He leído
Podía Volar de Christopher Cantwell y Martin Morazzo.
"Noteestresesnoteestresesnoteestresesnoteestresesnoteestresesnoteestresesnoteestreses...".Bueno, en realidad es "ruberballruberballrubberball" pero me parece muy apropiada la traducción. Porque ese es el día a día de
Luna. Dominar su miedo. Dominar su angustia. Ser normal. No pasa nada, toda va bien.
La verdad es que el cerebro puede ser muy hijo de puta cuando se lo propone. Una alteración de la química de tu cuerpo puede dar lugar a que algo cotidiano e insignificante se convierta en una obsesión, y que esta obsesión degenere en una psicopatía asesina plagada de alucinaciones, culpabilidad y ansiedad incontrolable.
La química del cerebro es, para mí, la que nos define como algo único e irrepetible, ya que cada persona, genera y sintetiza esos componentes químicos de manera y porcentaje diferentes. Así, amor, odio, dolor, valores universales pero escrupulosamente personalizados por las combinaciones infinitas que producen neurotransmisores como dopaminas, endorfinas o serotoninas para enfatizar o disminuir sentimientos o sensaciones, hacen que cada persona experimente todos esos sentimientos de forma diferente.
Esto me lleva a recapacitar sobre el diálogo que tienen Crazy jane y Robotman en
La Patrulla Condenada de
Grant Morrison donde la primera le pregunta al segundo:
- ¿No te impresiona?
- No
- ¿Nunca te emocionas?
- Ya no.
"Lógico" entre comillas. Sin glándulas suprarrenales y otros órganos vitales del cuerpo humano, ¿cómo van a "alimentarse" los neurotransmisores que producen emociones? Y esto lleva a una serie de incongruencias sobre la posibilidad de vida de un cerebro sin cuerpo etc. etc. que no vienen al caso. Además me estoy saliendo del tema...
Podía volar es eso, la historia de una adolescente con un T.O.C. agresivo (miedo a cometer crímenes: "No soy buena. Soy mala, y algún día no podré controlarlo") disfrazado y amenizado en un thriller en el que
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A partir de ahí diversas áreas gubernamentales, FBI, empresas privadas e incluso los chinos querrán saber el secreto de ese acontecimiento.
Para ello, el guionista
Christopher Cantwell se rodeará de una pléyade abundante de personajes y les dotará de un carisma y profundidad muy bien trabajada, que enganchará al lector, creando un amalgama de realidad, fantasía, magia y casualidades que harán que si entras en el juego, lo disfrutes mucho. Si no, si te quedas solo con la intriga del thriller, será sólo un comic más. Aunque ciertamente, esta intriga está muy bien llevada, con todos los tropos de la novela policiaca y de espionaje, pero que funciona muy bien.
Porque aparte de eso, está el drama familiar de los padres con la hija adolescente, la abuela de
Luna, que aún no sé si tiene alzheimer o un poder especial, o las
terapias de grupo reuniones para compartir experiencias religiosas (que cada cual engañe a su cerebro de la mejor manera que pueda o que nuestro cerebro nos engañe como le venga en gana, tanto da) a las que asiste la madre de
LunaTambién tenemos a
Bill, a la genial
Dana, o a
Mayura de la que vemos pinceladas gracias a la lectura de su diario por parte de
Luna y a un colgante en un puente suicida en la, en mi opinión, mejor escena de todo el comic. Brutal todo lo que se puede decir con cuatro palabras y un ejercicio narrativo espectacular.
Cantwell va sembrando las páginas de pistas, todas ellas casi imposibles de descifrar hasta que no construyes todo el puzzle, cosa que ocurre poco antes del final de la obra. Ese " ¿Te dejan decir la palabra "locura"? que dice
Luna a
Dana es muy convincente. Y esa definición de fachada que nos construimos frente a los demás cuando su madre le regala un cactus a
Luna y le dice "estas plantas me recuerdan a tí porque son muy duras, apenas necesitan cuidados" es una sonoro tortazo de
Christopher Cantwell en tu cara.
Un 10 para el dibujante
Martin Morazzo que tiene un arte muy realista pero exagerado (no tanto como
Pitarra pero podría recordar a
Quitely) y con una narrativa tremenda. Sirvan de ejemplo dos escenas de
Dana, la orientadora escolar de
Luna. Una, dejándonos ver sus tics ansiosos forzando sus dedos en posiciones dolorosas o jugando compulsivamente con el clip del bolígrafo, y dos, con una viñeta espectacular del rostro de
Dana tras recibir una bofetada, y que describe a la perfección todo el drama de su pasado revivido en un segundo y que será detonante de su reacción posterior.
¡Magistral!
Igual que esos "sueños con mensaje" que tienen tanto
Luna como su madre, que aunque difíciles de demostrar como ciertos, no ya por ser sueños, sino por interpretarlos como simples casualidades o por la puta enfermedad del alzheimer de la enigmática abuela. Con todo, el lector no duda de su certeza. O al menos yo no lo hago.
Flipante también en las alucinaciones sangrientas de
Luna o en las transformaciones antropomórficas de las personas con las que habla, y que ahora sí, con la ayuda del guionista, nos hace entender a la perfección la naturaleza humana, porque indudablemente, el afligido por una desgracia, en este caso nuestra querida
Luna, busca identificarse y ansía encontrar otra persona que también comparta su mismo sufrimiento. "Pensaba que igual eras como yo. Que tambien eres un monstruo. Siento que sufras" le dice a
Dana mientras se transforma en gato.
En definitiva, una obra coral, magistralmente escrita y con un ritmo narrativo perfecto, que he disfrutado mucho, muchísimo, pero que no recomendaría a cualquiera.
Por ponerle un pero, el tomo de Medusa no trae las portadas. Al menos el lomo es chulo. Putos T.O.C.s...