Si Bendis hubiera contado Watchmen:
Rorschach fue traído del futuro por Búho Nocturno para hacer ver a Ozymandias el caos que traerían sus actos. Parece guay, queda guay, lo guay va a llegar, pero la verdad es que 30 números después Rorschach sigue comiendo judías y paseando pancartas del fin del mundo. Mientras, Sally Jupiter jamás aceptó que Lori fuera fruto del comienzo de una violación y esto la vuelve loca, a pesar de que la niña estaba más que crecida, el tema cerrado, y ella venga a darle a los margaritas. Fruto de su siroco, disolvió los Minutemen, que Justicia Encapuchada reformó incluyendo en la alineación a Gokuh, Conan y Sherlock Holmes. El Comediante es gay. Él no lo sabía, nadie lo sabía, pero ahora ya lo sabemos todos. Se pone a llorar y se sincera con Veidt; la verdad es que siempre lo había sido, pero claro, facha y maricón encima, como que no, no podía confesarlo, y por eso lleva como 50 años comiendo almejas sin decir ni mu. Pero ya ni una más. Manhattan tiene muchísimo poder, pero se limita a pasearse por ahí sin hacer nada. Cambia Marte por la luna, y allí lucha con el Boquete, un ente oscuro de su personalidad que amenaza con consumirlo de una manera que nadie comprende. El reloj del fin del mundo siempre dice que va a llegar la medianoche, que si el mundo se acaba, que se va a liar, pero van pasando los números y el minutero sigue sin moverse.
Al final todo queda justo como estaba antes de empezar. Bueno, justo, justo, no, que han pasado 60 números, y 40 de ellos han sido viendo como el grupo hablaba sobre lo que iba a hacer y lo bien que estaría hacerlo cuando lo hicieran. Pero, rinngggg, ha sonado el timbre, y se le ha acabado el tiempo, ahora que iba a empezar la marcha. Bendis hace limpieza, Manhattan reformula los taquiones, y ya si eso, que explique algo el siguiente guionista.