Sí, unas risas...
Yo desde que alcancé la mayoría de edad no presto ninguna atención a los Reyes Magos y esas cosas, me suele caer un billete y poco más. Así que estaba la tarde antes tan tranquilo merodeando por casa de mis abuelos, que es donde pasamos siempre esos días, y se acerca mi abuela con una sonrisa que eclipsaba la luz del Sol, los ojos rebosantes de lagrimillas de felicidad, y me dice "ay, mi Mc Carniguito me va a recordar por estos Reyes toda su vida...", me pellizca la mejilla y se va.
Yo ralladísimo. Mi abuela se había caracterizado siempre por hacer unos regalos de mierda, desde cintas para grabar cosas de la tele años después de que se impusiese el DVD hasta albumes para guardar mis fotografías del móvil. Que fuese un videojuego o algo así estaba descartadísimo, según ella los fabricaba el demonio, un libro... ¿qué sabía mi abuela de libros? ¿Sería quizás una peli? ¿Un juego de mesa? ¿Un juego de mesa entra en la categoría de "me vas a recordar toda tu vida por este regalo"?
Y venga a darle vueltas a la cabeza, más por curiosidad que por ilusión. Y llega el día de Reyes. Y bajo las escaleras como si de verdad esperase un coche, un chalet en la playa, una piscina hinchable o un ordenador nuevo. Entro por la puerta del salón, busco mis zapatos y... ¿dónde demonios está el regalo? Ah, sí, ahí, es que es tan pequeño... ¿Es un...? ¿Qué es...?
Sí.
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Por supuesto que me acordaré toda mi vida de ella por esos Reyes.