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Autor Tema: Obras de Alan Moore  (Leído 137046 veces)

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Desconectado Metallicas

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Re: Obras de Alan Moore
« Respuesta #510 en: 01 Agosto, 2009, 01:07:10 am »
Ah, Hellpop, se me olvidó comentarte que no te hice ni puto caso y me pillé Sandman
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.

Qué quieres que haga, estaban tan bonitos ahí puestos en Akira, y yo necesito tanto leerlos, que decidí que primero los pillaría, y luego pensaría en lo que he hecho y en cómo voy a terminarlo.


PD: sé que esto no viene a cuento, pero en el fondo sí que viene a cuento.
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Desconectado Hellpop

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Re: Obras de Alan Moore
« Respuesta #511 en: 01 Agosto, 2009, 01:16:55 am »
PD: sé que esto no viene a cuento, pero en el fondo sí que viene a cuento.

Claro que viene a cuento. Lo que me querías decir es que no me haces ni puto caso.

Chumino.



EDITO: cuéntate que te parece cuando vayas leyéndolo, ¿eh?
« última modificación: 01 Agosto, 2009, 01:31:10 am por Hellpop »

Desconectado Matanza Cósmica

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Re: Obras de Alan Moore
« Respuesta #512 en: 01 Agosto, 2009, 12:12:47 pm »
"Ahora mismo no estoy seguro de lo que puede suceder", ha comentado el propio Gaiman en su web. "Ni Mark ni yo hemos firmado nada, pero realmente confío en que Marvel vuelve a imprimir las historias de Alan Moore, así como el trabajo que hice con Mark Buckingham, quien todavía tiene en su poder todas las páginas de que número que no llegó a imprimirse hace 16 años, pese a que los bocadillos se han amarilleado un poco con el tiempo. No sé cuáles son los planes de Marvel en este momento, aunque obviamente me gustaría finalizar la historia que empecé."

Sacado de la página de UM, declaraciones de Neil Gaiman, amigo de Moore.

Hurm...

Siento esperanzas y no sé por qué  :puzzled: :lol:

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Re: Obras de Alan Moore
« Respuesta #513 en: 12 Agosto, 2009, 12:34:25 pm »
La película que nunca se vio: Miracleman. Información cortesía de comic en 8 mm http://comicsen8mm.wordpress.com/2009/08/12/miracleman-la-pelicula-que-nunca-vio-la-luz/

Desconectado Metallicas

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Re: Obras de Alan Moore
« Respuesta #514 en: 21 Agosto, 2009, 16:07:24 pm »
Alan Moore… el guionista ingles tiene un nombre que le hace tanto bien como mal. El mismo genio del cómic que te enamora con obras como V de Vendetta, Watchmen, Un Pequeño Asesinato, Top Ten y un largo etcétera, te puede defraudar con otras, que siendo de otro guionista menos mítico, te podrían gustar.

La obra que intentaré comentar a continuación es una de esas que me han gustado, que me han enamorado. Una de esas obras dignas de Moore, de las que te esperas de él habiendo leído otras genialidades de las que menciono arriba. Una de esas obras maestras.

Hace algún año ya que leí por primera vez la Cosa del Pantano. Había leído cómics de Alan Moore que me habían encantado, y quería volver a hacerlo, y esta etapa parecía una buena opción. Empecé a leerlo como hay que hacerlo, por el principio, y llegué hasta las mismísimas puertas de la mítica American Gothic (en el 36, para ser exactos).

Ahora, tras más tiempo del que me hubiera gustado, vuelvo a tener la etapa entre manos, pero esta vez hasta el final.

Como era de esperar, comencé el camino, una vez más, desde el principio y no tenía intención de parar hasta llegar al final. Estaba leyendo, esta vez en serio…

LA COSA DEL PANTANO, de ALAN MOORE. (Intentaré ser breve)

El guionista de Northampton, tras sus magníficos V de Vendetta y Miracleman, abandonaba Inglaterra para entrar en el cómic americano, y lo hacía por la puerta grande, con DC.

La serie que se encargaría de llevar era de un hombre, llamado Alec Holland, convertido en monstruo tras un trágico accidente (provocado intencionadamente). Una vez llegado a manos de Moore, se convertiría en mucho más que eso.

El primer número guionizado por Alan es el 20 (Cabos Sueltos), donde se ve la muerte de Arcane y se atrapa al monstruo del Pantano. El número, algo acelerado, tiene como único objetivo poner al hasta entonces Alec Holland en manos del Hombre Florónico (otro personaje de DC), para que todos pudiéramos presenciar el primer gran momento de la etapa (y uno de los mayores, en mi opinión).

En el famoso número 21 (Lección de Anatomía), el Dr. Jason Woodrue, contratado por un anciano millonario, es el narrador y a la vez el encargado de realizar unos estudios sobre la recién capturada Cosa del Pantano. El número es presentado con una narración sublime, un dibujo de Stephen Bissette (uno de los más espectaculares dibujantes regulares de la serie) y John Totleben que le viene genial y unos recursos literarios dignos de un poema.

Posiblemente una de las cosas que más me ha fascinado de estos cómics sea la elegante prosa, plagada de metáforas, comparaciones, paralelismos… en algunos casos, el detallismo es tal que el dibujo pasa a ser algo secundario. Y a la vez, no se pierden las características típicas del cómic (como puede suceder en otras obras de Moore) como líneas cinéticas y onomatopeyas.

