Pero vamos, que Ennis siempre se ha acercado a los supers desde un punto de vista paródico. No es que que a él no le interese escribir ese tipo de comics, es que probablemente a los lectores de ese tipo de comics en general tampoco nos interesaría leer el resultado de su acercamiento megaguay al género.
Su acercamiento al género lo tenemos en The Boys.
... ¡y de qué manera los trata ahí!.
Pues fíjate, en The Boys todavía tiene la coartada de que es una obra que no engaña y que ya desde su concepción es directamente paródica.
Es la aparición de personajes Marvel en su Marvel Knights Punisher, por ejemplo, lo que hace que no tenga ganas de verle meter las zarpas en ninguno de estos personajes.
A mí me gustan los guionistas honestos con el lector: Alan Moore puede hacer algo como lo que hace con la JLA en Top Ten, pero ha mamado estos super-héroes desde crío y a ayudado a (re)definirlos con historias magníficas; Morrison puede retorcerlos y deconstruirlos, pero a pesar de que su alcance va más allá del género, propiamente dicho, los adora y se le nota en cada página que escribe; incluso Millar, que casi siempre busca epatar e ir de guay, sabe lo que está escribiendo y hacia quién va dirigido.
Ennis, por contra, es el típico borracho que va a la fiesta, se pasa la noche diciendo que no quiere estar allí pero se queda hasta que amanece: si no te gustan los supers, perfecto, pero sus obras más logradas han llegado en líneas de empresas que se dedican a publicar estos comics (Marvel Max y Vertigo) o directamente parodiándolos (con The Boys). Y si alguna vez ha tenido huevos como para intentar alejarse del género (de verdad), buscarse las lentejas en una editorial independiente y hacer algo que se pueda codear con sus mejores trabajos, yo no me he enterado.