Ya he terminado los nº de Alan Davis en Excalibur. Como no he visto hilo propio para el grupo británico he buscado este, que por cierto tampoco encontraba. Me parece buena la idea de sacarlo de los hilos de Panini. Espero pues que esta etapa noventera se considere adecuada para este hilo. Al menos la última vez que pasé por aquí, hace quizá más de un año, subproductos como la Canción del Tarugo o Atracciones Fecales se consideraban clásicos por ser anteriores al reinicio de los Hot-Artist. De no ser así, siéntanse libres los moderadores de reubicar el comentario.
Para mí es sin duda la mejor serie de grupos mutante de esos años, mano a mano con el puñado de nº de David en X-Factor. Ya desde el comienzo el dúo Claremont-Davis ofrece algo diferente a las otras tres series, con unos Uncanny ya heridos de muerte al estar inexorablemente abocados a lidiar con la nefasta resurrección de Jean, unos X-Factor correctos y poco más en el mejor de los casos y unos New-Mutants que para mí era la mejor serie de estas tres.
A pesar de la frescura Excalibur tiene muchos altibajos, como las otras tres series, y así se encuentran números muy inspirados frente a otros que se amontonan en pequeños arcos un tanto tediosos. No obstante, la decadencia que padecían las otras series mes a mes hacía que Excalibur brillase por encima de ellas con poco esfuerzo. Entre esos altibajos por supuesto hay que señalar los ligados al dibujo. Cada vez que desaparecía Davis, la cosa baja lo suyo. Cuando se ausentaba Claremont ni hablamos. Por cierto, que Lobdell hace algún nº que no llega a la indecencia, cosa meritoria en este hombre, sin duda.
Yo no sé muy bien qué pasaría entre los autores, pero parece que hubo ciertas desavenencias que interrumpen mucho el ritmo y alargan la saga de los viajes, al menos para mí, innecesariamente. Con todo y con eso es una lectura muy amena. Por momentos el sentido del humor está a buen nivel, los personajes tienen muchísimo encanto y las subtramas hacían que no se perdiese el interés en aventuras surrealistas que parecían que no iban a tener fin.
El bajón, claro está, es cuando primero se va Davis y luego Claremont. Como digo, ahí Lobdell hace lo que puede el hombre, hasta que la vuelta de Davis como autor completo es recibida como la llegada del Mesías. De nuevo, para mi gusto, lo mejor de Davis en solitario está al principio. Se atan cabos, que vete tú a saber si con Claremont se hubiesen quedado abiertos para siempre como de vez en cuando hacía, en las tramas de Merlín, el Anti-Fénix y la falsa Courtney Ross.
Los últimos números me gustaron menos. Creo que por aquel entonces Davis ya sabía que largaba, obligado a renunciar a la independencia de su serie para ligarlas a las nefastas sagas mutantes que Lobdell y Nicieza iban perpetrando por aquellos tiempos. Quizá esto influyó. Para mi gusto también se metió en demasiados berenjenales con la historia del Fénix, que la verdad, eran de una trascendencia un tanto ridícula y de un contenido muy pobre.
Una vez que se marcha este talentoso dibujante, porque lo que molaba en la Marvel de los 90 era otra cosa, la morralla pura y dura, pues yo no he seguido con la serie. Leí hace años los cruces con las infames sagas que inundaron las colecciones y aún me dan escalofríos acordarme de aquello. Sí, está lo de Ellis por ahí. Quizá algún día, quizá.