Este es el enlace al podcast de
Normaland monográfico dedicado a
Patos. No tiene desperdicio pero si queréis escuchar lo que comenta
Elisa McCausland y que transcribo a continuacion está al final del podcast sobre el minuto 22. También intervienen el editor Arnau Paris junto a otros compañeros de Norma, así como la bibliotecaria Olga Cuadrado, la librera Sílvia Aym y se pone voz a una entrevista a Kate Beaton
https://www.ivoox.com/normaland-episodio-31-patos-audios-mp3_rf_103352951_1.htmlA propósito de
Patos: dos años en las arenas petrolíferas de
Kate Beaton (Por
Elisa McCausland -transcrito de NORMALAND | Episodio 31 | Patos)
[...]Esta obra hay que entenderla en sus propias claves, en este caso en el contexto canadiense de una época muy determinada, entre 2005 y 2008 y una generación, por cierto la misma que la mía, […] que éramos en esa época conscientes hasta cierto punto. No manejábamos discursos que a día de hoy son especialmente evidentes y orgánicos, pero lo más importante, y yo creo que además lo recoge muy bien en el comic, es que nos dejábamos mover por una inercia que la gran crisis del 2008 rompió, y claro de aquellos lodos, los movimientos sociales posteriores, la conciencia feminista, ecologista… Estamos hablando de herramientas de discursos y también de cambios tecnológicos como son las redes sociales que no habían sucedido en el contexto de este comic, y es por eso que hacen de este tebeo un artefacto complejo, te diría que extraño y a la vez contiene dinámicas tan conocidas, tan interiorizadas… no sé si decir tan universales…
Se mueve entre el ensayo y la crónica, una crónica propia, de vida. Me gusta su estructura de capítulos, su presentación del mapa de interacciones, porque nos habla de que familia, trabajo… De que todas las relaciones están codificadas desde el principio. Relaciones de poder.
También es crónica y ensayo de un momento muy determinado los primeros 2.000 justo antes de la gran recesión en lo laboral y aspiracional para toda una generación, ese desnorte de quien ha estudiado letras pero ha de ganar dinero en un entorno de clase trabajadora y familia de hermanas.
Es difícil no identificarse con ese zorro de tres patas al que Beaton aleja. La equiparación de cielo y paisajes industriales y los detalles de mujeres cuidando de mujeres en entornos hostiles en los que las circunstancias parecen ser excusa idónea para la normalización de violencia y acoso laboral. La aventura de saber quién eres en circunstancias extremas.
De definirse, de definirnos. De la búsqueda del respeto de los compañeros, “ser uno de los chicos” dice Beaton, pero sin dejar de ser ella. Pero claro, aquí estamos hablando también de este factor generacional. Una compañera le dice a Beaton aquello de “cariño, es igual en todas partes”. Yo diría que incluso en todos los momentos y es verdad, es cierto, no lo dudamos. El abuso y la violación como norma de género más o menos sofisticada y de la que nadie te puede proteger, tampoco tú misma. O sí.
Y sobre todo las otras, las colegas, las compañeras, las hermanas, la fuerza sorora. Kate Beaton nos habla de cómo funciona todo y de que todos saben cómo funciona y nadie hace nada. Y digo todos, todas también, pero todos.
Hay un despertar a lo que supone este constructo, esta trampa también para los hombres. La dinámica de las masculinidades en función de la humillación, del poder sobre los demás, aquello que llamamos ser normal, padres, amigos, novios… No es casual que este cómic termine como termina. Kate beaton sabe que requiere de mucho trabajo ser leal a una misma y a las compañeras. La inercia juega en nuestra contra. Siempre.