He leído
Escuadrón Suicida Vol. 3: Villanos.
Retomo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
En este volumen, alcanzamos las 25 entregas de la serie original. Uno de los aspectos que más me sigue sorprendiendo es ver mucha violencia explícita. Muertes a tutiplén, incluidos algunos personajes, asesinatos en masa, sangre y un escenario que combina el universo de superhéroes de DC con conspiraciones políticas, intrigas políticas y cierto tono bélico en ocasiones. Por otra parte, aunque tenemos un núcleo sólido en el grupo, los integrantes van cambiando constantemente, llegando incorporaciones como la del Dr. Luz u otros villanos menos conocidos del universo de ficción de DC. Una serie que en todo momento es bastante coral, quizá demasiado en ocasiones, ya que uno puede llegar a perderse entre tantos personajes, pero que también es su principal puntal para ofrecer tramas y argumentos dinámicos con cierto ritmo. Resulta realmente llamativo ver como Ostrander alterna episodios cargados de acción con otros mucho más densos de contenidos explotando el Universo DC y algunos de sus personajes de una forma muy diferente al habitual. El punto negativo es la presencia del dibujante Luke McDonnell, que en ocasiones es un auténtico lastre, y que los guiones de Ostrander merecen un dibujante más sólido y menos irregular. Yo no soy un detractor de este dibujante, su trabajo en Iron Man no me pareció tan malo como aquí, pero no cabe duda que es lo peor de esta serie.
Comenzamos este recopilatorio con una pequeña saga en la que la Yihad hace acto de presencia, devolviendo sobre Manhattan el ataque fallido del Escuadrón Suicida en el primer volumen de la colección. De nuevo entra en escena el ataque terrorista, en una especie de profecía sobre el peligro procedente de Oriente Medio. No obstante, también se deja caer una crítica al propio gobierno estadounidense, aludiendo a su intervención en diferentes conflictos bélicos, siendo este el principal motivo de que ahora tenga el enemigo en casa, por así decirlo. Son unos episodios cargados de acción, donde podemos ver una auténtica guerra sin edulcorar en las páginas de una serie de superhéroes durante los años ochenta. A mí hay varias escenas que me han sorprendido mucho y que prácticamente asocio con un tebeo de
Vertigo o similares.
A continuación, Ostrander vuelve al desarrollo de los personajes, con especial dedicación a Amanda Waller, que a pesar de su pasado trágico se va perfilando como una mujer implacable que siempre consigue todos sus objetivos, sin importar a quien tenga que llevarse por delante. Una de las subtramas gira en torno al chantaje que sufre de un candidato al senado, que amenaza con hacer público la existencia del Escuadrón. No deja de ser interesante como esta intriga política da un giro interesante, utilizando los medios de comunicación como la mejor forma de contraatacar. Waller utiliza las herramientas propias de una mujer que controla el poder y sabe manipularlo a su conveniencia, recordándome un poco a la serie de televisión
Scandal, en la que se mostraba como en el seno de la Casa Blanca se utilizan medios similares para cubrir todo tipo de escándalos. Ni siquiera el poder judicial podrá con Waller, otro ejemplo más de hasta donde llega su poder.
Con tanto intercambio de integrantes en el seno del grupo, Ostrander se centra en los habituales como Nightshade, que presenta una importante transformación tras la última saga. También llega a su punto y final el juego del Capitán Búmerang, el pringado del equipo y quizá uno de los más despreciables. Tigre de Bronce y Vixen va cobrando un mayor protagonismo, así como se mantiene cierto misterio en torno a una de sus amnésicas integrantes, que podría venir de Apokolips. Por otra parte, el primer anual de la serie, dibujado por Graham Nolan, nos devuelve a temas propios de la conspiración, destapando algunos secretos relacionados con la muerte de JFK y la persecución de un agente libre que pretende mantener la paz mundial según sus propias condiciones. Además, el Escuadrón se enfrenta a la organización criminal Kobra.
En la fase final del tomo, se va resolviendo todo lo relacionado con el chantaje a Waller, por lo que el Escuadrón debe realizar un misión para mejorar su imagen pública, liberando a una monja de un estado africano marcado por la dictadura. Una saga en la que Ostrander nos trae cierta reflexión y crítica sobre las injusticias del mundo. Asimismo, por aquellas fechas, tuvo lugar el evento Invasión, por lo que nuestros protagonistas deberán hacer frente al ataque alienígena con extraños aliados como los rusos en otros episodios con un cagado carácter bélico, pero demostrando una vez más su integración dentro del Universo DC. Incluso tendremos de invitados a algunos de los Guardianes, surgidos tras la saga. Finalmente, el Escuadrón adquiere un nuevo estatus, de cara a la opinión pública, pero de puertas para dentro, Waller sigue siendo la jefa y todo parece igual, salvo por la dimisión de algunos de los miembros del Escuadrón, aquellos que no son villanos, claro. De ese modo, parece que en las últimas páginas tenemos un importante punto de inflexión, en el que poco a poco los villanos tendrían más presencia que los héroes. Aunque haciendo honor a la verdad, es dificil distinguir aquí a los héroes, principalmente por la ambigüedad moral con la que juega Ostrander, el principal aliciente de la serie y sobre lo que gira la trama central.
Mi valoración de momento es bastante positiva con respecto a esta serie, que se acerca al género de los superhéroes desde una perspectiva muy diferente al habitual, sin tapujos y con lo que a mí me parecen temas dirigidos a un público adulto. Quizá en ocasiones pueda parecer muy densa, pero no por ello es menos interesante y ofrece una lectura amena. Solo queda ver como evoluciona en las siguientes entregas, y si realmente un villano puede ser un héroe, o puede que sea al revés, quién sabe.