Me he leído Black Kiss. Se trata de la reciente edición de Dolmen, que incluye la serie original de los ochenta, así como su continuación. Debido a la falta de tiempo, he tenido que espaciar más de una semana la lectura entre la historia original y la segunda miniserie.
Howard Chaykin nos presenta lo que parece ser Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.
La segunda parte es en realidad una precuela, Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.
La historia va más allá Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.
Una historia interesante, en la que lo que más llama la atención es el revuelo que causó en su momento, que la haría impublicable hoy en día por su "falta de moralidad".
Yo también me he leído
Black Kiss y la verdad es que no tengo muy claro las sensaciones que me ha dejado. Es una lectura interesante, que narra un
thriller porno con tintes de género negro y terror. Es también un cómic provocativo y antisistema que pretende ir en contra de lo preestablecido. Una bandera irreverente contra la propia DC en una época en la que se pretendían autocensurar, como explica el autor en el prólogo. Por todo ello, me parece una lectura interesante, y bastante entretenida, de hecho. Sin embargo, también me parece una fumada bastante grande, y el propio Chaykin admite que el consumo de drogas y alcohol tuvo gran parte de protagonismo en el desarrollo de la historia. Si bien es cierto que en algunos aspectos es una genialidad y un adelantado a su tiempo, en otras es una rallada que se pasa de frenada y en la que los protagonistas parecen buscar cualquier excusa para bajarse los pantalones y practicar sexo de todas las formas posibles, y si se le añade alguna dosis de "guarradas", pues mejor que mejor. En ocasiones parece la fantasía calenturienta de un homosexual reprimido, y en otras elementos de una trama en la que convergen el asesinato y la conspiración. Sinceramente, si no hubiese estado marcada por la polémica y la propia censura de aquella época, en la que se llegaron a vender los ejemplares precintados para que ningún menor pudiese acceder a su contenido, pues igual tampoco hubiese trascendido tanto. No digo que sea un mal cómic, pero sí es muy hijo de su época, una evidente proclama ante la censura creativa, que posiblemente si no se pone en el contexto del momento igual deja indiferente a más de uno. Afortunadamente, la edición de Dolmen incluye diferentes artículos que complementan muy bien las dos miniseries y que son muy interesantes, incluyendo declaraciones del creador muy esclarecedoras.
Mi valoración personal es un poco tibia. Está bien, es un producto diferente y pertenece a la historia viva del cómic. Creo que merece mucho la lectura a poco que te interese el medio y algunas de sus obras que se han llegado a considerar un importante punto de inflexión, como es este caso. Sin embargo, dista mucho de ser una maravilla argumental, ni un cómic sesudo con un trasfondo intelectual. No porque contenga contenido pornográfico, ni mucho menos, sino porque simplemente el argumento tampoco es un dechado de virtudes y el trazo de Chaykin a veces no permite identificar bien a los protagonistas. Incluso la trama no se desarrolla con fluidez, y cuesta ubicar a los protagonistas o aquellos que los persiguen. De hecho, hay una escena reveladora sobre Dagmar que yo he tenido que revisar un par de veces para captar bien aquello que se quería transmitir. En definitiva, es una historia que tiene sus virtudes, pero también algunos defectos, para mí muchos más importantes que la temática que se pretenda abordar, ya sea la pornografía, como en este caso, o cualquier otra. Con todo, y siempre que se sea especialmente tolerante y con un estómago no demasiado sensible, es una obra recomendable, que a buen seguro no dejará indiferente a nadie. Sin duda, una lectura perfecta para dejarse llevar por la oscuridad de la noche y sus ambiente más sórdidos, lo que nos permitirá ver el amanecer de un nuevo día con otros ojos...