Los Defensores: Marvel Limited Edition 2: ¿Y Quién Heredará la Tierra? (1974-1975) Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-los-defensores-marvel-limited-edition-2-y-quien-heredara-la-tierra-1974-1975/Segundo tomo recopilatorio para los Defensores. Un volumen que estrena un par de guionistas, tras la etapa escrita por Steve Englehart, que ocupaba el primero.
El apartado gráfico sigue acaparado por Sal Buscema, como parte de su prolongada estancia en la colección.
Len Wein toma las riendas en la primera mitad del volumen, completando una etapa de medio recorrido, más o menos igual de prolongada que la de su predecesor.
El anterior recopilatorio terminaba con desbandada casi total de integrantes del denominado no grupo. Quedando tan sólo el Doctor Extraño y la Valquiria en la nave.
Ignoro cuál era la intención de Englehart al respecto, pero lo primero que hace Len Wein es poner el foco sobre Hulk, uno de los que supuestamente han abandonado el barco. Como principal reclamo para los lectores, se entiende que Hulk es un elemento difícilmente prescindible.
Precisamente, el primer número es muy del estilo de la serie propia del gigante esmeralda. Serie que, al cabo de unos meses, también caería en las manos de Len Wein.
En la aventura en cuestión, los Defensores vuelven a enfrentarse a Xemnu, el titán.
El siguiente arco es más ambicioso y extenso, pero no creo que sea mejor. Eso sí, toma mayor relevancia al suponer la incorporación de un nuevo miembro al súper grupo protagonista.
El elegido no es otro que Halcón Nocturno, que sería el enésimo villano que se pasa al lado de los buenos. Halcón Nocturno ya es un viejo conocido de los lectores tras sus apariciones en Daredevil y en los Vengadores. En este último caso como integrante del Escuadrón Siniestro.
El alado personaje pide ayuda a los Defensores, precisamente para hacer frente a sus tres compañeros del Escuadrón Siniestro que, atención, ¡le han vendido el planeta a un tío venido del espacio!
El alienígena en cuestión se llama Nebulón. El tipo dice pertenecer a una raza de geólogos interestelares, que pasan su existencia vagando por el espacio en busca de planetas ricos en minerales. No contento, quiere a la Tierra sumergida en agua, por lo que se dispone a fundir el casquete polar. Al final todo era una tapadera ya que Nebulón es, en realidad, una especie de pulpo alienígena que vive bajo el agua.
Además del cúmulo de ideas de bombero, la trama da para unos cuantos mamporros, para el puntual regreso de Namor a regañadientes y para un final servido en bandeja para la heroicidad de Halcón Nocturno. Sal Buscema, eso sí, está magnífico, salvando bastante la papeleta.
En este punto se alternan los números de la colección regular con los Giant-Size. Los Defensores fueron uno de los títulos que tuvieron la suerte (o no) de contar con varios Giant-Size.
El primero apenas da para reeditar tres historias antiguas, una para cada uno de los Defensores originales. Los tres relatos vienen insertados en una línea argumental, obra de Tony Isabella y Jim Starlin, en la que Clea ayuda a Valquiria a conocer un poco mejor a Hulk, a Namor y al Doctor Extraño. En definitiva, pocas páginas nuevas y muy prescindibles.
El segundo Giant-Size, siendo de mayor utilidad, no pasa de discreto. El propio Len Wein lo guioniza, acompañado de Gil Kane al lápiz. Asmodeo, recuperado de la serie del Doctor Extraño, es el antagonista, mientras que el Hijo de Satán hace las veces de superhéroe invitado. La única parte entretenida la encontramos en la secuencia en la que cada defensor debe enfrentarse a su propio infierno. El resto, poquita cosa.
La recta final de Wein en la serie regular contiene un par de arcos más.
Magneto y su Hermandad de Mutantes Diabólicos crean a Alfa, el mutante definitivo, mediante una cámara incubadora. Pero la cosa se les va de las manos cuando Alfa evoluciona desde una obediente criatura primitiva hacia un ser inteligente.
El razonamiento es endeble y simplón. Muy de piloto automático, en un arco que encajaría como un guante en Marvel Team-Up o Marvel Two-in-One, siendo, en el caso que nos ocupa, el Profesor X el invitado de turno. De hecho, casi toda esta etapa de Len Wein en los Defensores, sigue la línea de las dos colecciones duales de los setenta, consagradas al divertimento desde la simplicidad argumental.
Arco entretenidillo sin más, donde lo más resaltable lo tenemos en el estreno de nuevo uniforme de Halcón Nocturno. Su traje clásico.
Mientras que el arco que cierra la etapa de Len Wein sigue la misma dinámica, pero personalmente me parece uno de los más entretenidos de este tomo.
La saga quizás es más afín al estilo de la colección de Hulk, aunque tampoco falta el habitual héroe invitado, en la figura de Power Man.
La participación del héroe de alquiler, sumado al gigante verde, ya es garante para una buena ración de trompazos. Pero si frente a ellos situamos a uno de los grupos de supervillanos más encantadoramente paletos de la historia de Marvel, ya no hay duda de lo que te vas a encontrar. El grupo en cuestión no es otro que la Brigada de Demolición, que hace aquí su primera aparición. Al Destructor, de sobras conocido en las páginas de Thor, se unen otros tres patanes de la misma estirpe, Bola de Trueno, Martinete y Bulldozer.
