Los Vengadores: Omnigold 6: La Era de Mantis (1973-1975) Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-los-vengadores-omnigold-6-la-era-de-mantis-1973-1975/En el tramo final del anterior tomo, de los que recopilan la colección de los Vengadores, tenía lugar el inicio de la larguísima etapa guionizada por Steve Englehart. Un inicio bastante desastroso en muchos sentidos.
El tomo que nos ocupa, el sexto, recoge por entero un segundo tramo de la etapa Englehart. Quedando todavía una tercera parte de la etapa que veremos editada en el séptimo volumen.
Vengadores Vs. Defensores.Aprovechando que Steve Englehart también era el guionista de los Defensores en ese momento, se le ocurrió realizar un crossover entre ambos grupos que se alargaría durante seis números y dos prólogos, a partes iguales entre ambas series.
La premisa es muy buena. Tiene que ver con la recuperación del alma y el cuerpo del Caballero Negro, mientras que una alianza entre Dormammu y Loki es el detonante. Englehart vuelve a echar mano de una de sus prácticas favoritas: la recuperación de objetos, ideas o personajes del pasado lejano de Marvel, de los que ya nadie se acuerda. El premio esta vez corresponde al Ojo del Mal, que tuvo sus quince segundos de gloria en la serie de los 4 Fantásticos allá a mediados de los 60.
La idea da para toneladas de entretenimiento. El Ojo del Mal fue dividido en seis partes escondidas en seis emplazamientos a los que se deben desplazar los seis Defensores. Allí, cada uno de ellos se enfrentará a uno o dos del total de ocho Vengadores.
Por desgracia, el desarrollo del arco no está a la altura de las expectativas iniciales. Milagrosa localización de los objetos nada más llegar y sarta de mamporros entre los impulsivos oponentes de ambos grupos. De hecho, hasta el penúltimo combate, entre Namor y el Capitán América, nadie es capaz de preguntar ni dar explicaciones. Ni antes ni después de empezar a repartir.
La empresa termina en un todos contra Dormammu en su propio reino. Un buen final para la epopeya.
El desenlace trae la aparición del Vigilante, que francamente no aporta nada. Parece evidente que su uso es funcional con el objeto de satisfacer otra de las aficiones de Englehart, los textos explicativos finales. Por aquello de los posibles cabos sueltos o incomprensiones varias.
En lo que respecta a la parte gráfica, de cada colección se encarga el dibujante titular en ese momento. Bob Brown para los Vengadores y Sal Buscema para los Defensores. Buscema se merienda a Brown tres veces.
Englehart progresa adecuadamente.La colección vuelve a la normalidad sin acabar de contar con un equipo estable en el apartado gráfico.
Los primeros números a partir de aquí sí que comparten dibujantes, pero la explosiva combinación consiste en Bob Brown siendo entintado por Don Heck, ni más ni menos. A la postre, el resultado no llega a ser tan desastroso como cabía esperar, pero tampoco es bueno.
Empezamos con un número simpático sin más. El grupo cae ingenuamente en la trampa del Coleccionista pese a haber sido advertidos por Mantis.
Y a continuación tenemos la primera gran saga, dejando aparte el crossover con los Defensores, la del Zodiaco.
Es aquí donde las cosas empiezan a cambiar. Para bien.
La saga empieza sin apenas evolución. La base argumental no es precisamente profunda, por no hablar del infantilismo de los diálogos. Pero la trama, más que nada por la seductora banda criminal del Zodiaco y el juego que proporcionan sus conflictos internos, tiene su atractivo.
La banda, comandada esta vez por Tauro, es una verdadera olla de grillos. Traiciones, golpes de estado, trampas y hasta uno de sus integrantes que se pasa al otro bando.
A ello hay que sumar, en el lado de los buenos, el interés creciente por el frágil estado mental de algunos de los Vengadores. Especialmente la Visión, la Bruja Escarlata, el Espadachín y Mantis, que se ven envueltos en un mismo cóctel de celos, desconfianza y hostilidad. A la postre, personalidades muy bien desarrolladas por parte de Englehart.
