He leído
Coleccionable La Espada Salvaje de Conan Nº 9.
Retomo la lectura de la colección tras mi
anterior comentario.
Magnífico tomo, en el que podemos ver como Thomas sigue utilizando la pluma al servicio de la creación de Robert E. Howard, en una serie que rezuma la esencia más pura de los relatos originales. Una magnífica lectura que nadie debería perderse, porque esta colección merece mucho la pena. Yo me lo estoy pasando francamente bien y a pesar e conocer incluso algunos aspectos de las tramas, estos tebeos consiguen transmitirme la épica y la tensión propias del género en todo momento.
Esta entrega comienza con la adaptación del poema de Howard
"Cimmeria", un ejemplo perfecto de cuanta pasión tenía Thomas por la obra del autor tejano, dejando este que sea con sus propias palabras el que describa a través del cimmerio el lugar en el que nació y del que partió para vivir innumerables aventuras. Un inhóspito país norteño en el que la supervivencia está marcada por la violencia y donde la cadena alimentaria debe establecerse a través de la fuerza bruta y sin concesiones. Los textos son extractos del poema original, mientras que el arte secuencial corre a cargo de Barry Windsor Smith, el cual realiza uno de sus mejores trabajos con la obra de Howard, junto al relato "Clavos Rojos". originalmente, la adaptación se publicó en
Savage Tales #2, junto a la primera parte de "Clavos Rojos", pero se reeditó más tarde en
The Savage Sword of Conan #24, de ahí que Planeta haya decidido recuperarla en este tomo en concreto, en lugar de las entregas dedicadas a las historias de Conan incluidas del magazín
Savage Tales. Aunque personalmente me parece una curiosa decisión, mucho mejor esto que hubiese quedado fuera de la colección, lo cual me parecería un error bastante grave. Es curioso, porque yo juraría haber visto una edición a color de la historia, pero ahora no recuerdo dónde.
A continuación llegamos al número 25 de la colección USA original con
"Las joyas de Gwahlur", una adaptación del relato homónimo del escritor tejano. Una de las grandes novedades tiene lugar en el tablero de dibujo, donde encontramos a Dick Giordano, un artista más conocido por sus labores como editor de DC y su fructífera colaboración con Neal Adams. No obstante, este autor también aportó su pequeño grano de arena a la versión en cómic del cimmerio, demostrando ser un artista muy solvente en blanco y negro, aunque un poco por debajo de otros que ya hemos visto en esta colección. A mí personalmente me gusta el resultado de su trabajo, pero entiendo que ya es más una apreciación personal que otra cosa.
A nivel de guión, tenemos una interesante historia en la que Conan combina su faceta de ladrón con la de mercenario de éxito en el reino de Keshan, llegando a convertirse en capitán de la guardia, algo muy habitual en su carrera dado el talento natural que demuestra con la espada, así como su ferocidad inigualable en combate. El relato tiene todos los condimentos propios del género, con dioses olvidados, conspiraciones políticas y un jugoso tesoro protegido por sacerdotes, así como un giro final en el que aparece lo sobrenatural; y, por supuesto, una bella mujer a la que rescatar y ayudar. Particularmente me parece muy interesante como se combina las civilizaciones más ancestrales con la mitología y la religión cuyo escenario es testigo de un Conan decidido a conseguir su objetivo, pero que al final, a pesar de su ambición por las riquezas y la aventura, su bárbaro código de honor lo sitúa a la altura de un héroe arquetípico, que prefiere lo humano ante lo material. El mensaje viene a ser siempre el mismo: la civilización es tan egoísta, que un bárbaro desprovista de ella es más humano que cualquier hombre civilizado. Esto es algo que se repetirá casi de manera constante en la obra de Howard, y que de alguna forma forma parte del ADN de Conan, así como es el trasfondo de la mayoría de sus aventuras. Por cierto, como curiosidad, añadir que hay una tendencia a afirmar que el entintador Terry Austin estuvo muy presente en esta y otras historias de la colección, aunque no aparecía acreditado. Es curioso, porque durante años, los rotulistas tampoco fueron acreditados en esta serie, quedando relegados a formar parte de un número de autores que intervenían en la edición, pero sin saber exactamente cual era su función, a pesar de que por aquella época ya era habitual acreditar a todos los autores que participaban en un cómic.
Finalmente, tenemos la adaptación en dos partes de
"Más allá del río Negro", otro relato de Conan, que narra el papel del cimmerio en la constante guerra de los pictos contra los aquilonios. Su natural animadversión contra estos salvajes inspirados en los pigmeos africanos, pero cuya versión howardiana es mucho más violenta y belicosa. Enemigos naturales de los cimmerio, Conan prácticamente se siente obligado a participar en una contienda que ni le va ni le viene, salvo por su condición de mercenario. Encuadrado en un momento avanzado de su vida adulta, tras haber sido pirata y jefe kozak, Conan vive una trepidante historia en la que se enfrenta a un poderoso hechicero picto. Aunque tengo que reconocer que la segunda parte de la adaptación transmite mucha más emoción y fuerza, con la inclusión del perro y su dramático pasado, así como la sensación que el desenlace de la historia es tan indescifrable que te anima a pasar cada página con ansia, en la primera parte podemos ver las claves de en que se ha convertido el personaje tras largos años de vagabundear por le Era Hiboria. Si bien es cierto que siempre está presente su instinto de supervivencia, está mucho más cerca del héroe de leyenda dispuesto a sacrificarse por los demás. Prácticamente ha quedado atrás ese bárbaro que perseguía a una muchacha en una montaña helada con el simple objetivo de poseerla. Incluso ha quedado atrás ese joven arrogante dispuesto a cualquier cosa por robar una joya prohibida o supuestamente inalcanzable. Y es que gracias a estos continuos saltos en su cronología podemos apreciar como el autor maduró al personaje y lo construyó de forma sólida, de manera que no se comporta igual según el momento de su vida. este Conan está curtido en mil batallas, prefiere dar un rodeo a entrar en una batalla frontal y sin sentido, aunque no huya dela pelea si se presenta la ocasión, por muy numerosos que sea su contrincante. Por otro lado, está ese bárbaro conocedor de la naturaleza, como una pantera humana en un bosque oscuro y peligroso del que solo un hombre como el cimmerio puede salir con vida de él. me encanta esta historia, y transmite esa fuerza de la naturaleza que es Conan, así como esa naturaleza heroica tan especial que representa.
En el apartado artístico regresa John Buscema, apoyado por el entintado de Tony DeZúñiga, aunque parece que Alfredo Alcalá también podría haber entintado alguna página, sobre todo en la primera parte de la adaptación. Poco más puedo decir que no haya dicho ya de los magníficos dibujos que pueblan esta cabecera, y que posiblemente sean de los mejores de la época, dentro de una publicación de la Casa de las Ideas. En mi opinión, la combinación del guión con los magníficos dibujo produce una magia como en pocos cómics, consiguiendo sumergir al lector en un mundo de fantasía sin parangón. Una serie para disfrutarla una y mil veces, no me cabe la menor duda.