He leído
"El arte de volar" de Antonio Altarriba
Cita 1:
"Mi padre tardó noventa años en caer de la cuarta planta"Cita 2:
¿Peña o flor?¡Dios! ¡Qué pasada! No es que haya leído mucha novela gráfica hispana, cosa a la que habrá que poner remedio, pero de lo que he leído hasta ahora, El arte de volar es la mejor con mucha diferencia. A años vista de la siguiente, en mi opinión, claro, pero el grado sublime de narrativa, lo bien expuesto de la obra y su tratamiento, la convierten en la cima a superar. Qué puta maravilla esta historia de un perdedor nacido para sobrevivir.
La historia nace de un final. El suicidio de
Antonio, un nonagenario enfermo de depresión, tirándose desde la cuarta planta de la residencia de ancianos donde vivía, sabedor de que ya sólo le quedaba ese último vuelo para elegir con libertad cómo enfrentarse a la muerte.
Este arranque sirve para que
Antonio Altarriba nos narre la historia de su padre, desenmarañando su vida y reconstruyéndola desde esa infancia de padres estrictos con mano larga en
Peñaflor, un pueblo zaragozano, adornado con campos de trigo que torturan los riñones en la siega y cielos brillantes que ciegan en la solana. Pronto comenzarán a crecer junto a los cereales y las calabazas, brotes amurallados para proteger las tierras del vecino codicioso. “Así que crecí con el horizonte cegado por la barrera de la ambición, o quizá de la miseria. En cualquier caso, crecí” Sobrevivir, que comentaba al principio.
En cualquier caso, imposible volar, los muros lo impiden. Hay que buscar otro nido. Hay que elegir, quedarse o marchar ¿cara o cruz?, ¿peña o flor?
Basi, su amigo, y con él, sus sueños conjuntos, quedarán atrás, destruidos. Llegará la guerra, la llamada a filas, la deserción del bando nacionalista, sus aventuras junto al bando republicano. Conducirá un
Hispano-Suiza con injertos de alas (¡ay,
Basi!, amigo mío) calzará sus alpargatas de la suerte, ungirá cuatro anillos con un brindis y buscará una muerte redentora que no le será otorgada.
Asistiremos a la huida del vencido, del perdedor olvidado. Campos de refugiados al sur de Francia, la lucha contra el fascismo al lado de la Resistencia, las penurias, la miseria. La vuelta a España renunciando a sus ideales (qué bien narrado con esos ojos arrancados por el águila franquista). Negarse a ver para poder seguir adelante.
Luego el estraperlo, un matrimonio fracasado, negocios fallidos, escarceos amorosos…
Altarriba no juzga, sólo muestra, nos hace intentar comprender los actos de su padre, la devastación del desafortunado, la soledad perpetua de al que nunca le sale cara.
Porque esa es la historia; es hijo de la guerra, del hambre de posguerra y del sufrimiento y la rabia del sometido a su pesar. Incluso en la residencia, ya anciano, perderá sus guerrillas. Demasiadas decepciones en su vida que acaban convirtiendo que un impacto contra el suelo no sea ruido seco y estertor, sino victoria liberadora. Es hora de volar, de cielos azules y de campos abiertos. ¿Peña o flor? Esta vez, flor.