La película era una patochada, pero contaba con la siempre eficiente Lea Thomson, musa de adolescentes por su aire sencillo pero atractivo, que la hacía muy próxima; y ese encanto de las películas de antaño que hoy ya no se ve: esa fantasía inocente, con alguna picardía, alguna ligera perversidad, pero esencialmente bondadosas. Ah, y la banda sonora de Jonh Barry. Incluso las patochadas de antaño tenían estilo.
Fuera de eso mi interés por el personaje es nulo y mi aspiración a que salga en el coleccionable está en estado de congelación permanente, pero si saliera, lo pillaría. En una buena colección, con contenidos tan cuidados y atentos, casi sería una descortesía no hacerlo, jajaja.