Robin Williams sufría de Parkinson y de demencia de cuerpos de Lewy, una enfermedad neurodegenerativa que afecta a la memoria, la percepción visual, el juicio, la concentración y la movilidad. Era un hombre sin ningún tipo de control sobre si mismo salvo pequeños periodos de tiempo y le habían dado un máximo de 3 años de esperanza de vida. En uno de sus lapsus de lucided y autocontrol decidió hacer lo único que podía para aliviar su sufrimiento. Ha asegurado públicamente su mujer, Susan Williams.