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Autor Tema: Corto Maltés  (Leído 97242 veces)

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Conectado miguelito

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Re:Corto Maltés
« Respuesta #525 en: 06 Noviembre, 2023, 23:04:08 pm »
He leído Corto Maltés: Bajo el sol de medianoche


"Bajo el sol de medianoche les suceden cosas extrañas
a los hombres que se afanan por el oro;
Los senderos del Ártico guardan historias secretas
que os helarían la sangre;
La Aurora Boreal ha contemplado prodigiosas visiones,
pero la más prodigiosa que jamás contempló
sucedió aquella noche a orillas del lago Lebarge
en que incineré a Sam McGee".



Bonito, ¿eh?

Así comienza la primera página del nuevo comienzo de Corto Maltés a manos de Díaz Canales y Rubén Pellejero y sirve de presentación a lo que nos encontraremos en las siguientes páginas con la incineración de un hombre del que no revelaré el nombre.

El poema es de Robert W. Service, un dramaturgo inglés del que un servidor nunca había oído hablar y que fue un poeta famoso por sus obras sobre el Yukón (Canadá) y la fiebre del oro. No será la única referencia literaria que encontremos, de hecho, poco más tarde encontraremos a Corto leyendo un libro de poemas, y más tarde saldrá a relucir el nombre de Jack London. Incluso el propio marinero se tildará de cursi y sentimental al reconocerse lector de poesía y de recordar a amores antiguos.

La historia nos llevará por los inhóspitos parajes del Gran Norte, los mares helados de Bering o por la ciudad de San Francisco. Una gozada de viaje, aunque a veces las transiciones entre distintas ubicaciones sean un tanto agrestes, con una brusquedad que ya no encontraremos en futuras obras como la sublime Equatoria donde la narrativa será ya más fluida. Con todo, un álbum muy disfrutable con las dosis adecuadas de literatura, rigor histórico y aventura.

Qué agradable se hace ver las hojas caídas revoloteando alrededor de Corto mientras observa desde lo alto la ciudad de san Francisco difuminada en un mar, esta vez de bruma. Y qué nostálgico resulta recordar algún perdido amor de juventud mientras Jack London se pregunta si la vida le tendrá reservado el placer de volver a ver a su querida Waka Yamada.

Todo ello mientras los autores rescatan pinceladas de historia. Jack London y la morfina para combatir el dolor, la trata de blancas en Alaska, la fiebre del oro, Waka Yamada, que, por supuesto existió realmente, al igual que Slavin, pobre y patético boxeador enamorado.

También varios tributos a Pratt que no desvelaré porque es una gozada ir descubriéndolos, salvo, si se me permite el de Pandora Grovesnore personaje que aparecía en La balada del mar salado y a la que Díaz Canales sabe dar un cariz que la hace, al menos para mí, muy, pero que muy especial. Dejo lo que allí acontecía, por si alguien quiere recuperarlo, en el hilo de citas

Y poco más que decir, otra gran lectura en la que por faltar no falta ni un espía alemán o un soldado irlandés de nombre O'Mahoney. Y ni mucho menos, la nostalgia del amor primero, de la oportunidad perdida, de la renuncia y de una mujer que siempre será la bella flor de Kurihama
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Re:Corto Maltés
« Respuesta #526 en: 07 Noviembre, 2023, 00:32:43 am »
A mi parecer Diaz Canales y Pellejero hacen una gran labor continuando Corto, se nota muchisimo que les fascina el personaje y su autor original. No entiendo porque el odio que se tiene a que otros autores continuen las obras de otros que ya no pueden hacerlas.(el comic americano cambia de autores cada x tiempo y nadie se queja de q tal personaje no lo hace su autor original, incluso hay casos donde mejoran a ese original y nadie se queja) En este caso hay gente que dice que no entienden al personaje estos 2 autores españoles. Que tambien me gusta que hagan "otros mundos" con los personajes trayendolos a la actualidad o una version mas de autor, como hacen con Spirou, o Vives hizo con el propio Corto, pero que el personaje de toda la vida siga teniendo aventuras me encanta, y no es facil, los elegidos deben conocer mucho a los personajes y su ambiente para no desentonar, y aqui estos autores lo bordan a mi parecer, tanto en sus historias tapando huecos de lo que nos contó Pratt, como en el dibujo que es una maravilla, en mi opinion mejor que esos dibujos tan grandes y simples que hacia Pratt por el final de sus albumes de Corto.
Como curiosidad el otro dia compre un comic El gran norte, hecho por Lele Vianello, ayudante de Pratt en varios albumes de Corto, pensando que iban a ser historias protagonizadas por Jack London, pero no, son historias que debio escribir Jack London cuando vivia, pero no es él el protagonista de ninguna de las 2 historias que trae el album, una sobre un jugador de poker al que intentan linchar,  y otra sobre los indigenas de esa parte del norte de America y sus tradiciones. No estan mal, pero tampoco son una maravilla, como esta de saldo pues no me hizo mucho daño que no fuese lo que yo pensaba que  me iba a encontrar.

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Re:Corto Maltés
« Respuesta #527 en: 07 Noviembre, 2023, 10:26:30 am »
A mi parecer Diaz Canales y Pellejero hacen una gran labor continuando Corto, se nota muchisimo que les fascina el personaje y su autor original.

Totalmente de acuerdo  :thumbup:

Quizá de los que he leído de la dupla española sea el "menos bueno" por los trompicones que tiene cuando pasa de un escenario a otro, pero esconde una crítica feroz al racismo, un desdén nada disimulado hacia las fronteras, un canto a la libertad y una rendición incondicional a la mujer, tanto a su belleza como a su arrojo y valentía.