Este espectacular número 21 no se basa sólo en recursos literarios y un buen dibujo. Para que un cómic pase a la historia en un solo número hace falta algo más… algo como un cambio drástico en el personaje. Un cambio tan drástico como respetuoso con la continuidad. La historia de “Un científico llamado Alec Holland trabajaba para el gobierno en una fórmula biorestauradora, que se usaría para el desarrollo de las cosechas cuando el experimento fue saboteado. Hubo una gran explosión y Holland y su fórmula cayeron al pantano. Como resultado surgió La Cosa del Pantano” pasó a ser “Un científico llamado Alec Holland trabajaba para el gobierno en una fórmula biorestauradora, que se usaría para el desarrollo de las cosechas cuando el experimento fue saboteado. Hubo una gran explosión y Holland y su fórmula cayeron al pantano. Ahí, Alec Holland se descompuso y fue absorbido por las plantas del lugar. Éstas adoptaron su conciencia y una forma lo más parecida posible y surgió La Cosa del Pantano”.

Como explicación de ese suceso tenemos la teoría de Woodrue de que la conciencia puede pasarse a través del alimento y da pruebas muy interesantes, a las que su anciano jefe decide no prestar atención.

El monstruo renace, pues no se puede matar de un disparo en la cabeza a un vegetal y por casualidad se encuentra con las notas del Hombre Florónico. Los resultados son catastróficos, al menos para el responsable de aquella situación.

La cosa del pantano volviendo a casa, el hombre florónico pensando en qué hacer a continuación y más recursos literarios cierran este primer capítulo de una serie de obra de arte tras otra.

El número 22 (Empantanado) tenemos a Abby y Matt buscando a Alec Holland cuando se encuentran una figura que se le parece unida al suelo, más cercana a una planta que a una persona. El hombre Florónico (vestido de persona gracias a una piel sintética) les dice lo sucedido y la nueva situación de la Cosa del Pantano.

Después de la conversación se ven atisbos de lo que será buena parte de la serie: sueños y pesadillas. Las del protagonista, especialmente, son de lo más interesantes y a pesar de lo trágicas que son, el humor negro que contienen pueden sacarle más de una sonrisa al lector. Al final del número, El Hombre Florónico se come unos frutos que crecen de la bestia del pantano, probando la misma teoría que le contó a Sunderland. Woodrue podía comunicarse con las plantas y controlarlas, pero nunca sentirse como una. En esos momentos, lo que hasta ahora era Alec Holland parecía ser una planta con todas las de la ley, así que comiendo parte de él, a lo mejor podía comprenderlo.

Muy buenas primeras escenas del verde, que es el lugar de la conciencia vegetal. Muy conseguida la sensación de la cantidad de vida que hay en el planeta, y de nuevo, los recursos que usa Moore convierten la narración en una danza, que junto al psicodélico dibujo hacen las delicias de cualquier amante del arte en general y el cómic en particular.

En el número 23 (Otro Mundo Verde) empieza la saga del Hombre Florónico. Resulta que tras entrar brevemente el verde, decidió emprender una venganza contra los animales (y humanos) por todo el daño que estaban provocándole al planeta.

Comienza a atacar pequeñas poblaciones usando tanto plantas trepadoras enormes como la sutil fotosíntesis acelerada de las plantas, que hiperoxigenaba el aire de una habitación y el menor chispazo provocaba una explosión. No me digan que no es simplemente genial…

La Cosa del Pantano presiente el peligro y sale de su estado vegetal. Impresionante escena esa de la enorme bestia verde en frente de Abby. La pregunta de la chica “¿Alec” y el “No. Alec no” De nuevo gran trabajo del dibujante.

En el siguiente número se termina la saga,
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.

Y aquí otro gran momento que me hizo pensar que cualquiera de las frases de ese cómic podrían ser puestas en el subnick del msn o en la firma del foro. Cuando todo ha terminado, la cosa le cuenta a Abby lo sucedido:

Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.

Y esto no es más que el comienzo. Muchos diálogos ecologistas veremos a lo largo de la serie, y eso se debe al lado ecologista y pacifista de Moore, supongo.

En el final del número tenemos a la Cosa del Pantano aceptando quien es en una viñeta a toda página magnífica, que hace que lo grotesco y monstruoso parezca bello y natural. Generalmente no suelo pensar en cuál es mi página favorita de cada cómic, pero puede ser porque no se hayan hecho tan bien como aquí, porque hay varias páginas que se me quedan grabadas en la mente y no me canso de verlas una y otra vez. Increíble talento el de Bissette en esta bestia danzando con el sol poniente de fondo.

Y en esta misma saga vemos a personajes típicos de DC (y sólo es el comienzo) como los miembros de la liga de la Justicia, observando lo que sucede y preguntándose quién vigila aquellas zonas que ellos no vigilan. Me gusta que Moore demuestre que lee cómics, que sabe de personajes y también me gusta esa crítica a los superhéroes, que tanto vigilar Metropolis, Gotham y Nueva York, pero ¿Quién vigila Louisiana?
 

Una nueva saga comienza con el 25 (el Sueño de la Razón). Y a mí esta me parece de las mejores. Si la serie había comenzado magistralmente, había perdido algo de potencia en la saga del Hombre Florónico. Pero ahora volvía a ser genial con una serie de números que te meten de lleno en lo que es la serie: cómics de terror.

