He leído
En la cabeza de Sherlock Holmes: El caso de la entrada misteriosa.
Podríamos pensar que es un tomo más, en el que un guionista,
Cyril Lieron y un artista,
Benoit Dahan, vuelven a poner la gabardina al famoso detective. Cierto es, pero ni nos cuentan lo de siempre, ni de la misma manera de siempre. El argumento no está basado en ninguna de las novelas de
Conan Doyle, ni utilizan la narrativa visual típica. Tenemos claro está, una gorra, una lupa y la ya nombrada gabardina. Tenemos también una mente prodigiosa que ni las drogas y el aburrimiento han conseguido doblegar y por supuesto, tenemos a un
Watson tan fiel y dispuesto como cabría esperar. Lo que no tenemos, que yo recuerde ahora mismo es ningún "Elemental, querido Watson". Eso ya, se lo dejamos para el cine.
El argumento mantiene todos los tropos que se te puedan ocurrir sobre
Sherlock Holmes, la gorra, la pipa, el 221B de Downing Street, la ya nombrada gabardina… La Inglaterra victoriana es dibujada con todo lujo de detalles e iremos transitando por toda la ciudad a través de detallados mapas de la época, calles, carruajes, el Royal Albert Hall… Un trabajo de investigación muy completo para reconstruir el Londres de la época de una manera fidedigna.
Lástima que los personajes carezcan de un poco más de profundidad, algo que los acerque un poco más al lector, porque es lo único que hecho a faltar en este integral. Le falta a mi entender, esa tensión dramática que te mantenga en vilo, el temor por algún personaje en peligro, que es sustituida por el seguimiento de las “pistas” y el deseo de llegar a la pertinente explicación del “caso”.
Ahora claro, visualmente, es que no deja de sorprenderte, porque todo se cuenta de una manera diferente a como lo hemos visto en multitud de ocasiones. Aquí nos metemos, literalmente,
en la cabeza de Sherlock Holmes, como unos espectadores privilegiados viendo desde primera fila cómo se van agrupando y luego ordenando todas las ideas en la cabeza, cómo se desechan unas, mientras otras que parecían insignificantes toman forma con una multitud de
Sherlocks recabando información para elaborar sus teorías.
Cada plancha es un hallazgo, cada vez que pasas páginas algo nuevo logra sorprenderte.
Dahan no se repite, reinventa nuevas fórmulas para seguir innovando. A simple vista pueden parecer viñetas farragosas que van a entorpecer la lectura, pero consigue lo contrario, nos guía con maestría, haciéndonos saltar de viñeta en viñeta (aunque no sea el orden habitual) de manera intuitiva y natural. Los dibujos que en muchas ocasiones hace cuando ves las viñetas en conjunto son alucinantes, lo mismo te puedes encontrar un reloj de arena, que un farol victoriano, la corona de la reina de Inglaterra o como en la imagen que adjunto, la característica lupa de
Holmes.
Siempre encuentra la manera de asombrarnos, ya sea haciéndonos retroceder unas páginas para conformar un nuevo dibujo, sugerirnos que miremos la hoja al trasluz o hacernos doblar la hoja por la zona de puntos. Es flipante por ejemplo, cómo consigue hacernos ver como se desmoronan las convicciones y valores morales de Sherlock, en quizá no una de las más bonitas planchas, pero sí de las más logradas. Incluso ya finalizado el tomo, en la última página, nos revelará nuevos hallazgos sin ni siquiera darnos una pista, que ya no será necesaria. Todos los lectores, llegados a este punto, sabremos que hay que hacer con el libro que tenemos entre las manos para verlo.
Esto es, ante todo y sobre todo, un derroche de imaginación y sorpresas narrativas, recomendable para todo el mundo, con una riqueza visual no muy habitual y que desde luego, hace pasar un rato muy entretenido.
Sobre la edición de
Norma, es un integral que contiene los 2 tomos aparecidos en Francia en formato de 23,5 x 31,5 por 25€. Me ha parecido una edición muy cuidada, con la portada troquelada que deja ver a Sherlock trabajando en su biblioteca mental. El papel me parece muy apropiado para la obra, sin brillo, y que semeja un tono como sepia, nada de blancos, y como avejentado, no sé si es esa la palabra precisa, pero le han puesto como manchas típicas del paso del tiempo, como para meternos en el ambiente victoriano que impregna la obra.