Cabe resaltar la figura de Mantis como personaje sobre el que empieza a girar el grueso argumental. Un personaje con luces y sombras incapaz de recordar su pasado. Un pasado ligado a los Monjes de Pama, una comunidad residente en Vietnam, y que se encuentra con un inesperado padre al que no reconoce como tal.
La saga sube enteros a medida que va avanzando, en una apuesta por el entretenimiento bien entendido como eficiente bote salvavidas. No faltan amenazas un tanto delirantes, como aniquilar a todos los géminis del planeta con un rayo astral por parte del Zodiaco, y varios golpes de efecto relativos a identidades secretas y parentesco.
Digamos que la primera mitad de la saga es un tirar para adelante sin pararse a pensar en la coherencia de los actos. Es un ir directamente al grano, marca de la casa Englehart.
Pero no es menos cierto que el cúmulo de sorpresas, batallas y escenarios hacen de la saga cualquier cosa menos aburrida. Además, John Buscema contribuye a la mejora ocupándose de dos números salteados.
La evolución positiva de Englehart como escritor queda confirmado en el tramo final, cuando la escena se traslada a Saigón.
Los Vengadores se alían con el Zodiaco para derrotar a la definitiva amenaza, el Cazador Estelar. Un ser de otro mundo con forma de dragón. Un desenlace emocionante y divertido.
Tras la extensa saga del Zodiaco nos encontramos con una serie de historias algo más modestas, también interesantes.
Otro número dibujado por el gran Buscema que repercute en la saga de Thanos de Jim Starlin, aunque sólo de forma tangencial.
De nuevo con Bob Brown al lápiz, un arco en el que el grupo se enfrenta a un ofendido Klaw, en alianza con Solarr, con claro mensaje antiracista. Bien sin más.
Y el primer Giant-Size Avengers, que ni siquiera está guionizado por Englehart.
Se trata de una historia autoconclusiva a cargo de Roy Thomas y un Rich Buckler en su versión mala. Pese al pobre dibujo no está nada mal, y es especialmente relevante para el pasado de la Bruja Escarlata y Mercurio. El origen de los hermanos mutantes queda asociado a Wundagore, el monte ficticio donde reside el Alto Evolucionador. El Zumbador y Miss América, veteranos superhéroes de la Golden Age, se significan como padres de Wanda y Pietro, mientras que uno de los Nuevos Hombres de Wundagore fue quien los crió.
Los Vengadores, como colección vertebral del Universo Marvel, merece una especial atención a lo que va acaeciendo en el resto de series. Eso es algo que Englehart entiende a la perfección y que aquí queda manifiesto con las salidas del grupo del Capitán América y Pantera Negra para atender sus propios asuntos.
En este punto hay un cambio en el apartado gráfico, entrando el menor de los Buscema como dibujante estable.
La boda entre Pietro y Crystal en el refugio de los Inhumanos, al que se trasladan los Vengadores y los 4 Fantásticos como invitados, sirve de excusa para el siguiente arco, estructurado como crossover con la serie de los 4 Fantásticos.
La parte dedicada a las relaciones de buena parte de los protagonistas, con sus celos, fobias, dudas, etc, es lo peor llevado del arco, para mi gusto.
El interés se ve incrementado en el apartado de más pura acción. En la progresiva caída de algunos Vengadores y en la revelación de que Ultrón-7 está detrás de todo. También guardan interés algunas cuestiones a tratar en la colección de cuarteto, especialmente relativas a Franklin Richards.
El epílogo, con la celebración del enlace matrimonial, como era de esperar, nos ofrece las pertinentes dosis de pomposidad.
El crossover junto a la serie de los Cuatro Fantásticos trae consigo una importante consecuencia. Agatha Harkness deja de ser la educadora de Franklin Richards y pasa a ser la entrenadora de la Bruja Escarlata, con el fin de potenciar su creciente don para las artes místicas y la brujería.
