Thor: Omnigold 6: ¡La Batalla a las Puertas del Infierno! (1973-1975)
Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-thor-omnigold-6-la-batalla-a-las-puertas-del-infierno-1973-1975/El quinto tomo recopilatorio dedicado al Dios del Trueno finalizaba con un sabor agridulce. Tras dos tercios de volumen espléndidos, con un Gerry Conway fulgurante, la parte final perdía bastante fuelle.
El presente tomo, el sexto ya, continúa con el mismo equipo de autores, formado por Gerry Conway y John Buscema. Dúo que se mantendrá durante la mayor parte de su extensión, por lo que estamos ante una de las etapas más largas de los 70 realizadas por un mismo equipo.
Empieza de forma modesta en cuanto a capacidad para sorprender, pero bastante correcta en cuanto a ejecución. Buenas batallas con Ulik y sus trolls pretendiendo invadirlo todo.
Conway pronto vuelve a retomar su elaboración de relatos de mayor magnitud, un poco abandonada en la parte final del volumen precedente. Partiendo del hilo argumental insinuado al final del anterior tomo, el destino de Balder, se gesta una de las sagas más extensas de estos años en Marvel.
Estamos ante una aventura espacial que no puede resultar más apasionante, al menos en su concepción.
Siguiendo con las comitivas numerosas, un grupo formado por Thor, Fandral, Hogun, Hildegarde, Tana Nile y Silas Grant, se embarcan, literalmente, en un barco estelar. Por su parte, Volstagg se queda al cuidado de un desquiciado Balder.
El barco estelar es, tal cual, un barco vikingo. Pero en esta ocasión con la capacidad de surcar el cosmos.
La primera parada de los navegantes es un desconocido planeta llamado Estrella Dorada. El objetivo es el rescate de Odín y Heimdall que yacen secuestrados.
No es que la trama sea especialmente original. Los viajantes asgardianos se unen a la resistencia para liberar al planeta de una raza de reptilianos que tienen a su mundo sometido a una tiranía, en un claro mensaje antiesclavista. Pero el despliegue imaginativo es tan hechizante que poco más se puede pedir. Por obra y gracia, sobre todo, de un soberbio John Buscema.
La segunda parada tiene lugar en la Nebulosa Oscura, donde esperan encontrar a Lady Sif y Karnilla.
Allí se encuentran con Mercurio, el Hombre 4-D, que necesita la energía de una enorme joya para poder salvar a su dimensión natal.
Dicha joya, que concentra la esencia vital de una ancestral civilización, se acaba convirtiendo en el Dios-Joya Xorr, erigiéndose en el villano de este segundo capítulo de la saga.
La verdad es que el concepto de una descomunal joya parlante suena a fábula alucinógena que mejor no tomarse muy en serio. Más, cuando nos encontramos delante de un viejo barco vikingo enfrentándose a una gigantesca joya en medio del espacio.
Por suerte, la parte final es especialmente espectacular. Xorr intentando regenerarse en el mundo que fue y haciendo frente a Thor, Odín y Mercurio. Cada uno de ellos con su propia estrategia de combate. La única pega es que el desenlace queda resuelto de forma demasiado rápida, cuando se hacía presagiar algo más desarrollado.
Esta precipitación en los desenlaces es algo de lo que también adolecen las dos siguientes sagas.
En la primera de ellas, el numeroso grupo regresa a Asgard donde se encuentra con que su lugar ha sido ocupado por impostores que son un calco de sus propios cuerpos.
El responsable de haber creado a los clones no es más que el hechicero Igron. Buena idea pero falta de desarrollo, especialmente en su conclusión.
La segunda es mucho mejor, alcanzando el nivel de las mejores sagas incluidas en el anterior volumen. Thor, Sif, Balder, Tana Nile y Silas Grant parten hacia Rigel, planeta natal de Nile, por orden de Odín.
El caso de Silas Grant es de lo más singular. Aparece en todas las fiestas, pero se limita a estar ahí sin hacer nada. Su imagen, vestido como un humano cualquiera, totalmente fuera de contexto en una epopeya cósmica, lo convierten en una especie de elemento decorativo simpático.
La cuestión es que una especie de conjunto planetario llamado las Estrellas Negras destruyen Rigel, cuyos habitantes previamente han abandonado embarcados en una infinidad de naves.
A estas alturas ya podemos confirmar que la aportación de Conway y Buscema es rica en nuevos conceptos, mundos y razas. A los ya vistos Estrella Dorada, Nebulosa Oscura o la raza de los Hombres 4-D, se suman las Estrellas Negras o los Cuidadores, un conjunto de innumerables humanoides de metal viviente liderados por Avalon.
A la alta imaginación cabe sumar el inconmensurable trabajo gráfico de John Buscema, que nos deleita con espectaculares splash pages, ingrediente no especialmente habitual en su narrativa.
