Yo sé que soy muy pesado con los personajes que me gustan. Mucho.
No en vano soy capaz de partirle el alma al que diga que comprende al personaje mejor que yo, y no puedo evitar interiorizarlo, hacerlo mío, hasta el punto de creer saber cómo habla y piensa, y cómo habría que escribirlo.
Defecto de formación. Cosas de escritores.
Me pasa con Lobezno, con Punisher, con Batman.
Son personajes que tengo muy, muy asimilados. Que respiro.
Por eso, que este tío vestido de murciélago no para (NO PARA) de hacer, decir y pensar cosas que no hacen más que yo salte "¡No joder, no, ese no es Batman, no haría eso, no habla así!", me hacen imposible disfrutar de la etapa.