Spiderman: Omnigold tomo 2: ¡Si éste es mi Destino…! (1965-1966) Tal como ocurre con el segundo tomo de los 4 Fantásticos con respecto al primero, en este segundo Omnigold de Spiderman las sorpresas y presentaciones pasan a un segundo plano. El transcurrir de las vivencias y aventuras de Peter Parker se bastan para no necesitar de grandes novedades.
Esto no impide que también haya lugar para la presentación de otro de los grandes villanos de Spiderman como es el Escorpión, en el primer número que se incluye en el tomo. Ya a menor escala en importancia, estaría la presentación del Hombre Ígneo.
En lo que respecta a los guiones, Stan Lee sigue dándolo todo. Quizás incluso se puede decir que la figura de Peter Parker toma más importancia, si cabe. Las líneas argumentales y diálogos no cejan en explorar la parte interrelacional de Peter con sus compañeros de instituto y de trabajo, con sus novias o con sus rivales sean de la naturaleza que sean.
En este sentido, el número en que coprotagoniza junto a la Antorcha es una lección sobre cómo se debe llevar una trama en la que las relaciones entre personajes se inmiscuyen y acaban por superar a la, a priori, historia base.
La relación con Johnny Storm me parece otra de las grandes ideas de Lee. Esa rivalidad, en el fondo cómplice, que surge entre dos adolescentes testarudos, aporta mucho juego y chispa a los diálogos.
Por su parte, la figura de J. Jonah Jameson no para de crecer en su aversión irracional y soberbia contra Spiderman. Sin duda uno de los grandes personajes de la Marvel de estos inicios que, casi se podría decir, se erige en esta etapa como el gran villano del trepamuros. Desde ser el responsable de crear al Escorpión hasta la idea del primer Mata Arañas, pasando por reportajes manipulados en su periódico, el bueno de Jonah parece hallarse en cualquier cruzada para aniquilar al cabeza red.
Precisamente uno de los números más divertidos es el del Mata Arañas creado por Smythe. En él, entre otras cosas, aparece por primera vez Mary Jane Watson, aunque no se nos muestra su cara, y se trata tan sólo de un cameo funcional. El chasco que reciben las pretendientes de Peter, Betty Brand y Liz Allan, cuando la ven, es muy gracioso.
Entre los arcos argumentales, destacan los enfrentamientos contra el Duende Verde en su plan para hacerse con el control del hampa de la ciudad. Un Duende Verde que no deja de ser un gánster más, por mucho que vaya disfrazado y vuele sobre un jet planeador. Números de gran dinamismo a los que se suma el interés por descubrir la identidad oculta del Duende. Identidad humana que se nos muestra en carne y hueso sin que realmente sospechemos de quien puede tratarse.
Entre la confusión de identidades secretas de los villanos (el Duende Verde y un nuevo actor, el Señor del Crimen), Frederick Foswell pululando por ahí para despistar, y el propio Spiderman como trofeo para conseguir el reinado del hampa, quedan una serie de historias de lo más apasionante, unos tebeos completísimos. Ah, y no hay que olvidar los contratiempos “domésticos” de Spiderman, como quedarse sin uniformes y tener que comprarse un disfraz de saldo que se le acaba aflojando por todos lados. Por fortuna, sin estas dificultades mundanas no sería Spiderman.
Nuevos amigos tras la graduación.La aparición de Norman Osborn es, sin duda, la gran novedad de estos números. No sólo por él mismo sino también por los personajes que arrastra, su hijo Harry y la amiga de éste, Gwen Stacy, que van a convertirse en personajes omnipresentes del entorno de Peter. Efectivamente, la universidad trae nuevos compañeros de clase mientras que otros desaparecen, caso de Liz Allan. Por suerte para nosotros y desgracia para Peter, Flash casualmente se inscribe en la misma clase que nuestro protagonista.
Y la relación con Betty Brant empieza a acercarse a su fin, como no podía ser de otra forma puesto que no iba a ningún lado.
Otra de las novedades de estos números que quedan para terminar el tomo es que en gran parte Steve Ditko figura como argumentista, y en algunos incluso como guionista. Quedando en éstos Stan Lee como escritor de los diálogos.
Tras un genial y divertidísimo nuevo enfrentamiento con el Escorpión, con el dúo humorístico formado por Spiderman y Jameson a pleno rendimiento, viene el no menos divertido número del Gato, donde se incluye un interludio de lo que viene a continuación, la gran saga de este tomo y quizás de toda la etapa Lee-Ditko.
La saga del Planeador Maestro se enmarca más que nunca en el género dramático. Por una vez el humor pasa a un segundo plano en esta trama que lleva al trepamuros a un nuevo enfrentamiento contra Octopus, aunque en realidad la historia no vaya de eso. Los autores llevan esta vez a Peter Parker al límite, a un punto casi trágico. Y no sólo por la enfermedad que está a punto de acabar con la Tía May, sino por la terrible tensión por la que pasa nuestro héroe. Peter se siente responsable de haber transferido sangre radiactiva a su tía en aquel lejano Amazing Spiderman 10, y no podría soportar volver a pasar por lo que ya pasó con el Tío Ben. Nos encontramos al Spiderman más violento, casi diría que capaz de matar a quien se interponga en su camino en la recuperación del suero que salve a May. Esa imagen de Spiderman sacando fuerzas donde ya no las había para levantar toneladas de maquinaria para librarse, es de las más emotivas de la Marvel de los 60.
Todo ello contando con una narrativa gráfica magistral de un Steve Ditko en su mejor momento, y también de los esenciales diálogos de Stan Lee, que es capaz de desenvolverse igual de bien en las líneas dramáticas como lo hace en la socarronería.
Entre las escenas de emergencia por la Tía May también hay espacio para la vida social, donde un Parker fuera de la realidad ha estado ignorando a sus nuevos compañeros de clase. Sobre todo a una Gwen Stacy que desde el primer momento se siente atraída por él.
Es curioso como Ditko esta vez intenta dibujar a una chica con las facciones más finas de lo habitual, dando a entender que estamos ante la belleza definitiva. Una Gwen que en estos inicios está lejos de ser la chica frágil y sensible que veremos en la siguiente etapa, con Romita a los lápices.
Los últimos números del tomo, y de Steve Ditko en la colección, no están al mismo nivel estratosférico pero desde luego son buenos.
Destacan un nuevo enfrentamiento con Kraven y el episodio del Profesor Stromm, donde Norman Osborn tiene al fin su primer papel importante.
La intriga por el secreto que guarda Osborn, junto a la evolución de la relación de Peter con Gwen, por el momento de amor/odio, son los puntos de mayor interés de estos números. También está la extraña desaparición de Betty Brant después de que Ned Leeds confirme que no se ha ido con él.
Como añadido, se incluye el arco con Spiderman como invitado en Daredevil, que no incide en la colección del trepamuros pero son los primeros números de en que John Romita dibuja al cabeza red.
Para concluir, estamos ante unos tebeos que marcaron una época en la historia del cómic. Un disfrute absoluto, imprescindible se queda corto para un tomo como este.