He leído
Thor: Diosa del trueno Nº 46 - 49.
Continuamos con la siguiente fase de la etapa de Jason Aaron, cuya principal característica es la presencia de un nuevo Dios del Trueno, aunque en este caso concreto es una Diosa del Trueno, acompañada de un aura de misterio sobre su identidad.
Julián comenta de una forma muy interesante en uno de los Spot On, como en una era en la que las identidades secretas no están de moda el guionista recupera el concepto, aunque ni siquiera el lector conoce la identidad que se esconde bajo la máscara, por lo que el suspense aumenta y comienzan las cabalas tanto entre los protagonistas de la serie como con los propios lectores. Este aspecto de la trama dota a la historia de una mayor adicción y acrecenta el interés. A mí ha conseguido engancharme. En mi opinión, creo que es Roz Solomon, me ha parecido ver que hay varias pistas al respecto, pero bueno, ya lo descubriremos cuando sea. La cuestión es que es un aliciente más para una historia que tiene prácticamente todos los elementos esenciales para erigirse como una gran historia de Thor, sea hombre o mujer quien blanda el martillo. Además, al autor no le tiembla el pulso para aprovechar la situación y sacar a relucir una guerra de sexos en el propio seno de Asgardia. De hecho, el matriarcado de Freija no deja de ser una oda al feminismo. Ahora, con el regreso de Odín, acompañado de su hermano Cul, supuestamente reformado, comienza el verdadero reto de ver que facción saldrá victoriosa: la fascista de Odín o la democracia de Freija. Desde luego, el tema no podía ser más apasionante, pese a que se va desarrollando muy poco a poco y mediante retazos. Pero la crítica sociopolítica me parece bastante clara. Al menos a un nivel medio y como un componente más de la trama, sin grandes pretensiones, pero con un interesante trasfondo para la historia principal.
Aparte del misterio y la guerra de sexos y el poder, el escritor americano sigue muy ligado a la mitología en todos los aspectos posibles. Retoma a la Corporación Roxxon dirigida por Dario Agger, el misterioso Minotauro, acompañado de Ulik,
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En medio de esta situación, tenemos la llegada de la nueva Thor, que será aceptada por unos, mientras que otros la rechazan de plano, considerándola una impostora y una usurpadora. Todo ello provoca un gran dinamismo en la historia. Acción y épica a raudales en una lectura tremendamente adictiva que a mi cada vez me gusta más. Parece que por fin, la colección vuelve a sus fueros tras los últimos números. Lo cual es de agradecer.
Cabe destacar el papel de Thor, que cede su protagonismo en solitario. Sin embargo, sigue siendo una pieza clave para lo que nos quiere contar Aaron. El guionista profundiza muy bien en lo que supuso el susurro de Furia en Thor. Las consecuencias de convertirse en alguien indigno de su fiel compañero Mjolnir. Esto le provocará atravesar diferentes fases. La primera es frustración e impotencia, permaneciendo agarrado al martillo sobre la superficie de la Luna en un intento vano por recuperar el arma que le entregó su padre. Además,
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Después veremos la ira, ya que la nueva portadora del martillo de Uru es una desconocida. Aunque finalmente, como en cualquier cómic del Universo Marvel que se precie, los héroes siempre acaban unidos y en esta ocasión no iba a ser una excepción. A pesar de todo, Thor acaba aceptando la nueva situación y se comportará con la nobleza que le caracteriza y ejercerá el papel de coprotagonista de manera estelar. Eso sí, tampoco podrá evitar llevar a cabo sus propias pesquisas sobre la identidad de la Diosa del Trueno.
Finalmente, habría que destacar el papel del martillo. Aaron parece decantarse por la opción de mostrar el arma como un ente vivo, casi con inteligencia propia, convirtiéndose en otro protagonista más de la serie. Tanto es así, que diversas tramas giran en torno a él y su caprichosa forma de actuar, rechazando a Odinson y comportándose de manera novedosa con su nueva portadora. Por otro lado, el destino del martillo dirigirá los pasos de Odín y otros personajes. Todo esto me parece sumamente interesante y dota a la etapa de una mayor dosis de suspense. No obstante, creo que Aaron le da demasiado poder al martillo. No voy a decir que el arma forjada por los enanos no lo sea, pero aunque en los inicios de la historia del personaje todos sus enemigos veían en él la principal fuente de poder de Thor, poco a poco se demostró que realmente no era así. Quizá no pueda volar, o no pueda esgrimir el poder de la tormenta, pero Thor sigue siendo muy poderoso sin el martillo y a veces ese aspecto queda parcialmente desdibujado por las intenciones de la saga. Quizá es el apartado más negativo que veo a este bloque, que por lo demás me ha devuelto a la calidad de los anteriores de la colección.
El apartado gráfico no está mal del todo, aunque debo reconocer que no me acaba de convencer en algunos momentos muy concretos. La representación de algunos personajes me chirría un poco, pero por lo demás encaja muy bien en el tono actual de la serie. Russell Dauterman me gusta pese a que espero que evolucione a mejor a medida que continúe en esta etapa. Molina me gusta mucho menos y creo que no es adecuado para el entorno mitológico de la serie. Y más con esa imagen final en la que parece que todo se va a centrar en
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Desde luego, no es un lastre para leer y disfrutar esta serie, pero me gustaría ver un cambio rápido, hasta el regreso de Dauterman, que sin gustarme plenamente, me convence algo más.