“Y cuando las fuerzas del Criterio parecían perdidas, en su hora más oscura, inicio de una noche de eterna ignorancia, él aterrizó entre sus compañeros de armas, correspondidas sus miradas de sorpresa tornada en esperanza, y encabezó la reconquista de la razón, empleando su galardón del deshonor a modo de espada de filo y símbolo, pues la inmoral perfidia de sus promotores les sería devuelta de forma doblemente retribuida a su ciega majadería. Y la profunda e insondable oscuridad dio paso a la más brillante de las luces, una que resplandecería por toda la eternidad en territorio del séptimo arte, napalm ardiente en el corazón de las estrellas” San Mc Carnigan, Libro IV, Pasaje 5º.