El escultor, de Scott McCloud. No suelo tener tiempo ya para leer mucho, y menos para comentar, pero no quería dejar pasar la oportunidad de reseñar esta obra y decir...
Vaya bodrio.
Me ha parecido pedante, intensita, ridícula, proselitista y falsamente intelectual, con ese aire de friki con chaqueta encima de camiseta friki y zapatillas blancas y gafas de montura gruesa. Con 17 años podría interesarme ese manejo de los absolutos de
"¡¡Dioooooooos, el arte, aaaaargh, el arte es lo más importante, mi vida no vale nada, diooooooos, tengo que ser trascendente, dejar un legadooo, dioooos, ser recordado, aghhhh, qué atormentado estoy por la mediocridad!!". Con otra edad, como digo, igual me coge más gilipollas y entro al juego, pero con más vueltas que un tiovivo, no puedo sino decir: hay que ser gilipollas.
Encima, no soporto el biopic friki de McCloud. Quiero decir, entiendo que hayas sido un frikazo de tomo y lomo, que llegaras virgen a los treinta, que las mujeres te parezcan un rompecabezas irresoluble, que expongas tus miserias a través de este sosias de papel, pero tío, no es para estar orgulloso de ello.
Encima, pone a Meg, basada en su mujer, como una histérica, dramática, que estalla por todo sin que el pobre hombre torpe sepa por qué, que es una diosa sexual que te va a descubrir Venus (porque se ha cepillado a todos los de la fiesta), cambiante, volátil, indescifrable... entiendo que eso son las mujeres para alguien que las ha visto en pintura y tuvo la suerte de tocar una y quedarse con esa, pero por dios, qué bochorno de tropos y lugares comunes. Es como un perro que te hace un cómic y te pone que todos los humanos llevan hueso en el bolsillo y te dicen "buen chico", porque desde su experiencia, eso es lo que hacen los humanos.
El tal David Smith no me ha podido parecer más gilipollas. Me enerva su intensidad con el arte, su TOC para todo, una persona insufrible, irritante y de esas obsesionadas (con la tapa dura, con los negros, con lo que sea) que te encuentras en internet y sales corriendo en dirección contraria. Que el tema sea tan manido como jugar al ajedrez al Séptimo Sello, tampoco ayuda en que la obra sobresalga lo más mínimo. Un cómic totalmente olvidable, muy amanerado y melodramático, que no aporta casi nada al panorama del Noveno Arte.
Scottie, picha mía, el que no sabe, enseña. Nunca ha estado más claro que contigo.
Sabrás mucho de leer cómics, porque lo que es de hacerlos...