Y Sal Buscema pasándoselo en grande, dando rienda suelta a su clásico repertorio de puñetazos voladores.
Argumento más simple que un botijo, pero acción y entretenimiento a raudales.
Arranca la era Steve Gerber.Gerber toma el relevo de Len Wein con una de sus prácticas favoritas, la interacción de personajes de colecciones guionizadas por él mismo.
En esta ocasión directamente opta por un crossover entre Marvel Two-in-One y los Defensores. Evidentemente, la Cosa es el héroe invitado de turno.
El guionista pone hilo a la aguja para resolver las lagunas sobre el pasado de Valquiria. O más concretamente de Bárbara Denton, cuyo cuerpo alberga la artificial mente de nuestra heroína.
Esta determinación de Gerber ya sugiere un cambio de enfoque respecto a la anterior etapa: el interés en el desarrollo de los personajes, cosa que en el caso de Wein brillaba por su ausencia.
No sólo Val se beneficia de este mejor tratamiento, también Halcón Nocturno, o más concretamente Kyle Richmond, resulta agraciado. No es casualidad que se trate de los dos personajes sin serie propia. Tanto Hulk como el Doctor Extraño no necesitan mayor desarrollo del que ya gozan en sus respectivas series.
En lo que respecta a la trama, este inicio de andadura del guionista es un poco renqueante. Gerber trae al rescate el culto de los Sin Nombre, que ya formó parte del origen de Val, pero sin apenas avance. Ni siquiera la participación de la Encantadora y del Ejecutor aportan apenas más que limitarse a ser los villanos de turno. Mientras que el uso de una harmónica como objeto de poder para controlar las fuerzas místicas cuando la soplas, es el ingrediente tontuno que de vez en cuando brota de la sesera del escritor.
Lo mejor lo tenemos, precisamente, en el hilo concerniente a Valquiria-Bárbara. En su descubrimiento de que tiene un padre e incluso de un marido, y del choque emocional que conlleva para alguien que, en realidad, es la primera vez que ve a estos, sus semejantes.
Ya en el siguiente arco vemos como la personalidad de Kyle Richmond empieza a dibujarse. No se nos aparece como un hombre feliz, por muy adinerado que sea, sino como un magnate que en realidad se siente sólo.
La historia nos trae a un nuevo y curioso grupo de supervillanos, los Hombres Cabeza. Pese a tratarse de un sólo número, me parece bastante más disfrutables que el anterior arco.
A Gerber también le toca lidiar con un par de Giant-Size dentro de este volumen. Números autoconclusivos más bien innecesarios.
El tercer Giant-Size cuenta con Jim Starlin al arte gráfico, en una historia que no pasa de simpática. El ludópata galáctico llamado el Gran Maestro, que recordamos de su paseo por la serie de los Vengadores, busca a competidores para su caprichoso juego de turno. Así que se lleva al espacio a los Defensores, incluido Namor y, de propina, a Daredevil. Lo que está en juego sobre el tablero es ni más ni menos que la Tierra, así que no hay otra que ganar la partida. La idea es buena pero la ejecución bastante mejorable.
El cuarto es peor, especialmente porque esta vez tenemos que sufrir a Don Heck. Chaqueta Amarilla ejerce de invitado de honor en una trama bastante confusa, en la que Cabeza de Huevo y lo que queda del Escuadrón Siniestro se alternan como contendientes. Lo único salvable es la relación entre Kyle y su amiga/pretendiente Trish Starr.
Llegamos a la saga final del tomo, de nuevo dentro de la serie regular. Una saga que está entre lo más disfrutable de este recopilatorio.
Gerber diversifica su labor argumental incorporando contenido social, como la discriminación racial y de clase. Un tanto inofensivo y superficial tal como está tratado, pero bueno.
Todo gira en torno a la organización racista, los Hijos de la Serpiente, conocida, de nuevo, por su paso por la serie de Los Vengadores.
El guionista tira de factor fanservice al reunir a diferentes superhéroes invocados por Clea, todos ellos habiendo colaborado ya anteriormente con el no grupo. De esta forma, Daredevil, Power Man y el Hijo de Satán se unen a Hulk en el rescate del resto de Defensores y de Chaqueta Amarillla, que también pasaba por allí.
Y luego, tenemos el inesperado final en el que Halcón Nocturno vive, digamos, su particular "imperio secreto". Lo digo en referencia a la mítica saga del Capitán América.
Hay algunas cosillas dignas de amonestación, como que un grupo de relativamente blandengues, como los Hijos de la Serpiente, sean capaces de derrotar a los Defensores al completo sin apenas dificultades. Pero la saga contiene las suficientes dosis de emoción para ser considerada más que buena. También es cierto que el siempre notable Sal Buscema ayuda lo suyo.
Conclusión.La etapa guionizada por Len Wein se nutre de historias muy del estilo Marvel Team-Up y Marvel Two-in-One. Relatos de acción un tanto primaria, sin ninguna intención de ser relevantes ni profundos.
Gerber se lo trabaja más, entrando en el desarrollo de algunos personajes y sabiendo construir tramas más emocionantes.
Por su parte, Sal Buscema completa un trabajo gráfico de lo más satisfactorio.
Todo ello, en un volumen que en conjunto calificaría de aceptable y razonablemente entretenido.