La presentación de los gigantescos habitantes de la Estrella Oscura central sigue sin bajar la cota de deslumbramiento, pero precipita los acontecimientos hacia un final demasiado abrupto. La saga es realmente buena pero no podemos evitar cierto sabor agridulce tras un desenlace que prometía ser más épico.
En el siguiente capítulo de la etapa guionizada por Gerry Conway nos trasladamos a otros escenarios. Krista, hermana de Hildegarde, centra la atención del reparto de esta nueva saga, al ser raptada por la perversa alianza formada por Ares y Plutón.
Conway nos trae de vuelta al Thor más impulsivo en una estúpida batalla contra Hércules. Por eso y por otras cosas creo que al arco le sobra ingenuidad y previsibilidad argumental. Pero sin embargo sobrevive a base de espectacularidad, variedad de escenarios y secuencias góticas como la de la bruja Chaga. Y un Buscema que vuelve a salirse, por lo que la saga es más que disfrutable.
Regreso a la Tierra y al pasado… y Hércules que coge sitio.Tras largo tiempo socorriendo al Universo, Conway decide devolver al Dios del Trueno a la Tierra. Junto a su bruto amigo Hércules, que se queda en la colección durante una buena temporada.
Y la Tierra también significa el regreso a escena de Don Blake, del que ya casi ni nos acordábamos.
También supone rebajar la ambición de las líneas argumentales a algo más modesto. Quizás sean líneas menos productivas para la colección que nos ocupa, pero también necesarias en pro de la diversidad argumental.
El primer apuro en el que se ven inmersos los dos dioses no pasa de correcto. El enemigo a batir es el Destructor, que revive tras absorber el alma de un científico a la búsqueda de poder.
Ya en el segundo episodio Conway pone toda la carne en el asador con otra de sus sagas monumentales, en la que los protagonistas se ven obligados a aventurarse al espacio exterior.
Galactus vuelve a ser el principal centro de atención al llegar a la Tierra convocado por su nuevo heraldo, el Señor del Fuego, que hace aquí su primera aparición en el universo marveliano.
Pero esta vez el gigantesco alienígena ha regresado para pedir ayuda a Thor y Hércules para enfrentarse a un trastocado Ego, el planeta viviente.
La locura que invade a Ego toma como base una idea de lo más atractiva. Cuando Tana Nile extrajo un fragmento del planeta para concebir a Ego Primordial, como vimos en el anterior tomo, el propio Ego sufrió un desequilibrio mental. Tomando como base este planteamiento, la saga lleva insertada un relato un tanto alucinante, pero con todo el sentido. En lo que es claramente una historia de origen de Ego, nos cuentan cómo millones de habitantes del planeta que fue tiempo ha, buscaron refugio en su núcleo hasta acabar fusionados con su masa. Y así nació Ego, un mundo que alberga las mentes de millones de seres racionales.
El trabajo gráfico es directamente acojonante. Por lo menos hasta la sustitución temporal de Buscema por Rich Buckler, que se encarga de media saga.
Cabe también resaltar la estampa de un Galactus más humano que nunca. Capaz incluso de pedir ayuda. Quizás se podría decir que, de tan humano, acaba pecando de ingenuo en el epílogo de la saga. El alienígena gigante accede a liberar al Señor del Fuego de su esclavitud, porqué Thor le promete un nuevo heraldo. Así que el asgardiano le endosa ni más ni menos que al Destructor. La solución, al parecer, está en que Galactus ceda una porción de su poder al ser sin cerebro y listo. Ya tiene a su más fiel servidor.
Rich Buckler concluye su breve periplo como dibujante de Thor con un arco de dos números bastante discreto. Más allá del olvidable argumento sobre un ser que mora en la oscuridad, llama la atención la gran diferencia entre los dos números en cuanto al apartado gráfico. El primero es un horror mientras que el segundo luce bastante bien. La diferencia está, por supuesto, en los entintadores. Chic Stone y Joe Sinnott, respectivamente.
Por suerte, John Buscema está de vuelta en el siguiente número, y ya hasta el final de esta etapa guionizada por Gerry Conway.
El regreso de las aventuras del Dios del Trueno a la Tierra pasa a ser directamente un retorno a los primeros tiempos de la colección con la recuperación de Jane Foster, ni más ni menos. No es un retorno súbito, sino que la ex de Thor se pasa unos cuantos números debatiéndose entre la vida y la muerte en un hospital. Una serie de números que da inicio a una de las sagas más extensas de la colección, si bien en realidad son varias las líneas argumentales que se van sucediendo de forma simultánea para acabar confluyendo.