Ah, claro, y por supuesto, un respeto y amor absolutos por el personaje de Corto Maltés y todos los ideales que representa.
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Re:Corto Maltés
« Respuesta #528 en: 10 Noviembre, 2023, 15:43:13 pm »
He leído El día de Tarowean y me ha gustado mucho. No llega a la excelencia que para mí supuso Equatoria, por compararlo con otro trabajo de los mismos autores, pero es una obra brillante llena de momentos para el recuerdo. Claro, al terminar de leerlo, me han entrado unas ganas locas de recordar como continuaba la historia, y le he dado una relectura a La balada del mar salado (palabras mayores).

Otro tomo de Corto muy recomendable del que no puedo y no sé decir mucho más. Es tan bueno el texto con el que Maylis De Kerangal prologa el comic, que cualquier acercamiento a la obra por mi parte sería menospreciar el talento de esta escritora. Si compráis el libro, no dejéis pasar esas dos paginitas que son la reseña perfecta a la obra. ¡Pero qué bien escribe esa mujer!

"Cae la noche en Sarawak, en la isla de Borneo...".



Dejo aquí las palabras de Maylis De Kerangal que superan el nombre de reseña para convertirse en prólogo de El día de Tarowean


De perfil.
Cae la noche en Sarawak, en la isla de Borneo. Una mujer recorta de una hoja de papel el perfil de un hombre joven con el rostro cubierto de tatuajes. Es un gesto bien ejecutado, preciso, rápido. A la luz de la vela, las tijeras crujen sobre el papel negro. Más tarde, el hombre joven, que tiene entre las manos la silueta de su rostro, pero ha olvidado incluso su propio nombre, susurra: "todos llevamos una vida independiente de nuestra sombra. La dificultad estriba en diferenciar quién eres tú y quién es la sombra”. La mujer se gira hacia Corto Maltés, que ha observado todo con agrado: "¿Me dejarás hacerte un retrato en silueta una noche de estas?" Corto se escabulle — “Puede…” — y se eclipsa, siempre escurridizo, arisco, celoso de su parte de sombra. Queda su perfil en papel, como una imagen ausente que permite ver la parte oscura de los seres, sus reversos imperceptibles y el misterio vertiginoso de aquellos que nos son cercanos.

De perfil. Es así como se nos presenta siempre Corto Maltés, tal como aparecía en la postal pegada en mi agenda del instituto. De perfil, ya que siempre estaba en acción, en movimiento, cruzando las fronteras con paso ágil, pantalones acampanados y gabán de marino hinchado por el viento de mar, corbata acrobática, piercing de pirata, ojo oculto bajo la visera de la gorra y humo de tabaco elevándose en espiral, uniéndose al gran torbellino de la aventura.

Crecer en un puerto me acercaba a él, el mismo aire del mar soplaba en nuestros rostros, los mismos gritos de gaviota resonaban en nuestros oídos. Lo veía pasear por los muelles de Le Havre, donde podría haber subido a uno de los cargueros que aguardaban en la ensenada, desembarcar en un bar del barrio de Saint-François o simplemente permanecer melancólico al final del gran dique, frente al mar con el cigarrillo en los labios. Le seguía la pista a su fantasma, me hundía en su estela, atrapada en su aura magnética, enamorada. Viajaba con él.

Porque habitar el mundo era su manera de ser, la expresión de su genio y de su herida. Llegó a los confines más hostiles del planeta vestido de Spencer y pantalón blanco, salía de la jungla para entrar en el salón de un embajador con la desenvoltura de los príncipes y la insolencia de los piratas; cruzaba de un continente a otro sin jamás echar raíces, rozaba la piel de las mujeres sin jamás abandonarse y atravesaba la historia sobre una línea de cresta: demasiado desencantado para la revuelta, demasiado cínico para escoger una causa, demasiado nómada para unirse a un bando y apoyar un lema, pero demasiado romántico, también, para mantenerse alejado de revueltas y revoluciones, para permanecer indiferente al destino de los oprimidos, de los débiles y los marginados. Estilizada, su silueta recortada en tinta negra se ha convertido en la única forma fija en el corazón del caos de las guerras y los sentimientos.

De perfil, así reaparece nuevamente en un antiguo cementerio isleño barrido por los vientos, el primero de noviembre, día de los Difuntos y día de las Sorpresas, Día de Tarowean. Malasia nocturna, influencia del mito, conflicto colonial larvado en lo las profundo de la jungla, mujer ambigua, tráfico de perlas, fulgor metafísico, abismo de la memoria, presencia de la muerte; "El Día de Tarowean" nos devuelve el teatro de sombras donde el Matés transita desde 1967 con La balada del mar salado, volumen inaugural que comienza precisamente donde termina el Día de Tarowean, — dicho de otra forma, el primero de noviembre de 1913, en plena mar. El Monje, Rasputín, Cráneo y "la joven de Ámsterdam" están de regreso, de igual manera que la isla de Escondida.

“No me atrevería a discutirte qué es la realidad y qué es la ficción. Confieso que yo mismo tengo mis dudas”, declara Corto en las primeras páginas de El día de Tarowean. De hecho, la historia real de los rajás blancos de Sarawak, de los dayaks y de la Gutapercha se mezcla con la leyenda de Ratu Kidul, diosa del mar, con la Sirenita de Andersen, con las visiones crepusculares de las novelas de Conrad, con el cuento de Peter Pan, el niño que había perdido su sombra y no quería crecer, o incluso con el martirio de San Cesáreo de Terracina, ese santo al que se encomienda uno cuando uno teme morir ahogado y que celebramos cada primero de noviembre. En esta magnífica porosidad entre realidad y ficción, en esos ecos, en esas resonancias, donde aparece de repente Corto, siempre de perfil.
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