Poe ya había probado que los monstruos detrás de la puerta no dan tanto miedo como un buen delirio. Y muchos dicen que el verdadero miedo es el miedo a lo desconocido. Personalmente creo que el verdadero terror lo consigue nuestro propio subconsciente en las pesadillas, dándonos lo que más tememos ¿Por qué no unir esas tres características del terror en una saga con personajes paranormales, espíritus, pesadillas y delirios?

Y así comienza la saga, con un personaje de lo más singular manteniendo conversaciones mundanas con gente normal, en las que termina diciéndoles cómo van a morir. Muy conseguida la sensación de tensión en estos números y de nuevo los dibujos de Bissette me dejan boquiabiertos.

Dejando la parte paranormal, Abby decide trabajar en un centro para autistas, y aquí tenemos los delirios y las pesadillas, pues los niños de ese centro tienen algo en común: temen al rey mono. El sueño de la razón produce sueños, y surgen de unas malditas palabras de la Quija.

En este momento (el de la Quija) Moore me hace creer más en la magia que en toda Promethea junta. Por un momento sentí la curiosidad de llevar a cabo el experimento, y por un instante temí las consecuencias. Teniendo en cuenta que nunca he creído en el espiritismo, es todo un mérito.

En los dos siguientes números sucede todo el nudo y desenlace de la saga, con un ambiente de tensión que va in crescendo, usando cambios de escena, viñetas que dan la sensación de velocidad, monólogos en primera persona…

Todo ello explota en un combate a tres bandas entre La Cosa del Pantano, El Rey Mono (una bestia surgida de otra dimensión que se alimenta del miedo y se convierte en aquello que más temes) y Etrigan (un demonio rimador del infierno, que se presenta en esta serie por primera vez y para quedarse).

Y al final, una sensación de tranquilidad. Una falsa sensación, pues esta saga lo único que ha hecho es abrir la que vendrá a continuación, muchísimo más terrorífica.

Pero antes de comenzar esa saga que para mí es de culto entre el cómic de terror, nos paramos y relajamos en un emotivo número firmado por Alan Moore, Shawn McManus y Tatjana Wood en el que la cosa del pantano quiere enterrar su pasado.

Un número buenísimo que te rompe el corazón y te pone todos los pelos de punta de lo magistral que es. Una lección de cómo hacer un cómic emotivo sin recurrir a los tópicos (al menos no todos) y usando como base el pasado de un personaje combinado con la poesía en prosa de Moore.

Y ahora sí, empezamos con Amor y Muerte, en el número 29.

El tebeo empieza con Abby intentando quitarse un olor del que no sabemos nada más de que es horrible. Lo intenta de todas maneras, desesperadamente, pero no consigue quitárselo. Sus monólogos en primera persona, obsesivos, paranoicos, me recuerdan a los de Poe, en los que un personaje torturado intenta explicar lo que pasa, pero de lo confundido y alterado que está, no consigue hacerlo del todo bien.

Abby parece aterrorizada por algo, y tiene que ver con su marido, pero no sabemos por qué. Ni sabemos a qué viene ese olor, ni quiénes son los miembros de la “Recorporations” en la que trabaja su marido, ni sabemos lo que significa “Recorporations”.

A medida que Abby investiga, la tensión crece y parece que todo va a explotar de un momento a otro. Y lo hace en una doble página fantástica. Y no podía esperar a coger el siguiente prestigio y seguir leyendo. Sentía que no podía dormir si no lo hacía.


Y eso es un ejemplo del terror que Moore nos muestra a lo largo de la primera mitad de su etapa. Un terror que a pesar de que muchos llaman Slatterpunk, a mí no me lo parece. El Slatterpunk tiene como base el “gore” (una exageración de la violencia y la sangre) para dar miedo, y los personajes encargados de ello son humanos con problemas humanos y métodos inhumanos. El terror de Moore se basa en personajes de lo más extraños (desde bestias surgidas de las pesadillas hasta demonios), pero su comportamiento está más cercano al humano. En cuanto al gore… la verdad es que sangre no se ve mucho por estos cómics, y la mayoría de los desafíos son más psicológicos que físicos. Cosa que me encanta.

Moore no intenta traumatizar al lector con un cuerpo despellejado. Moore inquieta al lector con unos sucesos que no se pueden explicar si no se sigue leyendo hasta llegar al final.


El número 30 (Una Aureola de Moscas) es apoteósico. Empieza con un rápido vistazo a todo el planeta, donde criaturas de todas las clases están a punto de realizar alguna hazaña. Todas esas hazañas tienen en común una cosa: lo que hoy en día conocemos como el mal.

En este ejemplar nos explican todo lo que no quedó claro en el anterior y todo apunta a que habrá otra gran batalla. Y tenemos de nuevo varias imágenes que hay que encuadrar y colgar en la pared:

-En la página 14, tenemos una viñeta a toda página de La Cosa del Pantano. Esta vez es una imagen de lo más visual, basada en el contraste del árido invierno, y el rebosante de vida Alec. Me quito el sombrero una vez más.
-En la página 12, el Joker ha dejado de sonreír.
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Empezamos el número 31 (El Baile de Azufre) y la oleada de maldad sigue creciendo. Imágenes por todas partes de despiadadas tareas. Un número que combina suspense, acción y romance de una manera inédita hasta el momento.

Qué gran paralelismo en el cómic, que a pesar de no ser tan simétrico como “Terrible Simetría” empieza y termina igual, con una frase y una imagen que son dignas de recibir un premio.

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La última página, de nuevo una sola viñeta del pantano en el amanecer, con la llegada de la primavera y el hielo derritiéndose, la salida del sol tras una trágica noche… y la certeza de que un comienzo nuevo no siempre significa un comienzo mejor.

