Capitán América: Omnigold 4: ¡El Otro Capitán América! (1972-1973) Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-capitan-america-omnigold-4-el-otro-capitan-america-1972-1973/Vamos con el cuarto tomo ya, que recopila de forma cronológica las aventuras del vengador abanderado.
Un tomo que abre con nuevo guionista en la figura de Gerry Conway, que apenas tiene tiempo de organizar alguna trama antes de ser sustituido a los pocos meses. De la parte gráfica se hace cargo Sal Buscema, que ya había empezado su periplo al final del tercer volumen.
Gary Friedrich nos dejó a un Steve Rogers haciendo horas como patrullero en la policía de Nueva York, así que ahí sigue nuestro rubio protagonista.
El primer trabajo argumental de Conway nos trae un misterioso caso de secuestro de niños en el que colabora Batroc como mercenario, sin saber realmente por quien ha sido contratado.
En primera instancia nos descubren al Extraño como instigador, el poderoso gigante de otro mundo ya aparecido en diferentes colecciones. Pero, para sorpresa de propios y extraños, el cerebro de la operación en realidad es otro tipo del espacio exterior llamado Jakar, que se hacía pasar por el Extraño.
O Conway comete un traspiés o hay algo se me escapa. Se supone que el tal Jakar no es realmente el Extraño, al menos así se entiende. Pero lo que no nos explican es por qué el tipo va vestido exactamente igual cambiando los colores. Vestido igual no sólo en el tiempo presente, sino también en el flashback, cuando el tipo todavía no sabía de la existencia del Extraño.
Dejando de lado la imprecisión, el arco me parece bastante discreto.
Una alianza entre el Escorpión y Mr. Hyde cierra de forma prematura la etapa de Gerry Conway.
Los dos villanos se encaran a SHIELD bajo motivaciones con escaso fundamento. En una historia que tiene su intriga, pero bastante confusa.
Al tiempo que el Sargento Muldoon es echado del cuerpo por presunto soborno. Un lance que tendrá consecuencias en el futuro, pero ya de la mano del flamante nuevo guionista.
Por lo menos Conway nos deja la creación de un interesante personaje. Morgan, un orondo mafioso que controla los suburbios negros.
Steve Englehart en acción.Nick Furia lleva cierta tontuna respecto al Capitán América desde hace unos números, cuando echó al superhéroe de SHIELD en una reacción desproporcionada.
Así que, no contento, reta al Capi a un festival de puñetazos. ¿La razón? La clásica de viejo carca. Los celos respecto al “joven” que supone que le ha robado a su chica, léase Val. En fin, malentendidos propios de adolescente celoso, tratados de forma bastante tópica.
Ya con Steve y Sharon al fin juntos y libres de remordimientos, empieza la primera obra ambiciosa de Mr. Englehart, la Saga del Capitán América de los 50.
La trama es de lo más interesante. El Halcón descubre de repente que la ciudad cuenta con un nuevo Capitán América y un nuevo Bucky, que no parecen haber venido a hacer amigos, precisamente.
Al mismo tiempo, sigue el problema de los guetos negros recelosos de los blancos, mientras que también el caso Muldoon sigue su curso, entrando en escena diferentes personajes del entorno policial. Buenos ingredientes para condimentar la enigmática trama central.
Siguiendo con la saga, el escenario se traslada a las Bahamas, donde el auténtico Capitán América y la Agente 13 pasan unos días de playa. Allí es donde se produce el esperado encuentro entre los dos Capis.
Es entonces donde se nos desvela el misterio, creo que de forma brillante por parte de los autores. Englehart se inventa una historia según la cual el Capitán América, que en los 50 tuvo un breve renacer editorial, no era en realidad el auténtico. Al verdadero Steve Rogers se le suponía fallecido (en realidad congelado en el Ártico), así que este malhumorado Capi de los 50 no es más que un admirador del auténtico con su rostro alterado mediante cirugía y su nombre modificado también a Steve Rogers. Tanto él como el falso Bucky pronto fueron criogenizados para ser despertados en el tiempo presente.
Dejando de lado los detalles inconcebibles, como lo de la cirugía estética, la explicación gana muchos puntos al insertar un par de páginas de las historias originales de los 50 entre los dibujos de Sal Buscema. Me parece muy bien encajado en un trabajo encomiable de Englehart y Buscema.
La cuestión es que los descriogenizados personajes son unos perlas de cuidado. No sólo despiertan como los patriotas americanos anticomunistas que eran, sino que no se cortan en soltar improperios racistas y misóginos a Sam y Sharon. De forma un poco exagerada, todo hay que decirlo, con el fin de poner sobre la mesa la transigencia del verdadero Steve Rogers, su repulsa al viejo patriotismo americano y también como han cambiado los valores desde entonces. Magnífica saga, en conjunto.
Lo más curioso es la forma de diferenciar gráficamente a los dos Steve Rogers, mediante el bronceado del auténtico en contraposición a la piel blanca del falso. Bronceado que, por supuesto, desaparece milagrosamente una vez vence su utilidad.
Sin tiempo para más, entra en escena la saga del Comisario Encapuchado.
Un misterioso tipo, que se hace llamar así, parece tener un gran poder de convicción al contratar primero al Víbora, y seguidamente a un grupo de villanos de tercera fila que ya aparecieron años ha en las páginas de la Patrulla-X. El Hombre Planta, el Puercoespín, el Anguila y el Espantapájaros, son los integrantes. Ay… Steve Englehart y su labor solidaria en la reintroducción de personajes abandonados.
