuera del circuito habitual de las librerías especializadas: en supermercados, en librerías y ferias de lance, en tiendas de saldos y outlet tipo Bibliostock. Al final, los interesados los buscaremos y picaremos, pero nunca hay que poner los saldos junto a las novedades, es un error.
O sacarlos de España, como se ha hecho muchas veces los restos de almacén han acabado en América Latina, o el saldo de ECC a través de Amazon Italia.