 Esos acontecimientos dan lugar al interesantísimo Annual 2. En este annual se ve claramente la obsesión de Moore con otras dimensiones, pues aunque está tratando el infierno, no lo describe como un infierno normal, y lo divide en varios planos (cada uno con sus características propias) muy al estilo Promethea.

También tenemos varios “guías” que conducen a Alec a lo largo del camino, de nuevo de una manera muy parecida a los que conducen a Sophie por el árbol de la vida.

En el annual se tratan viejos personajes de DC como Deadman (en cuyo aspecto y personalidad se ha basado el DD de Tierra X), el Errante, el Espectro, y vemos de nuevo al demonio rimador Etrigan y otros personajes (entre ellos uno visto unos números atrás en la serie).

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El número 32 es un homenaje Pogo. Es bastante interesante ver que en los 80 no se cometían errores que ahora sí. Entre ellos, el que todos los extraterrestres hablen Inglés. A lo largo de la saga de la Cosa del Pantano a manos de Moore veremos toda clase de criaturas con toda clase de idiomas.

Después de este número de “descanso” llegan Los Sueños de Abby. Un número auto conclusivo que trata el tema, así en general, de las historias. Todo lo que ocurre en el mundo forman parte de las historias, y todos son personajes y protagonistas de ellas. Para presentar este número ¿Qué mejor que los dos primeros protagonistas de la primera historia? Caín y Abel le enseñan a Abby la diferencia entre misterio y secreto, aunque la incomprensión de ella hace que ambos hermanos acaben enzarzados en una disputa.

La historia contada trata de la Cosa del Pantano, aunque de una manera algo diferente a cómo la conocemos.

El cómic en su totalidad está muy bien escrito (y la historia es buenísima, con un paralelismo muy bien conseguido con la que conocemos) y entre otras, sirve de inspiración a Gaiman para crear otra obra que pasa a la historia: Sandman.

El número 34 es otro para quitarse el sombrero, tanto para Moore, que nos enseña el verde, y esta vez de manera detallada, como para Bissette, que lo representa de manera inigualable. Totleben y Tatjana Wood rematan muy bien el trabajo.

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Los siguientes 35 y 36 son los últimos números de la Cosa del Pantano pre American Gothic y Moore, sacando a la luz su lado ecologista, nos muestra la crudeza y el peligro de la energía nuclear, y el daño que causan sus residuos al mundo vegetal y animal. Y es que en aquella época el peligro nuclear era algo muy palpable y “de moda” y aquí simplemente se trata de nuevo, pero esta vez de manera original.

Para ello, cruza varias historias al más puro estilo Pulp Fiction que conducen a un trágico final.

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Los fragmentos de noticias de periódico sobre radiación y residuos nucleares acompañan muy bien la historia, dándole ese toque de realismo que hace la historia creíble a pesar de tener tantos elementos ficticios.

Y hasta aquí la primera mitad de la etapa de Moore (división hecha por mí, que no tiene por qué ser estrictamente la de todo el mundo). Unos 17 números y un annual que se colocan en el podio como una de las mejores sagas de cómics de terror. Y es verdad que aún quedan muchos cómics por delante, pero para mí estos son cómics de terror que tienen misterio, acción y amor de elementos acompañantes. En la otra mitad el terror sigue estando, pero excepto en la saga de American Gothic en sí y alguna ocasión contada, pasa a ser algo secundario.

También destacar que en estos números hemos tenido un terror que se aleja de lo clásico (vampiros, zombies, casas encantadas, maldiciones…) y se centra más en los psicológico y lo abstracto pero rodeado de mucha magia (otra de las características de Moore).



PD: en otro momento comento el resto de la etapa, que esto cansa  :lol:
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Desconectado Christian-Spi

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Re: Obras de Alan Moore
« Respuesta #515 en: 21 Agosto, 2009, 18:11:33 pm »
Genial, Taneleer  :birra:. En cuanto saque un hueco lo leo.


Ah, espera...  :birra:
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Christian-Spi

:birra:


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Re: Obras de Alan Moore
« Respuesta #516 en: 21 Agosto, 2009, 19:04:24 pm »
Genial, Taneleer  :birra:.

¿Si, verdad?  :lol: Ya sabía yo que habría confusiones... pero mi tocho, al contrario que los de Taneleer, es aburrido de cojones  :lol:
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Re: Obras de Alan Moore
« Respuesta #517 en: 21 Agosto, 2009, 21:24:25 pm »
pero mi tocho, al contrario que los de Taneleer, es aburrido de cojones  :lol:

Nah, tu autoestima es peor  :P
Atentamente,
Christian-Spi

:birra:


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Re: Obras de Alan Moore
« Respuesta #518 en: 21 Agosto, 2009, 21:52:46 pm »
Impresionante, Metallicas!!  :adoracion: :adoracion:

Esta serie es una de las que algún día estará en mi colección  :babas: :babas: (o eso espero...  :lloron:)

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Re: Obras de Alan Moore
« Respuesta #519 en: 22 Agosto, 2009, 15:46:13 pm »
Ufff, se nota que te gusta, sí :lol: A mí personalmente lo mejor de la serie con diferencia me parece que está en y tras American Gothic, pero tu comentario está muy currado :thumbup: La Cosa del Pantano es de lo mejor que he tenido el gusto de leer así que nada, espero con ganas lo que te falta por comentar.

