Como has dicho, te ha cogido mayor, eres un adulto, ves sombreros, no elefantes devorados por boas.
Si te digo "es un cómic precioso, lleno de colores e ideas, sueños e imaginación" no serás capaz de verlo. En cambio, si te digo, "es un cómic de un millón de dolares" dirás "¡Ah, qué precioso es!".
El problema, es que nadie te ha domesticado. Para ti el trigo no significa nada.
Y por supuesto, lo esencial es invisible a los ojos.
Siento decirte que perdiste la oportunidad de dejarte enamorar por una rosa, que no es igual a miles de rosas. En fin. Ya vendrán los tigres con sus garras, y tú esgrimirás tus espinas. A veces no queda otra.
El Principito es una de las obras literarias universales indiscutibles. Es un clásico infantil obligatorio, pero, como toda obra verdadera, que nos habla sobre nosotros mismos y sobre la vida con honradez y una mirada lúcida, distinta, es una de esas lecturas que te acompaña toda la vida cuando te toca. Es un libro de cabecera. Un mantra.
Yo tengo una edición de 1987, de cuando era pequeño. Lleva conmigo toda la vida. Lo he releído cientos, literalmente cientos, de veces. Lo he representado en lecturas, ante públicos infantiles. Y tendremos 5 o 6 ediciones distintas por casa.
Lástima que te saltaras precisamente a Antoine de Saint-Exupéry, la verdad. Porque hay cosas que uno puede perderse sin un gran problema. Tolkien (que no es para todo lector), Christian Andersen (que conecta con el yo adulto) o incluso Ende (aunque la verdad, para un niño, es un crimen no leer Momo en su infancia). Pero de todos estos, y mira que la competencia es dura, te diría que el mayor clásico, el que atesora más calidad y un universo propio, es, con diferencia, El Principito.
Me apena que no vayas a tener eso en tu vida. Que cualquier persona no lo tenga.