Dícese en teoría de la
que lo que nos gusta de las historias es que es una representación de la realidad, nunca la realidad en sí misma.
De ese modo, a los que les gusta presenciar actos violentos o muertes en directo o realidad, son sádicos o psicópatas si las realizan ellos mismos, mientras que los que leen o ven obras sobre diversos temas espinosos, son espectadores o lectores, nunca enfermos.
A todos nos gusta mucho... que sé yo, cualquier historia sobre una muerte por enfermedad terminal que de un mensaje positivo. Y sales del cine llorando y sonriendo. Pero nadie quiere vivir eso de primera mano con un familiar.
Así va el rollo.