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Re: Obras de Alan Moore
« Respuesta #520 en: 24 Agosto, 2009, 12:27:57 pm »
Chaval, lees muy bien los tebeos. Además, lo bueno que tiene :adoracion: (y supongo que ya lo habrás comprobado) es que las relecturas pueden llegar a ser mejores que las primeras lecturas. Por eso sus tebeos te acaban enganchando tanto. Cuánto más te los lees, más te gustan.

Y a mí también me parece American Gothic lo mejor del Swampy de :adoracion:, pero también me tira más la parte que has comentado que lo que vino después de American Gothic.

Genial, Taneleer  :birra:. En cuanto saque un hueco lo leo.

Pero cuanto cabrón hay suelto...

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pero mi tocho, al contrario que los de Taneleer, es aburrido de cojones  :lol:

Nah, tu autoestima es peor  :P

No hagas caso de la lengua viperina de Christianspi. La autoestima sólo te vale para presentar telediarios sin que se te caíga la cara de verguenza; así que si tu objetivo en la vida no es presentar telediarios, ¿para que quieres tener autoestima? Además, cuanto más autoestima tengas, mayor ostiazo te pegarás el día en que te acaben poniendo en tu sitio.
Más vale escaso sentido del ridículo en mano que cien autoestimas volando. Y en el improbable caso de que no sea así, siempre nos quedará París, o en este caso, la Cosa del Pantano.

Y ya puesto, trata de aprovechar el tirón y prueba a leerte The Courtyard a continuación de Swampy. No hay nada como comerse unos cuantos hongos de Yuggoth para ser un gran escritor.

:birra:
« última modificación: 24 Agosto, 2009, 12:47:36 pm por Taneleer Tivan »
¿Está el ser humano preparado para reproducirse por huevos? ¿Y cómo afectaría esto al mundo del tebeo? Cómo veis, no todas las preguntas tienen una fácil respuesta. Sin embargo, nosotros vamos a intentar responderlas...

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Re: Obras de Alan Moore
« Respuesta #521 en: 29 Agosto, 2009, 11:39:58 am »

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Re: Obras de Alan Moore
« Respuesta #522 en: 26 Septiembre, 2009, 00:46:54 am »
Una vez leídos los primeros 18 números (17 números y un annual) y tras adorarlos todo lo que se merecen, toca seguir con la lectura y comentario de la serie, y más cuando estamos ante una de las mejores sagas que ha dado el cómic.

Cuando hablamos de Moore en general y de su etapa en Swamp Thing en particular, no podemos dejar de repetir una palabra: original. Original es su trato de los personajes, originales son sus argumentos, originales son los desenlaces… todo lo que toca Moore es diferente, y ha conseguido alzar al personaje de Alec Holland hasta límites insospechados.

Lo leído hasta el momento, la primera parte de la etapa, se puede calificar de excelente. Había de todo: emoción, intriga, humor y sobretodo terror. Pero lo que nos aguarda supera incluso aquello, pues ahora se empiezan a tratar los clásicos del terror de los que antes nos manteníamos alejados. Y, por qué no decirlo… de manera impecable y desde luego original. Una saga donde se unen cantidad y calidad, hablamos de…
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Re: Obras de Alan Moore
« Respuesta #523 en: 26 Septiembre, 2009, 00:51:02 am »
La Cosa del Pantano de Alan Moore: American Gothic.

Nos habíamos quedado en una Cosa del Pantano malherida por uno de los mayores enemigos de la naturaleza: la energía nuclear. Nos habíamos quedado en un Alec haciendo llamada de toda su voluntad y suerte para enviar su mente al verde, con la esperanza de volver a nacer más tarde, con otro cuerpo.

Y así empieza la saga en el número 37 (Patrones de crecimiento), con la esperanza de una nueva cosa del pantano. Y todas nuestras esperanzas se depositan en una viñeta en la que una planta crece lentamente, a medida que suceden otros acontecimientos como el día a día de Abby, cómo ayuda a la planta a crecer, esperando que sea quien ella cree que es, y sobretodo ¡La presentación de John Constantine!

Y es que en este cómic la trama va por dos senderos: en uno Abby ayuda a la cosa del pantano a recuperarse y en el otro se va presentando la trama que provocará los hechos de American Gothic. En este segundo sendero también tienen lugar las presentaciones de varios personajes (de los cuales pocos llegaran al final de la saga) y entre ellos se encuentra el protagonista de la serie de Vértigo más mítica y duradera, John Constantine, de Hellblazer.

Un número muy bien hecho en todos los sentidos presentado por Moore Veitch y Totleben (que sustituyen a Bissette en los dibujos) que termina en la muerte de uno de los personajes presentados (algo prematuro, quizás, porque aún no se le había tratado prácticamente, pero necesario, pues da lugar a otro personaje de lo más interesante que además cobrará bastante importancia) y en la Cosa del Pantano aceptando la propuesta de Constantine.

Me gustaría recalcar un par de cosas del número. La primera es la maestría con la que Totleben y Veitch sustituyen a Bissette, y la sensualidad con la que dibujan a Abby. Algunas viñetas son toda una delicia para la vista.

De nuevo en el dibujo, estaríamos en el diseño de John Constantine, que a pesar de estar dibujado oficialmente en este número por primera vez por Rick Veitch, ya se había visto con anterioridad en el número 25 (en la página 21, entre la muchedumbre). Eso se debe a una archifamosa anécdota que yo contaré una vez más: Bissette y Totleben habían pedido a Moore un personaje con la apariencia de Sting, y viendo que éste tardaba en llegar y no pudiendo contener sus ganas, lo dibujaron como parte del gentío en el número 25. Más tarde sería presentado oficialmente (Bissette se pierde la ocasión de dibujarlo) en el 37.