La breve demostración del poder combinado de ambas brujas, que hacen frente a Necrodamus, también trae consigo una nueva página del serial entre Mantis y el Espadachín. Esta controversia, que también salpica a la otra pareja en el seno de los Vengadores, la formada por la Visión y la Bruja Escarlata, será uno de los principales centros de interés de la más ambiciosa saga de esta etapa guionzada por Steve Englehart, la Madonna Celestial.
La Saga de la Madonna Celestial.Estamos ante una de las más monumentales sagas de la Marvel de los 70. Por la dimensión de lo que abarca y por su extensión. Considero que es una saga dividida en tres actos, cada uno de ellos con su aparente conclusión.
Kang, el conquistador, sabe de la inminente llegada de la Madonna Celestial, la divinidad que debe dar vida al supremo. Así que regresa una vez más al nuestro presente con la intención de ser el padre del elegido y así gobernar el mundo.
Kang cree que la elección está entre la Bruja Escarlata, Mantis y Agatha Harkness, a quienes captura junto al resto de Vengadores, con la excepción del Espadachín.
La historia se asienta en un maltratado héroe, el Espadachín, al borde del colapso mental. Tratando de salvar a sus compañeros, pero también desesperado por demostrar su valía.
Y también en la siempre esencial dosis de acción y emoción que corresponde a un tebeo de Steve Englehart. Toda la parte en la que entran en acción los Macrobots me parece magnífica. Lo mismo que el jugueteo con la siempre fascinante temática relativa al antiguo Egipto, ya sea en el escenario del presente o en los flashbacks relatados por Rama-Tut.
Y, por supuesto, sin olvidarnos del emotivo y trágico final de esta primera parte.
Rama-Tut, por cierto, es una de las ayudas inesperadas con las que se encuentra el Espadachín. La otra es Ojo de Halcón, que certifica su regreso como Vengador.
Creo que la diferencia entre estos números y los que ocupan la parte final del anterior tomo es notable. El lenguaje usado pasa a ser mucho más maduro y las ideas que estructuran la historia la hacen emocionante. Es otro Steve Englehart.
La parte gráfica corresponde a Sal Buscema, ya como dibujante estable, quitando el Giant-Size 2, dibujado por Dave Cockrum.
Como dato bastante insólito, los Giant-Size 2, 3 y 4 de los Vengadores funcionan como números propios de la colección regular. Están totalmente integrados en la línea argumental, a diferencia de los Giant-Size correspondientes a otros personajes.
El segundo acto de la saga lleva a los Vengadores a Saigón, en busca del pasado de Mantis.
Tras un pequeño relato en que los Vengadores se topan con un grupo formado por la Dinamo Carmesí, el Hombre de Titanio, el Hombre Radiactivo y el Acuchillador, entra en escena la pieza que faltaba del trío de viajeros del tiempo, Immortus. Este misterioso personaje, capaz de controlar el tiempo, reina en el limbo. Dimensión donde se acaba desarrollando todo el acto.
El entretenimiento asegurado lo tenemos en la entrada de la Legión de los no Muertos. Se trata de un grupo de conocidos personajes ya fallecidos, de lo más variopinto, invocados por Kang para destruir a los Vengadores. Los seis elegidos son Frankenstein, el Hombre Maravilla, la Antorcha Humana original, Medianoche, el Espectro y el Barón Zemo.
Sin embargo, creo que la historia da un pequeño paso atrás en la evolución de Englehart. Las intenciones de los personajes no están tan bien definidas, aunque es posible que el problema sean los dos números en que Englehart cede el guión, no así el argumento, a Roy Thomas, uno de ellos el Giant-Size 3.
Pese a todo, esta aventura en el limbo es lo suficientemente entretenida.
De aquí pasamos al tercer y último tramo de la monumental Saga.
Immortus ofrece a la Visión y a Mantis un viaje a su pasado en busca de respuestas sobre sus identidades. Así que lo que nos encontramos son dos secuencias en imágenes narradas de forma simultánea, en un trabajo muy notable de Englehart.
