Informo de que, como parte de mi gloriosa cruzada Anti-Marvel (¡muera Marvel!
) y pro-DC (¡Viva DC!
), y con el único y loable fin de cargarme de (todavía más) argumentos para ensalzar a la icónica compañía del simpático Superman y hundir en la más infecta de las fosas sépticas a la empresa de la sátrapa Disney, ayer por la noche inicié la lectura de Starman de James Robinson.
Tres números llevo, tres números que entierran una vez más el conocido mantra del Marvel-zombie de que los "90s fueron una mierda". Y lo fueron, en su casa. Mientras, la excelente DC rompía el mercado con Vertigo, Starman y numerosísimas obras maestras que ayudaron a cimentar más su leyenda.
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Aquellos que en los años ochenta optaron por Marvel siguen hoy en día leyendo Marvel porque de un cómic de la Marvel se pasa a otro cómic de la Marvel. Los que optaron por la DC de la época, la de Alan Moore, Grant Morrison y Neil Gaiman, acabaron descubriendo a William Faulkner, H. P. Lovecraft, Stanislav Lem, Brian Eno, Timothy Leary, los Buzzcocks y Mikhail Bulgakov"