Lo último que destaco del número es una escena. Se trata de un homicidio en la que el asaltante lanza a la víctima por la ventana. La víctima cayendo entre trozos de cristal es muy similar al que veríamos, tras un corto período de tiempo, en su obra más famosa: Watchmen. La verdad es que no aporta nada al tema, pero me pareció curioso.

Y aquí se abre la mítica American Gothic. Una serie de aventuras que tratan los clásicos del terror que terminan en un evento cósmico que podría ser el final de los tiempos. La primera de esas aventuras tiene lugar en el número 38 ( Aguas Tranquilas) donde Constantine lleva a la Cosa del Pantano a Rosewood, a un aparentemente tranquilo lago en el que Alec deberá enmendar los errores del pasado.

Años atrás, bajo ese lago había un pueblo. Un pueblo atestado de vampiros (sí señor, vampiros). Para terminar con ellos, nuestro singular héroe inundó la zona, esperando que el agua corriente provocase la muerte a todos aquellos que tocaba. La zona se dio por asegurada y la amenaza de los vampiros dejó de existir. Pero… ¿Y si todos los vampiros no habían muerto?

En esta historia de dos números, Moore termina con la primera parada del viaje. Ya hemos tenido nuestra primera aventura, ya hemos tenido nuestro primer clásico del terror tratado con el estilo que caracteriza al mago inglés… y no puedo más que quitarme el sombrero.

Como punto negativo (porque algo negativo tiene que tener esta colosal etapa) podríamos resaltar una viñeta en la página 18, en la que a pesar de haber conseguido un dibujo espectacular de la cosa del pantano “tomando” la montaña, Bissette no consigue bordar del todo el coche que circula por la carretera. En un principio parece una chiquitada (y lo es) pero estropea el dibujo si te paras a contemplarlo y a fijarte en los detalles. Una pena, porque el resto del dibujo es magistral.

En el número 40 (La Maldición) se trata otro gran hito del terror: los hombres lobo… solo que sin ser hombres. En este caso, nuestra “mujer loba” es una ama de casa que tiene problemas con su marido. El origen de sus poderes (aunque para ella acaban convirtiéndose en una maldición) está en la magia. Un tipo muy extraño de magia, que aleja al personaje de los tópicos (a pesar de ser uno).

La imagen de esa mujer alzándose contra su marido tenía tanto significado aquel Septiembre de 1985 como ahora, 24 años atrás.

El dramático final del número pone la guinda al pastel, y cierra un número magnífico tanto en dibujo como en el guión (la poética prosa de Moore me asombra más a cada número que pasa).


La historia narrada en los números 41 y 42 transcurre en la mismísima Louisiana (hogar de nuestro protagonista y su amada). En esta ocasión tenemos un argumento algo más típico, con unos personajes algo menos originales que en otra ocasión. Se trata el clásico del terror número 3: Los muertos vivientes (zombies).

Desde luego no se trata de unos cadáveres alzándose de sus tumbas sin previo aviso, y atacando a todo lo que encuentran comiéndose su cerebro así sin más. No, para traer a esos muertos de vuelta de sus tumbas Moore usa un tipo de magia poco común en él, y que a mí me encanta: el vudú.

En la cultura popular se cree que el vudú consiste solamente en pinchar un muñeco con unas agujas para que tu enemigo sufra (de hecho, en la portada del número 41 tenemos un muñeco de la cosa del pantano atravesado por varios clavos), pero en realidad no es sólo eso. El vudú es toda una cultura que surgió cuando se llevaron a los africanos a América como esclavos, y el choque de ambas culturas provocó, entre otras, el vudú.

Nada más empezar el número 41 tenemos un escenario (en ruinas ya) que recorremos mientras leemos una antigua conversación que tuvo lugar ahí, y cada escena que leemos sucede en el lugar en el que nos encontramos.

Resulta que tiempo atrás, en esa casa de esclavos, la mujer del dueño se acostó con uno de sus siervos. La reacción del hombre fue terriblemente sanguinaria. Ahora, muchos años después, se planea rodar una serie televisiva ahí con la misma trama.

A pesar de ser un argumento algo más común, Moore y Bissette lo llevan tan magníficamente que se convierte en una de las mejores aventuras (por no decir la mejor) del camino de American Gothic. Buenísimos diálogos acompañados por una buena narración y un estupendo dibujo que muestran como poco a poco los actores y trabajadores de la serie van cumpliendo sus papeles… de manera algo literal.

El número 42 es apoteósico y tanto principio como final hacen que me quite el sombrero varias veces:

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Como detalles a destacar:

-El número 41 está dividido en actos (pero no pone acto, simplemente pone la fecha y el título). Al principio de cada uno hay unos dibujos que merecen estar enmarcados, sobretodo el de la página 16.
-La portada del número 41 es de las mejores que he visto a lo largo de la etapa de Moore en la cosa del pantano (quizás la mejor).
-Se recupera la tensión de la etapa pre American Gothic, que había desaparecido durante un par de números.


Y ahora llegamos a la parte en la que Moore decide que ya hemos tenido suficiente terror. Cuando dividí su paso por la serie en dos mitades: Pre American Gothic y Post American Gothic, también tuve en cuenta que la saga en sí no debía pertenecer a ninguna, sino hacer de transición.

