SOLARIS. No creo que esta película, perdón, esta obra maestra de la historia del cine, reciba muchos puntos positivos (ojalá me equivoque), y entiendo que cada cual tendrá sus motivos para no mostrar entusiasmo por la misma. Por encima de todo, soy el primero en reconocer que Solaris (y en general todo el cine de Tarkovsky) no es un filme de fácil acceso, más aún, su visionado -me atrevería a decir- exije una disposición de espíritu muy particular. Y ello por muchas razones, entre las cuales podríamos destacar la personalísima concepción del tiempo cinematográfico de la que hace gala el cineasta ruso, no sólo en esta obra, sino en toda su compleja cinematografía. "Esculpir en el tiempo": de tal manera podríamos describir el arte de Andrei Tarkovsky (sin ir más lejos, la editorial Rialp ha publicado un libro con dicho título que recoge un buen número de escritos teóricos firmados por el director de "Stalker"; también de próxima aparición encontraremos publicados sus "Diarios" por parte de la editorial Sígueme con el curiosísimo título de "Martirologio", sin duda una gran noticia para todos aquellos interesados en indagar en su obra de manera más íntima). Y en el caso que nos ocupa, ¿qué decir? ¿cómo hablar apropiadamente de una película que va más allá -o al menos lo pretende- de los límites marcados por la mera representación? Catalogada en una primera (e injustísima) valoración por algunos como l"a respuesta soviética" al 2001 kubrickiano, sin duda provocada por la proximidad en el tiempo, pronto se mostraría como una obra absolutamente diferente en todos los sentidos. Escrita a dos manos por el propio Tarkovsky y Friedrich Gorenstein, partiendo de la magnífica novela de Stanislaw Lem, Solaris se aleja deliberadamente de cualquier filme de ciencia-ficción al uso (Lem llegaría a decir de la adaptación que no le había gustado nada ese halo casi místico que Tarkovsky había proyectado sobre la historia). Y es que bajo el aspecto ci-fi del proyecto lo que encontramos realmente es un obra de marcado carácter existencial. Así, y siguiendo con las (incorrectas) comparaciones, podríamos decir que si Kubrick apuntó con su indagación en torno a la existencia humana al espacio exterior, Tarkovsky hará lo propio apuntando esta vez al espacio interior, ofreciéndonos en este sentido una de las obras cinematográficas más profundas e hipnóticas en la historia del cine acerca del alma humana. Por su fotografía, por su lenguaje fílmico, por su capacidad para mostrar más allá de lo meramente representado, por su atmósfera límpida a la par que fascinante, por querer recordarnos que el hombre aún puede esculpir en el tiempo, por filmar el amor como nunca más se ha filmado... un absoluto e incuestionable (por mi parte, claro) 10.