He leído
Crossed +100 Nº 2.
Con esta segunda entrega, Moore deja el puesto de guionista a Simon Spurrier y tengo que reconocer que el guionista británico lo clava. Me ha gustado mucho este volumen, en el que vemos como los planteamientos del barbudo van madurando y evolucionando hacia cotas muy interesantes, incluso mantiene las citas y la referencias a ciertas obras de la ciencia ficción y el terror que han sido de cierta relevancia. Quizá esperaba algún tipo de avance en cuanto a lo que parece una inminente guerra entre los cruzados y los hombres, pero Spurrier ha decidido desarrollar un poco más esa sensación de miedo hacia lo desconocido. En mi opinión, está siendo toda una sorpresa esta serie, que está bastante bien, sobre todo en lo que a tratamiento de personajes se refiere, así como a la elaboración de las tramas, dosificando muy bien la intriga. Me he quedado con ganas de saber como continúa todo.
Spurrier focaliza la atención en la archivista Futuro Taylor, que tras sobrevivir a la destrucción de Chooga, ha encontrado asilo entre los sulmanes, aunque estos no terminan de creer sus ideas sobre los cruzados y su capacidades de infiltración o de trazar planes.De hecho, casi es una auténtica cruzada para Futuro, ya que ella espera una invasión y un ataque de los cruzados, en lo que supone que es un plan para acabar con la Humanidad. Su idea se ve reforzada cuando conoce la existencia de un grupo de cruzados que se dedica a extorsionar asentamientos. Cuando llegan al suyo,
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hay algunos aspectos muy interesantes de esta sociedad postapocalíptica, en la que vemos como Futuro debe sentir en sus carnes cierto rechazo por no ser creyente. Y es que los sulmanes no dejan de ser una versión de los musulmanes, por lo que resulta interesante ver este intercambio de papeles de lo que viven un poco ellos en la sociedad estadounidense, con ese miedo a los islamistas y todo lo relacionado con el terrorismo. Aunque realmente no es comparable la situación ficticia con la realidad, me llama la atención que Spurrier haya seguido por ahí, teniendo en cuenta que es un tema de cierta sensibilidad. Además de la religión, también resulta interesante todo el tema que surge sobre la posibilidad de restablecer la sociedad, estableciendo sistemas de trueques y manteniendo cierto contacto por radio. Lo habitual en este tipo de escenarios es explorar al grupo aislado, sin acabar de ampliar el campo de acción.
Por último, destacar la evolución de los cruzados, que como ya se veía en el número anterior, dejan de ser descerebrados que canibalizan y violan a su víctimas, sino que extorsionan, planean e incluso reconocen a futuro.De ese modo, comienza a surgir un enfrentamiento que se cocina a fugo lento, pero que también saca lo peor del ser humano, dispuesto a todo por salvar su propio pellejo. Así, la propia Humanidad acaba fragmentándose, entre los que son capaces de aceptar las exigencias del os cruzados y aquellos que sin importar las consecuencias van a plantar cara contra ellos. La verdad es que me ha gustado mucho el tempo narrativo de Spurrier, que juega muy bien con la intriga y el suspense, dejando en el aire algunas incógnitas interesantes, principalmente eso de que
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, dosificando muy bien el gore y la acción, de manera que me atrevería a decir que es el tomo menos agresivo visualmente de todos los que he leído hasta el momento del concepto al que Ennis dio vida. No obstante, sigue siendo una serie no apta para estómagos sensibles, aunque creo que los niveles de calidad están muy altos de momento, incluso más que en la miniserie original.
Tenía cierto temor a que, como en el primer tomo, la jerga volviese a lastrar la lectura. En esta ocasión ha sido mucho más llevadera, por lo que Spurrier se anota otro tanto a su favor. Para ellos construye una trama en la que el diálogo y el texto se alterna muy bien con la narración gráfica, de forma que casi tenemos una comunión perfecta. Es cierto que tanto cranear, sarpullear, marrones y un largo etcétera se hace un poco pesado, pero Spurrier consigue que se haga mucho más llevadero, limitando el texto a lo estrictamente necesario. Moore es mucho más denso en ese aspecto, siempre lo ha sido, algo de lo que con la llegada de Spurrier los lectores salimos ganando, notándose mucho la diferencia. En el apartado gráfico tenemos a Fernando Heinz en la primera parte y a Rafael Ortiz en la segunda. Yo me quedo de largo con Heinz, creo que representa el estilo de dibujo que combina mejor con esta serie y con las publicaciones de Avatar Press, la mayoría con una estética similar y con temáticas relacionadas con el horror. Ortiz no lo hace nada mal, pero el cambio es un poco traumático, al pasar de un trazo limpio a otro más sucio, casi me atrevería a decir que más Image. Aunque soy consciente que no tiene nada que ver, pero en los últimos años hay cierta preponderancia en cuanto a estilos dependiendo de la editorial americana en la que se publique. Ortiz es, para hacernos una idea, más Los Muertos Vivientes, mientras que Heinz es más bien Ferals, otro de los títulos publicados por Panini de este sello editorial. En definitiva, un tomo bastante bueno, que intensifica la trama central planteada por Moore y que sigue desarrollando uno de los futuros distópicos más interesantes del mundo de la ficción surgido en la última década.