La Visión observa cómo delante de sus ojos pasa toda su vida como si de una película se tratara. Su viaje no es más que un relato de origen, primero de la Antorcha original cuyo cuerpo habita, y finalmente de la propia Visión. Un relato en cuyo interés residen una sucesión de escenas desconocidas hasta ahora, todas muy bien acopladas a la mítica saga de la llegada de la Visión.
Pero el más fascinante de los dos viajes temporales es el que vive Mantis. La heroína de origen vietnamita observa su pasado acompañada de Thor, Iron Man y Ojo de Halcón.
Englehart y Sal Buscema organizan una apasionante historia que se remonta al origen de los kree, ni más ni menos. Una aventura fantástica de primer nivel donde descubrimos el origen de las hostilidades entre los kree y los skrull o el de la base lunar que luego pasaría a ser la residencia del Vigilante.
Englehart dibuja a los primigenios kree como los malos de la película. Una raza de primitivos bárbaros desalmados, en contraposición a los Cotati, unos seres vegetales con los que cohabitan en el mismo planeta. En un claro mensaje ecologista y antibelicista.
Por si fuera poco, en un trabajo de orfebrería encomiable, enlaza a la secuencia el origen del Cazador Estelar y también a los Monjes de Pama, que en realidad son descendientes de la comunidad rebelde pacifista de los kree.
La percepción que nos queda es que la crónica alrededor de Mantis lleva concebida desde los tiempos de la Saga del Zodiaco.
Ya de regreso al presente, los viajeros se encuentran con Libra, padre de Mantis, y un Espadachín espectral.
Pero la nueva vuelta de tuerca está en la incorporación de Dragón Lunar, que se suma a la fiesta. Resulta que las vidas de la terrestre residente en Titán y de Mantis han transcurrido en paralelo desde su nacimiento, al ser elegidas por los Cotati y los Monjes de Pama para convertirse en la Madonna Celestial. La nueva divinidad, el nuevo mesías, el ser humano perfecto en contraposición al mal, encarnado por los primitivos kree. Las connotaciones bíblicas creo que son evidentes.
Tras un penúltimo número dibujado por el mediocre George Tuska, la saga de la Madonna Celestial finaliza en el Giant-Size 4, contando con un nefasto Don Heck.
Resolución de saga un tanto decepcionante tras todo lo vivido. No me convence la inesperada incorporación de Dormammu, y falta explicación sobre lo que ha ocurrido con Wanda y Agatha Harkness, como si nos hubiéramos saltado un capítulo. O la endeble reaparición del propio Kang, que se deja engañar como un chiquillo.
Y luego está el Espadachín fantasmal. Resulta que es una especie de imagen astral de uno de los Cotati que viven plantados en el jardín de los monjes, que pretende llevarse al huerto, nunca mejor dicho, a Mantis. Conclusión, que la arrepentida Mantis en su trato al Espadachín, accede a casarse ¡con un árbol! Ya tiene mérito que Englehart haya aguantado tantos números sin honrarnos con una de sus clásicas idas de olla, pero es que esta es de las que dejan huella.
Todo termina en un ambiente festivo un poco acaramelado, con la doble unión matrimonial. Wanda y la Visión por un lado, y Mantis con el Cotati-Espadachín por el otro. Para acabar estos dos últimos desvaneciéndose en el reino de los cielos.
La Madonna Celestial alcanza, al fin, la divinidad.
Conclusión.Quizás, de todos los tomos de los Vengadores hasta este momento, éste sea el más disfrutable en su conjunto.
Lo mejor de la etapa de Steve Englehart está aquí. Concretamente desde la mitad de la saga del Zodiaco hasta casi el final del volumen. No todo este tramo esta a un nivel excelente, pero creo que la saga de la Madonna Celestial es quizás el mejor trabajo realizado por Englehart hasta el momento. Quitando, eso sí, la conclusión del mismo.
El primer tercio del tomo, incluido el crossover con los Defensores, es menos satisfactorio, sin ser malo, para nada.