En la etapa anterior al gran evento, disfrutábamos de unos cómics de Terror en mayúsculas, donde la tensión y el miedo eran protagonistas. Tras la gran saga, Moore decide que ya está bien de terror, y nos da unos cómics más de superhéroes, pero con una intención clara de llegar al lector, de emocionarle.

En plena saga, Moore opta por la decisión más acertada: darnos tanto lo uno como lo otro. En los números 41 y 42 disfrutábamos de unos cómics de terror, y momentos después en el número 43 lo hacemos con uno emotivo, de los que te hace pensar “¿Qué hubiera hecho yo?” cuando terminas. Y eso es precisamente lo grande de esta etapa, lo que la distingue de otras y la pone como una leyenda del cómic.

En este número 43 tenemos un cómic sin superhéroes, sin terror e incluso sin la Cosa del Pantano (que aparece durante tres viñetas en la primera página y está de espaldas. No le dedican ni un solo bocadillo de diálogo o pensamiento). Si bien es cierto que ha habido varios números en los que Alec pasaba algo desapercibido ante el trato a los demás personajes, no habíamos tenido ninguno con una aparición tan breve y aparentemente insignificante del monstruo. La excepción sería el número 33 (Los Sueños de Abby), donde no apareció ni en una viñeta, pero Moore y Randall se las arreglaron para que no le echásemos de menos.

Un hombre llamado Chester encuentra uno de esos extraños tubérculos que deja Alec a su paso. Lo divide en tres pedazos. Dos de ellos los regala: uno a un hombre necesitado cuya novia se muere, y otro a un odioso y avaricioso hombre que necesita algo para colocarse.

Resulta que dicho fruto saca el verdadero “yo” de las personas, y mientras hay personas (ya se vieron los efectos de dicho tubérculo en Abby) que obtienen la mejor experiencia de su vida gracias a ella, hay quienes pueden llegar a suicidarse.

El tercer trozo le pertenece, pero… ¿Te atreverías tú a probar algo que te dice si eres “bueno” o “malo” sin posibilidad de equivocación? ¿Te ganaría la curiosidad o el temor a descubrir algo que no quieres? Servidor no tiene la respuesta muy clara.

Con el 44 volvemos al terror, y de nuevo con un grande entre los grandes, aquel que asustó a tantos niños de pequeños (si las madres supieran que atemorizar a sus hijos con la muerte más horrible cada vez que no se comen las lentejas puede crear complejos…) decide hacerlo ahora con los no tan pequeños. En el número 44 tenemos al Hombre del Saco.

Este número sí que podría ser algo más “Slatterpunk” porque nuestro protagonista es un psicópata que mata a sus víctimas porque cree que debe hacerlo, y luego recuerda detalladamente los ojos de cada una. Una narración muy conseguida que nos pone en la piel del mismísimo Bogeyman. Narrar en primera persona a un psicópata no es una tarea fácil, pero si se consigue hacer bien puede quedar algo magnífico.

Bissette vuelve al dibujo, y como siempre, me quito el sombrero ante su sobrehumano talento. Todas y cada una de las viñetas son una obra de arte y es asombroso cómo la misma persona que te enamora con una dulce mirada en una viñeta, te quita el sueño de la manera más desagradable en otra. Y como es costumbre en él, la última página te hace plantearte seriamente arrancarla y enmarcarla (en este caso es la penúltima página, aunque la última hace de epílogo), y ya no por tener mucho significado o por lo emotiva que pueda ser tras una historia de 22 páginas que termina ahí… no… hay que enmarcarla simplemente por su belleza.

Con el número 45 termina el camino la “preparación” de la cosa del pantano y su búsqueda de respuestas (las cuales encontrará más tarde en el 47). Esta vez el mito del terror que tratamos es el de las casas encantadas, todo un tópico que ha dado lugar a muy buenas historias con espíritus atormentados e invitados que lo pasan mal por culpa de los poco hospitalarios huéspedes.

Un número buenísimo con personajes muy interesantes que termina de manera prometedora con alguien comprando un rifle para una “caza” que no planea practicar muy a menudo. Tras 22 páginas de fantasmas y espíritus volvemos a encontrarnos de nuevo con el ser humano mundano que se convierte en protagonista de una historia de terror aún más escalofriante.

Y por fin llega el momento que tanto llevábamos esperando, el clímax de la saga. Tras una larga introducción, por fin empieza el nudo ¡Y de qué manera! Al principio del número 46 (Revelaciones) tenemos una ciudad sumida en el caos, en una crisis. Una crisis en tierras infinitas que llega a nuestra serie de DC que aparentemente menos ligada a la continuidad estaba. Ya habíamos visto referencias al universo DC antes, con apariciones de viejos personajes, Batman e incluso la Liga de la Justicia, pero lo que vendrá a continuación está tan sumergido en la continuidad que los más inexpertos en DC, entre los cuales me incluyo, hemos necesitado la Wikipedia para enterarnos de todos los detalles.

“Una serie de universos paralelos, tierras paralelas… algo se los está comiendo, como un gusano masticando una pila de mapas. Para sobrevivir, los mundos que quedan se están plegando juntos, haciéndose más fuertes. Funcionará, mucha gente acabará muerta pero funcionará” Ésa es la explicación que nos da Constantine de lo que sucede, y es normal que Alec pida alguna explicación al respecto. Entramos en continuidad, y señores… ¡Cómo entramos!

