Ya somos dos con Correos. Lo del segundo paquete Astel fue un auténtico cachondeo. Ni dignarse a llamar al timbre, y hala, a buscar un porrón de kilos de libros a la oficina.

En Navidad se lucen. Se lucen siempre, pero ahora más. Cómo se nota que son funcionarios. Si fuera una empresa privada, más de la mitad tendrían la patada en el

en menos que canta un gallo.
Yo sigo a la espera de respuesta por parte de Miquel, en resultado a su "inquietante" "última newsletter de Astel". Si es como me huelo... tardaré más de la cuenta en tener material nuevo, creo yo.
