Esta comedia de acción medianamente inflada y enrevesada tiene suficientes momentos de inspiración como para borrar los recuerdos de la primera y abismal secuela del 2002. New York Post
La interpretación de Brolin es magistral, divertida, segura y un poco más que incómoda (...) El resto de 'Men in Black 3' es tan bueno como se podría esperar de una secuela innecesaria que se une a la fiesta con una década de retraso. Boston Globe
Puede que tus expectativas sean satisfactoriamente bajas y puede que acabes satisfactoriamente sorprendido cuando sean sobrepasadas. New York Times
Sonnenfeld depende de la acción estruendosa y movimientos de cámara con hiperventilación para rellenar la historia. Desafortunadamente, hay un efecto que las técnicas de animación por ordenador no pueden emular: la verdadera diversión. Minneapolis Star Tribune
Esta animada 'trecuela' se queda muy cerca de la exuberancia de la primera 'Men in Black' (...) Una entretenida vuelta al pasado. USA Today
La inesperada chispa entre Smith y Brolin hacen a 'MiB3' una diversión veraniega de primera. Rolling Stone
Mejor que la primera. Chicago Sun-Times
Ofrece más de lo mismo pero con el suficiente repertorio de variables como para que el rencuentro merezca la pena (...) en el desenlace, aguarda una sorpresa que engrandece el conjunto. El País
Blockbuster rutinario, formulario, elemental (...) Hay puntuales momentos de ingenio, (...) pero su conjunto es tan débil como la pata de un colibrí. La Vanguardia
Un embolado al que le falta un guión redondo, que sufre la desgana de alguno de sus intérpretes (Tommy Lee Jones) y tiene un tono sentimentalista impropio de este universo satírico. Fotogramas
Dicho esto sale mucho mejor parada de lo que esperaba, creo que estará al nivel de la 1 por lo menos y no es la primera vez que veo alabar el trabajo de Brolin en esta cinta. No la iré a ver la cine pero si que la veré en casa. me pueden sorprender gratamente en algunos momentos y en los demás.... pues será como son las anteriores.

críticas de gente común que la ha visto:
Diez años han pasado desde la segunda entrega de Men In Black, es cierto que la primera fue una comedia muy divertida y entretenida con incluso algún toque canalla y sobre todo una pareja protagonista con mucho feeling y de lo más carismática, pero la segunda entrega enterró todo aquello que había construido la primera parte, convirtiendo a la saga en un producto excesivamente infantil e incluso aburrido. Aunque funcionó en taquilla, lo hizo peor que lo había hecho la primera cinco años antes y parecía haber sentenciado a Men In Black por completo de cara a una nueva entrega. Pero Will Smith llevaba casi cinco años sin trabajar, aunque la popularidad del carismático príncipe de Bel Air no ha decaído lo más mínimo, desechada por completo la idea de asaltar el Oscar tras realizar con Muccino las melodramáticas y excesivamente manipuladoras Siete Almas y En Busca de la Felicidad, Smith ha decidido volver haciendo lo que mejor sabe hacer, blockbusters veraniegos en los que su carisma suponen media película, y lo más sencilla es sacar del cajón proyectos antiguos y tirar de secuelas, la primera ha sido Men In Black, pero pronto llegarán también las secuelas de Hancock y Soy Leyenda.
En esta tercera entrega de Men In Black, con un Tommy Lee Jones visiblemente mayor y no listo para estos trotes se ha optado por la opción de cambiarlo de la mejor manera posible, lo que también supone una prueba para ver si de cara a futuras entregas se podría prescindir del actor. Un viejo enemigo de K ha escapado de la cárcel y tiene el plan de volver al pasado a matar al agente antes de que éste pueda encarcelarle. J se verá obligado a volver al pasado para proteger a un joven Agente K, interpretado por un Josh Brolin que verdaderamente podría pasar por un Tommy Lee Jones en años más mozos.
Este viaje en el tiempo a los años permite a Men In Black divertirse en exceso con un montón de guiños pop, dónde destaca un hilarante momento protagonizado por Andy Warhol interpretado por el fantástico cómico de Saturday Night Live, Bill Hader. Y sobre todo para tirar en exceso por ese estilo sesentero que de nuevo vuelve a estar de moda gracias a Mad Men (al fin y al cabo los hombres de negro se pusieron el traje antes que Don Draper). Los chistes y chascarrillos, pese a no ser nada brillantes, cuentan con el mérito al menos de no abusar siempre de lo mismo y no resultar excesivamente manidos, y aunque la historia nos la conocemos con creces, Men In Black consigue capturar por completo nuestra atención durante toda la película. Curiosamente y pese a su ambientación sesentera Men In Black 3 es siempre muy fiel a su primera entrega, dejando con ello una continua sensación de ser una película muy noventera.
Muy grata mi sorpresa tras visionar la tercera entrega de los Hombres de Negro. Y digo grata porque tras su última y decepcionante secuela en 2002 y tras el anuncio de que gente como Justin Bieber o Lady Gaga aparecerían en esta película no sabía muy bien qué esperar. Sin embargo todas estas dudas se han ido disipando nada más avanzar el metraje.
