AlbiónLos autores de un cómic pueden estar a veces unidos de una manera o de otra. Pueden ser amigos, haber trabajado con anterioridad en alguna otra historia… y pocas veces lo que une a los autores es que son familiares. Eso pasa en este caso, donde el reconocido Alan Moore (V de Vendetta, Watchmen, Top Ten) organiza una trama y deja los guiones a su hija, Leah Moore, y al marido de ésta, John Reppion. Todo ello empezó con la idea de Shane Oakley de “resucitar” a los pintorescos personajes de la Golden Age, pero la Golden Age británica, en un proyecto que se parece mucho al realizado recientemente por JMS para Marvel.
Aparte de ser el “culpable” de tener entre nosotros esta historia, es un dibujante que sabe plasmar como nadie el aire clásico de esos tebeos de manera que no parezca desfasado. Lo vemos tanto en la historia principal, con hilillos de humo a lo Pulp, o con “flashbacks” que se dan tanto en la memoria de los personajes como en los tebeos.
Y de tebeos va esta historia: hace muchos años, se escribían historietas de dos o tres páginas, sobre unos personajes de lo más originales y “complejos” para aquella época. Ahora, varias décadas después, un seguidor de los cómics llamado Danny se encuentra con un criminal que se parece sospechosamente a un personaje de cómic que él conoce, el señor Feedish, y no duda en gritárselo cuando llevan al reo a una cárcel. Al mismo tiempo, la trama avanza con Eagleton, que parece ser el alcaide de una extraña cárcel situada en un castillo de Escocia. Eagleton recibe una visita de un tal Nolan, un estadounidense que acude a la prisión porque según los cálculos de un avanzado robot, la cárcel está a punto de presenciar un motín.
Al gritar el nombre del personaje, Danny se encuentra con una agradable señorita con muchos amigos de lo más extraños que afirma que los personajes de cómic existen y ella es una prueba. Tras una larga pero necesaria investigación, llegan a la conclusión de que dichos personajes se encuentran en una prisión localizada en Escocia.
Una historia bastante amena y diferente que presenta cantidad de personajes muy interesantes con un ritmo trepidante y adictivo. Resulta imposible despegase del tebeo en el momento cumbre del mismo (aunque el principio sea algo lento). Los diálogos no son nada absurdos, que demuestran que Leah Moore no sólo tiene un buen apellido. Los dibujos de Oakley acompañan muy bien la historia, aunque al principio chocan un poco hasta que te acostumbras. Se merece un
9/10, y si has sido seguidor de las historietas británicas, supongo que le darás bastante más.