He leído
Coleccionable Ultimate. Ultimate Fantastic Four Nº 7: Diablos.
Retomo la lectura de esta colección tras mi
anterior comentario.
Continuamos con la etapa de Carey al frente de la Primera Familia definitiva en un volumen que incluye dos partes claramente diferenciadas. En la primera de ellas se incluye la miniserie de dos números
Ultimate X4, que viene a ser una especie de remake del primer encuentro entre la Patrulla-X y los 4 Fantásticos del Universo Marvel tradicional. Una vez más, el guionista cuenta con los lápices de Pasqual Ferry, que será asistido en algunas páginas por Leinil Francis Yu. Sin duda, una extraña combinación, debido a la diferencia de estilos de ambos dibujantes.
La historia sigue la misma línea de trabajo de Carey, que se mantiene en su tendencia hacia lo anodino y lo insustancial. Tenemos a un Pensador Loco (o más bien debería decir Pensadora Loca), que quizá podría ser un personaje interesante, pero que aquí no lo parece. Lo mismo sucede con la forma de manejar a los protagonistas y la forma de interactuar entre ambos grupos que me parece algo inverosímil y demasiado exagerada, en busca del enfrentamiento típico entre superhéroes que se encuentran por primera vez. Bajo mi punto de vista, no es buena idea abusar del tópico, pero si se hace por lo menos que redunde en el entretenimiento. En esta ocasión, ni hay entretenimiento, ni originalidad, ni nada remotamente interesante; simplemente dos cómics cuya lectura se hace extremadamente larga y tediosa.
Sinceramente, no sé si es cosa mía, si me cogió con mucho sueño o con poca predisposición, pero la segunda parte del tomo centrada en narrar la versión definitiva de Diablo me ha parecido que reúne las mismas características que la primera parte. Es decir, una historia sosa, aburrida y con personajes poco trabajados. Ni siquiera el aspecto del puro divertimento consigue colarse aquí. En el apartado gráfico tenemos a Scott Kolins, que se ocupa del presente, y a Mark Brooks, que se ocupa del tiempo de Diablo. Posiblemente lo único realmente destacable de esta saga en tres partes.
Diablo es un enemigo interesante, ya que nos presenta esa batalla entre la ciencia y la magia alquímica. Una forma de poner a la tecnología frente a lo sobrenatural o lo místico. Sin embargo, a pesar de presentar un concepto con una base de interés, Carey vuelve a pecar de un desarrollo carente de alma. Su historia no trasmite nada que no sea aburrimiento y sopor. El cuarteto pierde toda su tridimensionalidad y su intento por combinar una narrativa que juega con el tiempo contribuye a que la saga pierda fluidez. Mucho va a tener que mejorar esta etapa en los próximos números para no situarse como la peor de toda la serie hasta el momento. Una lástima, porque salvo en contadas ocasiones, este universo me había parecido fresco e interesante y sobre todo ameno de leer. Carey ha conseguido que me aburra y me acabe durmiendo. Sin duda, es una mala señal.