Muchas gracias por la reseña, Job
Yo coincido a grandes rasgos contigo. Es una miniserie un poco insulsa. El hecho de que Stern ni siquiera llegara a terminarla, pasándole el testigo al propio Jim Shooter, da mucho que decir. Si tú venías de Los Vengadores de Stern, yo venía de Claremont haciendo a los mutantes, así que mi decepción fue absoluta cuando la leí por primera vez. Tal vez si vienes de la cabecera mutante esta serie tenga más chicha en el argumento, aunque, en general, hay que reconocer que el anterior Juicio de Magneto está más o menos resumido en estas páginas.
Voy a comentar lo que me ha parecido interesante, porque lo demás, como bien dice Job, tampoco merece mucho más que decir. Y es lo relativo a Magneto. Por partes:
Lo de la trama del microchip metido en el casco que le permite manipular mentes me parece muy traído por los pelos y rozando lo ridículo. Además, los que hemos leído los mutantes desde el principio sabemos que, en sus primeras andaduras, se decía que el poder mental de Magneto era tal, que solo el de Xavier le superaba. Este poder mental fue reduciéndose progresivamente hasta quedar en nada con el paso del tiempo. Y aunque tal cosa me parece acertada, hay que decir que con lo del microchip del casco se presentaba una buena excusa para explicar por qué Magneto tenía poderes mentales al principio y luego deja de tenerlos. Sin embargo, aquí se dice que Magneto ha fabricado un chip, que tenía guardado en su asteroide y que nunca antes había utilizado. Una pena que nadie supiera ver las posibilidades de anudar las tramas primerizas con lo del casco lector de mentes
Aunque coincido con Job en que el final se hace raruno y precipitado, creo que es Shooter el que hace el trabajo más o menos interesante. La moraleja es que, cuando se utiliza un mal para hacer un bien, nunca sabes si mereció la pena. Magneto utiliza el casco lee-mentes dos veces: la segunda es para manipular a un juez que cree racista con los mutantes, para hacer que sea absuelto. Sin embargo, Eric nunca llega a saber qué habría decidido el juez. Y, suponiendo que quiere provocar una condena para soliviantar a los mutantes en contra de la humanidad, le hace absolverle. Sin embargo, dos cosas: 1) A lo mejor el juez le habría absuelto de todas formas; 2) Ahora son los humanos los que están soliviantados contra los mutantes por lo que consideran una decisión injusta. Y es con esta duda, la de si se ha hecho más mal que bien, que acaba la miniserie.
Es tal vez lo más meritorio. Como también lo es la primera vez que Magneto usa el casco, para limpiar de "odio antimutante" al mismo Capitán América. Al paladín de la virtud, al adalid de la rectitud. Pero seguro que también odiará a los mutantes en el fondo de su alma ¿verdad? Vamos a dejar al Capi con el culo al aire sacándole las vergüenzas. Y resulta que no, que el Capitán, oh mi Capitán, no tiene ningún resquicio de odio.
Estos dos usos del casco nos dicen mucho de la personalidad de Magneto: Magneto es malo y sufre porque es desconfiado, después de las putadas que le han hecho. Pero no, estimado público, hay que volver a confiar en las personas. Una buena moraleja, sin duda, que sabe leer bien al personaje. Sin embargo, el problema es que este cómic tiene un ritmo muy mejorable: lento las más de las veces y atropellado hacia el final. Aunque bueno, tal vez resuelve el cabo suelto del primer juicio de Magneto, que quedó su responsabilidad sin depurar y aquí se cierra definitivamente el tema de las muertes del Leningrado, aunque con trampa y mala conciencia.
No molesta leerlo, pero la miniserie, sinceramente, no es gran cosa.