Rastros de Sangre #1 de Shuzo Oshimi
No sé cómo oí hablar de
Rastros de Sangre, de
Shuzo Oshimi, publicado en España por
Milky Way Ediciones. La cosa es que me llamó la atención y le eché un ojo a la previa de 50 páginas que tienen en su web. Al terminarla, sabía que tenía que comprar el tomo, aunque eso supusiera quitarme otra de las series manga que hago (no da la pasta para todo). Anoche acabé el primer tomo, y me quedé flipando.
Seiichi es un chaval de 13 años cuya madre, Seiko, siempre ha estado mimándole en excesivo y principalmente sobreprotegiéndole. Esto ha hecho que sus habilidades sociales se vean afectadas y que sea un poco más tímido e introvertido, pero parece que la llegada de la adolescencia le está permitiendo intentar hacer planes con sus amigos. El primo de Seiichi, Shigeru, tiene la misma edad y mantienen una buena relación, que seguramente sea la amistad más fuerte que tenga. Aparte, a Seiichi le gusta una chica de su clase; Fukiishi.
Pero hay una presencia que parece estar por encima del resto de sus relaciones; Seiko, la madre de Seiichi, que se empeña en tratar a su hijo como algo extremadamente frágil, sin darse cuenta de que ya ha crecido. Cualquier cosa positiva que haga su hijo es motivo de una alegría exagerada y un tanto... ¿turbulenta?
Ahí es donde entra el plato fuerte de este manga; las sensaciones. Continuamente hay una atmósfera un tanto aciaga y tensa, aunque estemos en una escena totalmente costumbrista y sin nada fuera del lugar, pero de repente, una expresión facial de Seiko, un gesto, una palabra... y sabemos automáticamente que algo va mal. La trama avanza con tranquilidad, pero de vez en cuando hay un fogonazo de algo que nos hace sospechar de que quizá la madre de Seiichi no está preparada para dejarle espacio a su hijo, y que quizá esté haciendo cosas para evitarlo, y da un mal rollito muy adictivo. Además, según cómo dibuja Oshimi a Seiko, parece una mujer con un rostro precioso, pero ese toque siniestro que a veces emerge a la superficie... produce unas sensaciones encontradas muy fuertes.
Y luego llega el final del tomo... Eso sí que no me lo esperaba, menudo golpe de efecto. Anoche cerré el tomo, y me costó un rato dormirme porque estaba dándole vueltas a la sorpresa que reservaba Shuzo Oshimi para dejarnos con ganas del segundo. A mí me tiene totalmente convencido, dejo My Home Hero (que le di una relectura a los dos primeros números y se me quedaron un tanto vacíos, lejos del buen sabor de boca de la primera lectura) y aquí me tiene Shuzo cada mes que saquen nuevo tomo. Puede que se convierta en una de mis mejores lecturas del año si sigue por este camino.
Respecto al dibujo, es un toque de aire fresco. En el manga actual hay un exceso increíble del uso de fotografías retocadas para que parezcan dibujos y ni un fondo hecho a mano. Todo son líneas rectas perfectas, a veces artificiales, que hace que parezca que está dibujado por un robot, si no fuera porque dibujan los personajes a mano, el dibujo apenas transmitiría... Pero Shuzo Oshimi no usa ningún recurso informático para trucar fotos; todo lo dibuja él, además de una manera sencilla, con un trazo que no es firme y emplea muchas rayas, pero con un resultado muy, muy bonito y a la vez con mucho realismo. Y a la hora de mostrarnos esos pequeños gestos y esas expresiones faciales truculentas... lo borda. Ninguna pega le puedo poner a su arte. Y las páginas coloreadas, así como la sobrecubierta... preciosas, las miro y me quitan el hipo.
La edición de Milky Way es sublime, como siempre acostumbran. Formato B6 (mi favorito), sobrecubiertas, índice, páginas a color... El tomo tiene 216 páginas creo, y vale 8,50€, lo que me parece un precio muy ajustado para una serie que no es uno de los éxitos de la Shonen Jump y que Norma vende a 8€... Además es que lo que es la edición está tan cuidada, es tan bonita y se ve tan resistente... inmejorable.