En primer lugar ofrece lo que uno quiere ver, y eso es un punto muy a su favor. Will Smith es amo y señor de la película desde su inicio hasta el fin. Si bien no destaca por unas dotes interpretativas apabullantes, Smith sabe administrar perfectamente su carisma e histrionismo y eso (nos) hace caer en gracia. Por desgracia el gran Tommy Lee Jones apenas aparece en la película; algo lógico teniendo en cuenta que un K tan mayor (con todos mis respetos, señor Jones) no podría ser el mismo dentro de las oficinas del MIB ni combatiendo contra extraterrestres por todo Nueva York, por lo que es sabiamente reemplazado por un Josh Brolin ("No es país para viejos") que cumple con creces y que protagoniza algunos de los mejores momentos del filme. Inteligente es -no cabe duda- el viaje en el tiempo que nos propone el guión, ya que de otra manera no habría encajado la introducción del K Jones en escena, y éso constituye en mi opinión uno de los mayores aciertos de MIB III, poniendo al alcance del espectador la atmósfera que podríamos contemplar perfectamente en cualquier película de finales de los 90 o principios del 2000, recordando así en muchos momentos a la primera entrega de los Men In Black (la mejor hasta la fecha, sin lugar a dudas).
Sin embargo esto no supone un impedimento para seguir gozando de las habituales misiones de los MIB controlando la actividad extraterrestre ilegal, así como de los magníficos efectos especiales o CGI (aunque a veces recargados) que potencian y de qué manera la película como espectáculo visual. Tampoco nos olvidemos de la fenomenal banda sonora original de Danny Elfman; una música tan poco ligada a excesos como fácil de asociar. Eso sí, espero que me perdonen cuando diga que Pitbull ha interpretado un tema horrible para la ocasión. Sobre todo si tenemos en cuenta los temas de las dos anteriores entregas a cargo del propio Will Smith, que si bien no eran para ganar un Grammy sí eran pegadizos, y gozaban de unos videoclips realmente buenos. En fin, los años pasan para todos, y puede que el mismo Smith ya pidiera un relevo en ese sentido.
Algo que tenían que asumir los realizadores de Men in Black en esta tercera entrega de la curiosa saga inaugurada en 1997 por Barry Sonnenfeld era que un tercer capítulo de las aventuras de los hombres de negro carecería, casi seguro, de la originalidad y frescura de sus primeros pasos. El trabajo, entonces, consistiría más bien en consolidar a los dos protagonistas –siguen al pie del cañón Tommy Lee Jones y Will Smith– desprendiendo de ellos el ya muy manido estigma del mentor y el aprendiz que tan bien funcionaba en la primera película y otorgándoles un rol distinto, un dúo con más galones y veteranía. Y aunque este trabajo le correspondía también a Lowell Cunningham, autor de los cómics en los que se basa el film, lo cierto es que todo sigue pareciéndose mucho. Lee Jones sigue siendo un agente serio, cuadriculado y aleccionador y Smith sigue siendo un chavalín al que parece venirle todo de nuevo.
Así es que optando por la opción más conservadora y continuista, Sonnenfeld y compañía se vuelcan en la simplificada tarea de entretener sin más, algo que sí consiguen en casi todo el metraje gracias a sus malabares visuales y argumentales y la multitud de referencias y vaivenes temporales que los protagonistas sufren, trasladando el grueso de la acción a finales de los sesenta, esos años de alunizajes, hipismo y arte pop. Así es, las nuevas correrías de los hombres de negro amplían su campo de acción y ya no se limitan a cazar extraterrestres camuflados y resolver incidentes intergalácticos en el presente, también lo hacen en el pasado con un lozano Agente K tan serio como enamoradizo y un gracioso cóctel estético entre lo retro y lo ultramoderno, genuino de la saga. Lo mejor del film es sin duda eso, el juego de reubicaciones y nuevos contextos que dan pie a decorados kitsch, vestimentas a lo Hells Angels o ingeniosas alusiones a Neil Amstrong o Andy Warhol, todo ello con extraterrestres de por medio.
Sin embargo no hay mucho más que destacar de esta tercera parte, pues más allá de las formas, lo que cuenta es más bien típico: alien malvado y con delirios de grandeza busca venganza contra quien lo detuvo y encarceló y ahí están los hombres de negro para evitarlo… Sonnenfeld lo pinta todo sin salirse de la raya y colorea con las tonalidades que corresponden, renunciando a un resultado más fresco o atrevido y dejando la sensación de cine enlatado, correcto por la inercia de su premisa y poco más. Sea como sea el resultado no está nada mal; cinta de puro pasatiempo con chistes de desigual gracia (hay algunos francamente conseguidos, otros no tanto) y solvencia en el resto de aspectos, avalados por un equipo tan veterano o más que el que forman los agentes K y J, con Barry Sonnenfeld, Danny Elfman y su excelente banda sonora, Tommy Lee Jones y Will Smith, entre otros.
Lo mejor: Andy Warhol y el momento en The Factory.
Lo peor: el acomodado continuismo por el que se ha optado en saga con más posibilidades.