Si me lo permitís, yo sitúo el final de la Marvel clásica y, por extensión, de la magníficos 80, en algún momento entre 1987 y 1991.
En 1987, Roger Stern abandonó la colección de Los Vengadores y recaló en DC, aunque siguió haciendo cosillas para Marvel. Casi al mismo tiempo, Byrne regresó a la Casa de las Ideas.
No se puede olvidar que Jim Shooter fue despedido en 1987. Mientras tanto, la generación Image se iba infiltrando en Marvel.
A medio camino, Claremont dio el do de pecho en Inferno. Y John Romita Jr. hizo los mejores lápices de su vida en Daredevil.
En 1991, terminaron las etapas de Claremont en el subuniverso mutante, de Walter Simonson en los 4F y de Ann Nocenti en Daredevil. El año anterior, Weezie había abandonado el universo mutante y se había subido al de Superman.
Finalmente, y poco antes del final de la etapa de Stern en Los Vengadores, empezó la etapa del Divino PAD en Hulk. Ésta y no otra es el verdadero epígono de toda una era de los cómics Marvel: la nacida durante la segunda mitad de los años 70 en La Patrulla-X, Daredevil y, en menor medida, Iron Man.
Apropiándome vilmente de la idea del gran Hobsbawm, a la larga década de los 80, le sucedió la corta década de los 90.
