He leído
Coleccionable Ultimate Nº 64: Ultimate Spiderman Nº 30: La muerte de Spiderman.
Hay dos series en la última década que creo que podríamos considerar como un producto del género de gran calidad. Los superhéroes, tras prácticamente cincuenta años en el candelero, van perdiendo lustre con el tiempo. Cada vez parece más complicado transmitir sensaciones que lleguen al corazón de lector, sobre todo si este está curtido en mil lecturas. No obstante, mientras en la editorial independiente Image Kirkman está empeñado en que nos encariñemos con cierto viltrumita, Bendis hace lo propio con el Peter Parker del Universo Ultimate.
La versión definitiva de uno de los iconos de la cultura popular en manos de un autor que se ha erigido como un arquitecto del Universo Marvel con mayor éxito comercial que otra cosa, consigue aquí esbozar lo que podríamos definir como la evolución del género para los jóvenes de hoy en día. Es fácil sentirse identificado con alguien como Peter. De hecho, esa siempre fue una de las características principales del personaje durante gran parte de la década de los setenta. Bendis exporta el concepto a la actualidad y lo explota a la perfección. Tampoco resulta complicado sentir cierta nostalgia, evocando recuerdos del pasado, leyendo las aventuras y desventuras de los distintos adolescentes que se pasean por esta cabecera. La relación con Mary Jane, Gwen Stacy o Kitty Pryde; la vida secreta y sus complicaciones en el entorno familiar con la moderna tía May; incluso, por qué no, la comedia de situación que hemos observado en lo que podríamos definir como “el alberge para superhéroes de Forrest Hills”. En definitiva, un escenario que propicia que volvamos a leer con emoción un tebeo de superhéroes con cierta frescura y con grandes dosis de entretenimientos.
En este tomo, Bendis vuelve a dar un paso arriesgado y afronta la historia que cierra el círculo en la vida del Peter Parker definitivo. El título es sumamente esclarecedor, por lo que tampoco creo que haga falta resumir la trama. Quizá lo realmente relevante es que por una vez en la última década no se utiliza el concepto con ánimo de engañar al lector. Todo lo contrario, el autor tiene la firme intención de mantener su palabra y en estas páginas da lo que promete. Incluso me atrevería a decir que mucho más. En lo últimos tiempos, la muerte se ha convertido en un recurso narrativo más tan estéril como cualquier otro. Sin embargo, aquí adquiere un peso importante y está cargado del dramatismo y la épica que merece un momento tan importante como este en la vida de un personaje. Además, está acompañado de un acto de heroísmo propio de Spiderman y totalmente fiel a la esencia del Trepamuros, siempre aferrado a la mítica frase de un poder conlleva una gran responsabilidad. Bendis asimila perfectamente la idea y la desarrolla en consecuencia de manera magistral. A lo largo de su extensa etapa al frente de la colección ha demostrado que es perfectamente capaz de desarrollar a los personajes de manera coherente. Aquí, en uno de los puntos álgido de la colección lo consigue dando el do de pecho y demostrando que aún hay cómics capaces de transmitir sensaciones. Si bien es cierto que el título en sí mismo es un spoiler, la forma en que llegamos al momento es tremendamente dinámica y está marcada por la emoción en cada momento. Es increíble como a pesar de conocer el desenlace de todo, el lector puede sumergirse en una historia con la sensación de que cualquier cosa puede pasar. Leerla por primera vez en su momento tuvo que ser una auténtica pasada. Por si fuera poco, la escena final, cargada de dramatismo, es capaz de hacernos saltar una lagrimilla, como le sucediera al propio dibujante cuando la creó. No me cabe duda de que así se deberían de narrar todas las muertes. ¡Bien por Bendis!
Para ilustrar este punto de inflexión tan importante tenemos a Mark Bagley, que con el tiempo se ha convertido en la imagen definitoria del personaje. En anteriores comentarios hacía referencia a lo mucho que lo echaba de menos en esta colección. Su marcha trajo a mejores dibujantes que él, mejores narradores y mucho más técnicos, pero la química que destilaron Bagley y Bendis había dejado de existir. No voy a entrar a valorar sus carencias, ni su tendencia a repetirse en su trabajo, lo realmente importante es que su particular estética encajó perfectamente en el tono de la serie y sin él esto ya no fue lo mismo. Su regreso me parece justificado. De hecho, me parece justo que sea él quien ponga punto y final a la vida de Peter con su narrativa, que en algunos momentos podríamos tildar de espectacular, dentro de la línea del autor. El último minuto de gloria para el dream team creativo de esta serie. Y doy fe de que ambos lo consiguen para el deleite de los lectores. Como una máquina perfectamente engrasada, el equipo creativo cierra el círculo de una forma excelente en muchos aspectos.
Llegados a este punto, solo podemos despedirnos de un personaje con el que hemos disfrutado durante tanto tiempo y que ha dado su vida por los demás constantemente. ¡Adiós, Peter, siempre te llevaremos en el corazón!