La cantidad de personajes de este número sólo se puede ver superada por las situaciones cómicas y a la vez trágicas que plasman con humor negro todo el caos que debe haber en un evento de tal magnitud. Al final del número una traumática y poética muerte de otro personaje deja paso libre a lo que será uno de los números más importantes de la etapa de Moore en La Cosa del Pantano.

Así es, el número 47 (El Parlamento de Árboles) se divide en dos de los hechos más trascendentes de la serie. El primero trata de un testigo que demuestra, con fotos, la existencia de cierto monstruo del pantano… ¡Y su relación con una joven dama de cabellos blancos! Es una escena breve, en la que el testigo habla y nadie responde. Aparentemente no sucede nada, pero todo el que lo lea habrá tenido y tendrá, con razón, la sensación de que algo va a cambiar… ¿Para bien o para mal? La respuesta vendrá después, siendo uno de los arcos argumentales principales de la etapa post American Gothic.

El segundo hecho importante es el encuentro de la Cosa del Pantano con el Parlamento de Árboles, unas criaturas que Alec puede considerar sus iguales. Preguntas y respuestas que provocan más preguntas dejan a nuestro protagonista confundido y destrozado. Aquellas palabras “No me quieren, Constantine. Son criaturas como yo… como yo… y me han expulsado” sólo se ven superadas por la escena que viene a continuación. Sólo tenemos una respuesta: para mal.

Los aires épicos y superheroicos de la serie empiezan con el número 48, donde a pesar de mantenerse un ambiente de terror y tensión muy conseguido, tiene lugar el enfrentamiento entre los “buenos” y los “malos”, abriendo la puerta de un ascensor que ira ascendiendo en todo momento hasta llegar a la cumbre, en el número 50.

En este enfrentamiento hay personajes que cambian de bando, unos que pierden su vida, otros que la entregan y alguno que la ve pasar ante sus ojos para luego ser salvado. Vemos con orgullo el poder de Alec, y con temor que no sirve de nada para lo que se avecina.

El número es alucinante. Vertiginoso, trascendente e importante, con un dibujo magnífico de Totleben que plasma a la perfección a esos personajes de rostros grotescos que tanto bien le hacen a la saga… pero es evidente que la cosa acaba de empezar. Los enfrentamientos han cesado, el camino ha sido recorrido, todas las fichas de dominó han caído, una a una, hasta llegar a la última

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El peligro es tal que nadie podría afrontarlo sólo, ni siquiera teniendo el poder un elemental, así que Constantine procede a reclutar al ejército que será necesario para enfrentarse a sea lo que sea aquello que pone en peligro al universo. Constantine es el encargado de convocar a los hechiceros Winter, Sargón, Zatanna, el Dr. Occult (y juraría que hasta aparece Bubastis)… un puñado de viejos personajes de DC que se unen a nuestros protagonistas para hacer todo lo que puedan desde el plano terrestre.

Por otro lado, la Cosa del Pantano se dirige a sus contactos del más allá. Deadman, el Espectro, Etrigan y algunos diablos que han decidido unirse al bando “bueno” esta vez que el mal planea destrozarlo todo.

Y así, con los ejércitos preparados, el bien encarándose al mal, el mensaje es entregado y la ola de destrucción se alza de las profundidades para mostrarse en el siguiente número. Y resulta que aquello que llevamos esperando tanto tiempo es… ¡Una montaña! O un pedrusco, o una esfera negra que avanza lentamente, devastándolo todo a su paso. Todo ese ejército, toda esa preparación, todo ese camino recorrido, para ver en el número 50, una mancha negra que nadie puede derrotar.

Poco a poco se convierte en un cilindro, y uno a uno los personajes del ejército de los buenos se acercan a él para derrotarlo. Son tragado, interrogados y expulsados. Unas preguntas que nadie puede responder de un ser que no se detiene ni siquiera ante el Espectro ¿Quién puede hacer nada contra esa criatura? Pues muy sencillo, la Cosa del Pantano.

Todo cobra sentido, todo lo que ha sucedido los 14 números ha sido por algo y se demuestra que todo ha estado milimétricamente planificado desde el principio. No diré qué pasa a continuación, sólo que sea lo que sea, os aseguro que es de lo más espectacular que he visto. Esa doble página del número 50 en la que se descubre qué es aquella montaña negra, y se tiene lugar el choque entre el bien y el mal es de las más espectaculares que he visto. No porque tenga un dibujo magistral (que lo tiene) o unos efectos alucinantes, no, simplemente es de las mejores por lo que significa, por todo el significado poético y filosófico que tiene. Y todo el camino recorrido ha merecido la pena.

Y esa es la saga que tantas veces se ha nombrado, que tanto se ha homenajeado, plagiado y adorado. Esa saga que ha marcado un antes y un después. La saga más famosa de la Cosa del Pantano y una de las obras más reconocidas de Moore. Y qué queréis que os diga, yo creo que no está sobrevalorada en absoluto.

PD: y ya está, termino ya, que esto se hace pesado para el público. La tercera parte del comentario, si lo hago, será mucho más breve, que en este he tenido que dividir Intro y Comentario porque no cabía en un sólo post (al menos ahora tengo récord de mensaje más largo sin quotes y megaquotes y demás, junto a Patohoward y Taneleer Tivan). Gracias y un saludo.
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Re: Obras de Alan Moore
« Respuesta #524 en: 26 Septiembre, 2009, 12:01:28 pm »
En momentos como este, sólo puedo decir: Metallicas eres un crack... y Moore dios!!!

 

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