Además, aunque se retrase, en cuanto salga se recupera de golpe la distancia, ¿no? Pues mí no entender nada de este cabreo vuestro...
Te contaré mi historia.
Yo empecé con esto de las grapas tras las Secret Wars del siempre glorioso Jonathan Hickman, hace ya unos cuantos añitos. Nunca antes me había atraído el formato, puesto que era joven e ingenuo y prefería los lujos suntuosos que solo la tapa dura podía ofrecerme. Sin embargo, cuando un buen día en GAME vi a Iron Man observándome desde una portada con un enorme #1 taladrándome la vista, el corazón y la cartera, no pude resistirme a dar un pequeño tiento a ese mundillo... y me llevé tanto esa grapa como otras 5 o 6 más, siendo la de Iron Man, por su carácter pionero en mi vida, la principal de ellas.
Si alguno habéis conocido el amor os haréis una idea de como fueron los meses siguientes. Meses de experimentar, de acercarme y alejarme, de indagar, profundizar, querer con intensidad y, por supuesto, que me rompieran el corazón. En mi caso me lo partió Bendis, y no una vez ni dos precisamente.
Lo que había sido un flechazo a primera vista se convirtió en un infierno de relación. Mis amigos me decían que Bendis no iba a cambiar, que seguiría maltratándome, pero yo les repetía que se equivocaban, que iba a mejorar, que me lo había prometido en el Marvel Age de Panini. Naturalmente me equivoqué. No solo no mejoró, sino que se volvió cada vez peor. Lo que al principio eran errores de caracterización y continuidad se acabó transformando con el paso lento pero seguro de los meses en una auténtica ametralladora de mierda que solo pude soportar con la estoicidad que le concede a uno la desesperación.
Un día desperté, me di cuenta de que no podía seguir así y decidí dejar la grapa de Iron Man.
Al día siguiente se anunció la etapa de Slott.
Fue como el rayo de luz al final de la tormenta que mata a todos tus seres queridos. Como si de repente todo se fuera arreglar, como si volviera a conocer el significado de la esperanza, creer que todo va a volver a ser como antes, que hay finales felices y que yo tenía derecho a uno de ellos. Bendis seguía a su nivel de broza subterránea todos los meses, por supuesto, pero ahora al menos lo compraba sabiendo que no tardaría en apartar sus malignas zarpas de Iron Man, y que el autor que me concedió al mejor Estela Plateada que he leído nunca rescataría al personaje y lo llevaría, al fin, a la primera división que por derecho le corresponde.
¿Por qué seguía comprando la etapa de Bendis, si estaba claro que no me hacía otra cosa que daño? Tal vez por completismo, ya que estaba tan cerca de acabarla. Tal vez porque sospechase que Slott podría emplear algunos elementos del final para el inicio de su propio recorrido. Tal vez porque confiase en una redención por parte del autor que ya está claro que no se va a dar. O tal vez simplemente fuese un proceso mecánico, como emborracharme y sufrir la resaca del día siguiente.
No importaba. El caso es que ya faltaba poco para decirle adiós a Bendis y decirle hola a Slott...
...hasta que Julián decidió que era una buena idea retrasar medio año más la llegada de mi salvador y colarme unos tebeos de hace 20 años en ese plazo, porque naturalmente el número 100 de la colección es mucho más importante que rescatar a Mc Carnigan.
Como si estuviera encerrado en un zulo, vinieran a sacarme pasado un largo tiempo y mi liberador me dijese "
aguanta ahí, amigo, que si te soltamos dentro de dos semanas clavamos el aniversario de tu secuestro".
Miro desde el fondo del pozo en el que ha hundido Bendis a Iron Man y grito por ayuda, pero el único que me mira desde lo alto es Julián, y lo que hace, aparte de sonreír, es arrojarme el tercer tomo de Miracleman a la cabeza.
No queda esperanza. Solo un cabreo de la hostia.