Leído The Amazing Spider-Man #35Uno de los números más aburridos de lo que llevamos de Club de Spidey. Lee y Ditko ponen el piloto automático y, a falta de nuevas ideas, traen de vuelta al Hombre Ígneo. Relleno puro y duro. La única nota de interés la aporta la escena final, cuando Peter descubre que Betty ya no trabaja en el Daily Bugle y que, como único mensaje, le ha dejado su propia foto.
Leído The Amazing Spider-Man #36Un poco más de lo mismo, aunque esta vez al menos se han molestado en crear un nuevo villano, El Saqueador, que obtiene sus poderes del gas que emana un meteorito recién caído en la Tierra. Destaca la pelea final en el globo de helio, pero tampoco nos dejará huella. Lo más interesante del número son las idas y venidas de Peter con Gwen. La chica sigue muy interesada en Parker, pero no quiere demostrarlo abiertamente, y a veces hasta se hace la digna con él. Lo que no sabe es que el arácnido tiene paciencia infinita para afrontar esas actitudes. Me llama la atención, por cierto, que Ditko dibuja a Gwen con dos horquillas en el pelo que, sobre todo cuando se une a su vestido rojo, la hacen parecer una diablilla.
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Leído The Amazing Spider-Man #37Nuevo número con robots asesinos en la función. El malo detrás del telón es el Prof. Stromm, quien, recién salido de la cárcel, busca vengarse de un antiguo socio que le robó todos sus inventos. El gran descubrimiento de este número es que ese antiguo socio es... nada menos que Norman Osborn, el padre de Harry, que se nos presenta aquí como un empresario sin escrúpulos. Además, forma parte de la élite socioeconómica, algo que se demuestra cuando vemos que pertenece al mismo Club social que J. J. Jameson. Las peleas de Spiderman para detener a los robots no aportan gran novedad, pero con la descripción del perfil de Norman se está plantando una semilla argumental que florecerá en el futuro.
Leído The Amazing Spider-Man #38Y, al fin, tenía que ocurrir: llegamos al último número de Spiderman dibujado por Steve Ditko, quien, tras muchos meses de tensiones internas en Marvel y una relación poco amistosa con el resto de sus colaboradores (incluido Stan Lee, con el que apenas se hablaba), decidió dejar la editorial tras este número. Aunque hoy lo vemos como un hecho prácticamente inevitable, no deja de dar un poco de pena que se acabe una etapa tan mítica en la historia del cómic superheroico, aunque nos reponemos rápidamente al saber que su sustituto sería el gran John Romita, quien cogería las riendas del arácnido e incluso superaría a su predecesor.
Lo cierto es que el último número de Ditko no fue nada memorable; se nos cuenta la historia de un tipo llamado Joe que fracasa en todo lo que hace, y que un día, por azares del destino, se vuelve especialmente fuerte. En sus pasajes de locura transitoria arrasará con lo que se le ponga por delante, pero finalmente se arrepentirá y todo volverá a la normalidad. Lo más relevante, en términos argumentales, es que Norman Osborn pone precio a la cabeza de Spiderman, y arroja a todos los miembros del hampa contra él (que, obviamente, no tendrán ninguna oportunidad de vencerle). Mary Jane vuelve a hacer un cameo al final del episodio, pero, nuevamente, no le vemos la cara (habrá que esperar a la etapa de Romita para ello).
Por cierto, ¿alguien sabe qué es eso de "Nuff said!" que ponen al final de cada episodio?
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Ya solo queda, como colofón a esta etapa, el cruce en dos números de Spiderman y Daredevil en la cabecera de este último, aunque a los lápices estará Romita.
Han sido 38 números (más algún especial) muy muy disfrutables; una etapa con algún altibajo, lógicamente, pero que en términos generales vuela a gran altura. El mayor mérito de Lee y Ditko fue, a mi juicio, definir a la perfección a un nuevo modelo de superhéroe, distinto a lo acostumbrado, que es terrenal, que tiene problemas cotidianos como cualquier otro ser humano, y con el que el lector podía identificarse con mucha facilidad. Lo hicieron tan bien que los rasgos definitorios tanto de Spiderman como de los de los principales secundarios y villanos que crearon quedarían fijados para la posteridad. Aun hoy, el Spiderman que se sigue publicando en la actualidad se asienta en los mismos cimientos que tuvo el personaje en su etapa fundacional, cosa que no podemos decir de muchos otros superhéroes igualmente célebres. Spiderman se ha ido renovando década a década, pero la esencia del personaje ya estaba en los primeros números. Y, más allá del justiciero, creo que todos nos sentimos cautivados por la persona tras la máscara, un adolescente carismático y con buen fondo cuyos avatares diarios (problemas económicos, relaciones frustradas con las chicas, poca popularidad entre sus compañeros de clase, preocupación por la salud de Tía May...) nos interesan tanto o más que las grandes peleas con los villanos de turno. A todos nos cae genial nuestro amistoso vecino Spiderman, lo cual explica que el personaje arraigara de forma tan profunda en la cultura popular y que su éxito no se haya diluido con el paso de los años.