La primera parte de esta saga podríamos decir que es cuando la colección certifica el pequeño bache, en base a una mezcla de diferentes tramas sin harmonía, alguna de las cuales carentes de interés. Por ejemplo, el enfrentamiento de Thor y Hércules contra un tipo llamado Armak, emergido durante una sesión de espiritismo.
Tampoco el nuevo intento de Loki en su afán de conquistar Asgard tiene un inicio demasiado interesante. Es a partir de la batalla entre Asgard, ya conquistada por Loki, y la Tierra, con Thor al frente del ejército de los USA y la ayuda del Señor del Fuego, que la cosa se empieza a poner más atractiva.
A partir de este momento se pone en práctica la provechosa técnica, ya vista en otras largas sagas, de los diferentes escenarios o hilos que se van alternando hasta interconectar.
De esta forma, Lady Sif, Hércules y el Visir parten hacia el cosmos en busca del Bastón de Runas de Kamo Tharnn. Utensilio con el que pretenden salvar la vida a Jane. Rematando en un turbador final, con sacrificio por parte de la Diosa.
Por su parte, Thor se enfrenta a Loki primero, y posteriormente a un vengativo Hombre Absorbente.
Y, finalmente, lo más sorprendente. Odín, compungido por las desproporcionadas riñas a su hijo, se ha autosometido a un hechizo de olvido con el fin de afincarse entre los humanos, por los que Thor siente tanto apego.
Por si fuera poco, la segunda mitad de esta larga saga cuenta con los dibujos de John Buscema siendo entintado por Joe Sinnott. Así que es de imaginar que el nivel visual de lo que nos ofrecen es absolutamente inapelable. Qué manera de dibujar, madre mía.
Como quien no quiere la cosa, el regreso de Jane Foster ya es una realidad. Y con ella, un retorno a mediados de los 60, pero rebajando un tanto los niveles de ingenuidad y con una Jane Foster reconvertida a mujer valiente y con personalidad.
En el inicio de una nueva línea argumental, una vez más, Ulik trama un despiadado plan para vengarse de Geirrodur, rey de los trolls de las cavernas. Otra muy buena historia de Conway genialmente ejecutada por el tándem Buscema-Sinnott.
Pero no nos olvidamos de Odín, cuyo interesante relato todavía no ha llegado a su fin, avanzando también en paralelo al arco de Ulik. Un Odín amnésico conviviendo con los vecinos de un pueblo de la California más profunda y rural.
Justo aquí es donde llega a su fin la larguísima etapa de Gerry Conway, que ni siquiera termina los frentes correspondientes a Ulik y Odín.
Roy Thomas, con Sal Buscema al dibujo, hace lo propio con la parte del troll y de forma más que solvente.
Lo mismo ocurre con Hércules, que se despide aquí tras un buen trecho como colega de peripecias de Thor.
El periplo correspondiente a Odín es finalizado entre Thomas y Bill Mantlo, que rellenan un pequeño hueco antes de la llegada del nuevo guionista estable.
Thomas y Mantlo deciden conectar el largo retiro del amnésico Odín al antiguo Egipto. Más concretamente a los Dioses egipcios que supuestamente moran en los cielos. Una personificación de Horus, Osiris e Isis baja a la tierra con el fin de encarnar al Dios padre Atum-Ra en la figura de Odín, y así derrotar al pérfido Seth.
La idea de por sí es de lo más seductora y si, además, el segundo de los números cuenta con los increíbles diseños y la poderosa narrativa de John Buscema con los acabados de Joe Sinnott, la cosa difícilmente puede fallar.
Antes de dar por concluido el volumen, todavía hay espacio para un último número, aunque fuera de la serie de Thor. Se trata de un unitario episodio protagonizado por Hércules dentro de la serie genérica Marvel Premiere, realizado por Bill Mantlo y George Tuska. Se sitúa justo en el punto en que Hércules abandona la colección de Thor, por lo que debe entenderse como un intento de brindarle al olímpico una carrera en solitario.
Para desgracia del olímpico, la historia es de lo más floja. El olímpico Tifón y la bruja Cylla ejercen de oponentes.
Conclusión.Siguen sin bajar el listón las aventuras del asgardiano. A buen seguro una de las series que mejor se ha mantenido desde sus inicios.
Quitando un par de pequeños baches en la parte central de este recopilatorio, el resto me parece muy recomendable. Algunas sagas no son perfectas pero las virtudes superan ampliamente los defectos.
En definitiva, balance bastante alto para la etapa guionizada por Gerry Conway.
Y John Buscema, que se encarga de casi todo el apartado gráfico, es seguramente el principal atractivo de estos cómics. Espectacular cuando cuenta con Joe Sinnott a las tintas.
7 Favoritos
Tema: MARVEL GOLD/MARVEL HÉROES CAPÍTULO 34: A TRAVÉS DEL UNIVERSO (Leído 162634 veces)