El arco acaba siendo un relato de suspense de manual, en el que el interés se centra en la revelación final de la identidad del Comisario Encapuchado. Que, dicho sea de paso, no me convence mucho su identidad ni como se llega hasta ahí.
Tampoco la ya clásica explicación final made in Englehart. Nunca me han convencido este tipo de aclaraciones finales fuera de clímax.
El resto, básicamente todo lo anterior al desenlace, sin estar mal no tiene especial interés.
Lo más relevante, a nivel de continuidad, está en los nuevos poderes adquiridos por el Capitán América. Resulta que unas hierbas exóticas que usa el Víbora como arma, acaban afectando al Capi, que inesperadamente adquiere superfuerza.
Primero la moto, ahora la superfuerza, los guionistas se empeñan en aportar complementos al Capi como si estuviera necesitado de mayores habilidades. En este caso la superfuerza aportará cierto juego en su relación con el Halcón.
Solarr, un villano que se alimenta del Sol, pasa sin pena ni gloria en un flojo número unitario. Lo mejor, por ridículo, la forma en que vencen al tipo, bañándolo con pintura resistente al Sol.
Sam se siente inferior en su sociedad con Steve, al comprobar como la superfuerza del Capi deja al Halcón sin adversarios que batir. Una reacción celosa un tanto exagerada.
Al mismo tiempo, Leila, en su cruzada antiblancos, aprovecha para pinchar de nuevo a su “chico”, el Halcón, y se lleva una reprimenda.
Creo que Englehart acostumbra a poner un punto más de culebrón en las relaciones entre personajes. Y tampoco creo que sea el mejor dialoguista de esos años en Marvel. Quizás ahí esté su punto más débil.
El siguiente paso que nos brindan los autores nos lleva a un extraño castillo al que acude Sharon, tras despedirse para siempre de Steve con una nota.
Englehart se monta una historia sobre una misteriosa mujer retenida por el Doctor Fausto en dicha fortaleza.
La trama y las motivaciones de Fausto, destruir al Capi no físicamente sino mentalmente, parecen más una excusa para la verdadera intención del arco. Recuperar a un nuevo personaje olvidado y de poca relevancia hasta el momento: Peggy Carter, hermana mayor de Sharon y antiguo amor de Steve Rogers.
La gestión de emociones patina un poco cuando comprobamos como Sharon, tras la nota de despedida, se abalanza a los brazos del Capi a la primera ocasión.
Pero, pese a todo, el arco goza de mucho atractivo y misterio. Me parece una buena idea como se recupera a Peggy. La mujer, de mediana edad, está algo trastornada creyendo que vive en el pasado y que Steve sigue siendo su amor. Es la aportación de ternura e inocencia a la colección por parte de Englehart.
El Escuadrón Serpiente hace su primera aparición en lo que parece un número unitario sin importancia, pero en realidad es uno de los más completos y bien tramados de esta etapa. Tenemos al grupo de villanos formado por Cobra, Víbora y Anguila. El animal que da nombre a este último en realidad es un pez, no una serpiente, pero en fin. Tenemos la participación de Peggy y la entrada de Dave Cox, un excombatiente de la guerra, manco, convertido a pacifista. Cox aporta bastante química con el Capi y bastante juego al convertirlo Englehart en un héroe.
El feo pero inimitable dibujo de Alan Weiss ocupa el único número del tomo en el que no participa Sal Buscema. Tan sólo sirve para presentar a Sombra Nocturna y para introducir a Garra Amarilla en la cronología marveliana. Cómo no, un nuevo personaje ancestral recuperado por Englehart, aunque en este caso tuvo un amago de aparición en la serie de Nick Furia, en lo que finalmente no era más que un robot.
El número da pie a la larga saga de Garra Amarilla, una especie de Fu-Manchú de segunda que tuvo una breve y olvidada serie en los 50.
Al margen de las habituales situaciones y recursos inverosímiles made in Englegart, como la inagotable bolsa de trucos omnipotentes que parece poseer el oriental villano, lo cierto es que la historia es de lo más divertida.
Nos acabamos encontrando de todo. Momias egipcias, rituales oscuros y la sobrina de Garra Amarilla revivida mediante espíritus malignos. No es más que una aventura de sobremesa, pero muy entretenida.
Entre medio, los lances de los personajes principales siguen su curso y añaden interés a la acción pura. En especial a Steve se le acumulan los problemas. El Capi casi se carga a Nick Furia por error por culpa de los truquitos de Garra Amarilla, Val le hace responsable, alguien intenta desacreditarle vía prensa, su casero le deshaucia, su relación con el Halcón sigue con problemas y Peggy sigue creyéndose su pareja. Casi nada.
El tomo finaliza con un fill-in guionizado por Roy Thomas y Tony Isabella, cuyo único valor está en la presentación del hijo del Barón Zemo, aquí bajo el disfraz de un villano llamado Fénix.
Conclusión.La breve etapa de Gerry Conway ciertamente es muy mejorable. Pero por suerte casi todo el tomo corresponde a Steve Englehart, que logra hacerse la colección suya.
Con sus cosillas y altibajos, Englehart parece tener las cosas claras. Sin aparente ruido es capaz de seguir una línea congruente y muy adecuada para la serie. Navegando en el puro entretenimiento y también entrando en temas más profundos, pero siempre intentando hacerle la vida más fácil al lector.
Y Sal Buscema creo que está magnífico desde el primer al último número.
Así que no puedo más que recomendar con firmeza este volumen.