He leído
El Green Lantern Nº 95/13-97/15.
Retomo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
Por fin he podido encontrar el momento exacto para leer y asimilar la miniserie de tres números publicada originalmente como "Blackstars", en la que Grant Morrison da carpetazo a su primera temporada en la serie de Hal Jordan. Y, un a vez más, tengo que quitarme el sombre ante una historia que me parece muy interesante a distintos niveles. Se nota que estamos ante uno de los alumnos aventajados de Alan Moore, que recordemos también dejó su pequeña impronta en el mundo de Green Lantern. Además, en el apartado gráfico contamos con Xemárnico, un dibujante que sigue muy bien la senda del trabajo de Liam Sharp en la cabecera regular y que contribuye con las portadas, por lo que no se le echa tanto de menos y tenemos un cambio que no es traumático en absoluto. De ese modo, volvemos a tener en esta grapa una una armonía entre guion y dibujo poco habitual en la actualidad.
No quiero desvelar gran cosa de la historia, porque la verdad es que Morrison construye un argumento en le que es muy exigente con el lector, manteniéndolo un poco perdido en ocasiones, pero todo cobra sentido al final. Baste decir que toda la miniserie transcurre tras el último número de la serie, con un Hal Jordan trabajando a tiempo completo como miembro de los Blackstars, y como mano derecha de la Condesa. Al principio, admito que no tiene mucho sentido, sobre todo teniendo en cuenta lo enigmático del final de la temporada, pero no hay que temer en absoluto, porque todo acaba cobrando sentido al final. Cada número de la miniserie tiene una estructura muy autocontenida, aunque forma parte de un tapiz mayor. Morrison parece muy empeñado a dar sentido al formato de grapa, pese a que creo que la historia se asimila mucho mejor leída de un tirón.
El primer número es quizá el que más puede descolocar, ya que vemos en acción el plan de Mu, que no es otro que pacificar el Universo. Para ello su mensaje comienza nada más y nada menos que en Ysmault, para continuar en Mundo Guerra. Muy atentos a lo que nos plantea Morrison, ya que ataca al género en base a una de las premisas más clásicas. Es decir, ser un héroe, tener tanto poder y dedicarse solo a detener a ladrones es un poco simplista, y es uno de los factores en los que el medio no termina de evolucionar. Estando en una serie de carácter cómico, traslada esto a todo un Universo, legando a conseguir incluso paraísos en planetas como los mencionados anteriormente. Además, veremos como en posteriores diálogos algunos personajes hablan del cansancio de hacer siempre lo mismo y que no sirva de nada. Sin duda, una ácida crítica precisamente a un género que ha demostrado ser bastante estático en ese sentido. De ese modo, Morrison no solo cuela cierta reflexión sobre el bien que podrían hacer los superhéroes, sino también el inmovilismo de un medio que parece incapaz de avanzar a otro nivel. La paz, la redistribución de la riqueza o algunos conceptos tan interesantes son con los que juega Morrison para poner sobre la mesa a unos villanos que no lo parecen tanto, o cuanto menos muestran cierta dicotomía interesante.
El segundo número sigue la senda del primero, pero tiene como protagonista el planeta Tierra y la defensa de su héroes. Si en un principio Morrison centraba su crítica en el medio en general, ahora pone su mirada en algunos aspectos de las oficinas de DC sin muchos tapujos. De hecho, veremos como Hal Jordan critica abiertamente el regreso al estatus quo de Superman, que antes iba en vaqueros. Incluso tenemos una crítica velada a lo poco imaginativos que son los enemigos de Batman. Supongo que Morrison se debió de quedar muy a gusto, sobre todo con esas pancartas que parecen quejarse de las crisis, o más bien de su abuso de ellas. Es curioso que diesen luz verde a este tipo de autocríticas ala editorial, aunque supongo que o no debieron de entender muy bien, o a Morrison le dejan pasar cualquier cosa; o una mezcla de ambas. Sea como sea, la verdad es que Morrison nos deja unos tebeos muy interesantes, donde no podían faltar también los guiños. En este segundo número, la Condesa narra su historia, que no servirá para entender un poco mejor el desenlace final. Pero entre algunas de las curiosidades, Morrison plasma aquí una ingente cantidad de guiños de todo tipo al mundo del vampirismo. En la boda, por ejemplo, tenemos a un montón de invitados conocidos, desde Morbius hasta el maestro de la obra de Guillermo del Toro, The Strain, pasando por alunas figuras más clásicas o personajes del cómic como Vampirella. Además, obviamente, toda la referencia que supone a la novela de Bram Stoker gran parte de la historia del personaje.
El último número es el desenlace, donde todo cobra sentido. Es sin duda, el momento en le que Morrison muestra sus cartas y nos hace ver la luz, la del Green Lantern en este caso. No diré nada, pero es el momento en el que se cierra el círculo, donde realmente tenemos el final de esta temporada, y donde concluye de un modo mucho más acertado y resuelto la primera parte de la etapa del escoces por la serie de Hal Jordan, que se ha convertido instantáneamente en un clásico moderno. Un puñado de tebeos que merece la pena revisitar para paladear y volver a descubrir aspectos que seguramente se nos pasaron en la primera relectura; y, sobre todo, para poder disfrutar de nuevo de este trabajo de Morrison que vuelve a demostrar que es uno de los mejores guionistas actuales, el cual difícilmente defrauda.