He leído Marvel Deluxe Patrulla-X: La Guerra del Mesías.
He tenido demasiado tiempo aparcada mi lectura de la continuidad mutante en este formato, pero afortunadamente, el lapsus transcurrido no ha pasado factura. El crossover desarrollado entre las colecciones de Cable y X-Force cumple perfectamente su objetivo. De hecho, me ha parecido una lectura bastante adictiva, con alto componente de tensión a lo largo de la trama, aunque el argumento en sí tampoco es nada del otro mundo. Quizá lo realmente interesante es que Christopher Yost, Craig Kyle y Duane Swierczynski consiguen construir algo muy bien insertado en la continuidad, muy bien coordinado y escrito y sumamente divertido de un concepto tan simple como un enfrentamiento entre dos facciones: una liderada por Cable y X-Force y otra por la némesis de Nathan, Dyscordia. Todo ello en un escenario futurista postapocalíptico representado por Ariel Olivetti y Clayton Crain. Sin duda me quedo con el primero, pero el segundo también tiene sus momentos. Desde luego, gráficamente tampoco ha estado nada mal.
Yo soy un lector que se alejó con los mutantes tras la marcha de Claremont, y he intentado seguir así en gran medida, pero reconozco que los últimos Marvel Deluxe que me he leído me han parecido muy entretenidos y casi me ha hecho reencontrarme con estos personajes. Uno de los puntos fuertes es la acertada caracterización de los personajes. Aunque esta X-Force presenta una versión oscura y sangrienta del Homo Superior; una especie de grupo de operaciones especiales capaces de llegar hasta el final con tal de conseguir sus objetivos, organizada por un Cíclope que ha evolucionado con cierta coherencia, aunque no me guste especialmente ese camino al que lo han ido dirigiendo los diferentes guionistas durante ese periodo. Quizá a Lobezno lo veo excesivamente en estado salvaje, perdiendo parte de su esencia por el camino, algo que desgraciadamente no es nuevo en la actualidad. Tampoco me gusta lo que han hecho con Bishop, algo de lo que hablamos largo y tendido en su momento, ya que convertirlo en un villano psicópata no es lo que yo esperaba de él. Si embargo, aquí se añaden algunos matices interesantes a esta nueva faceta de Lucas, principalmente añadiendo un elemento a la ecuación que hasta el momento faltaba: la duda. Tampoco se puede obviar el buen uso de un personaje como Wade Wilson, un auténtico soplo de aire fresco, con cierto toque de humor negro, que viene muy bien para descongestionar el drama de la situación y la tensión del argumento. Pocos autores son capaces de dotar al mercenario bocazas de ese ingenio capaz de sacarte una sonrisa en momentos que a priori no deberían resultar graciosos, pero aquí se consigue en muchas ocasiones, devolviéndonos a ese personaje que bajo mi punto de vista Daniel Way llegó a maltratar en su serie regular.
Pero si hay un tema que está tratado con especial cuidado y bastante acierto es la compleja dualidad entre cable y Dyscordia, introduciendo un elemento tan ingenuo e inocente como Hope, la esperanza de toda una raza encarnada en una niña que aún tiene mucho que aprender. El objetivo de Bishop, el tesoro genético que todos deben proteger y la protegida de Cable son algunas de las versiones que vemos de Hope aquí, que sigue evolucionando hasta lo que podremos ver más adelante en el punto de inflexión que supuso el enfrentamiento entre la Patrulla-X y los Vengadores.
Finalmente, destacar otro invitado de excepción, Apocalipsis, otro personaje recurrente alrededor de la figura de Cable, siempre relacionado con el final de los mutantes y la lucha por su supervivencia a un futuro catastrófico. Me ha sorprendido el papel que juega en la historia, al igual que me ha parecido bastante acertado la representación de su relación con Warren, cuyo primer encuentro entre ambos dejó marcado para siempre a uno de los componentes de la Patrulla-X original. Como digo, todo muy bien construido, dando como resultado una historia muy entretenida y disfrutable, que sabe hundir sus raíces en algunos elementos esenciales del cosmos mutante para dar vida a un crossover que sin ser la octava maravilla está a la altura de las circunstancia ofreciendo una lectura amena y divertida. Ya solo queda ver si le desenlace de esta trilogía mesiánica deja el mismo buen sabor de boca.