Qué oportuno que Amoprius haya retomado el hilo de The Spirit, porque esta semana, en la que hemos terminado el Club de lectura de Spiderman pero aún no hemos empezado el de Y, el último hombre, he aprovechado para leer el tomo de Eisner que me recomendasteis al comienzo de este hilo. Aquí os dejo mi reseña, a ver si sirve para animar a más gente a adentrarse en esta extraordinaria obra.
Lo mejor de The Spirit es una antología que reúne algunos de los mejores tebeos realizados por Will Eisner durante la década de 1940, aunque la mayoría de los relatos pertenecen al periodo final, comprendido entre 1946 y 1950 (etapa en la que, tras volver de la Segunda Guerra Mundial, Eisner alcanzó su madurez creativa). Es difícil acercarse sin expectativas a esta obra, pues su condición de clásico esencial viene avalada nada menos que por autores de la talla de Neil Gaiman (que, además, se encarga del prólogo), Alan Moore y Frank Miller.
¿Cuál es la premisa? Un policía llamado Denny Colt sufre un accidente tras el cual todos lo dan por muerto. Pero sobrevive al ataque y, enmascarado tras un antifaz, decide ejercer como justiciero, bajo el nombre de Spirit, en colaboración con el Departamento de Policía liderado por el Comisario Dolan (única persona que conoce su verdadera identidad). La mayoría de las veces Spirit es el protagonista de los relatos, aunque en ocasiones el honor corresponderá a personajes creados
ad hoc para contar sus propias historias y la presencia del justiciero será, aunque obligada, puramente anecdótica. Como buen cómic policíaco, abundan en sus páginas ladrones, criminales, personajes de los bajos fondos, algún ayudante del lado bueno de la ley y, por supuesto, numerosas
femmes fatales, siendo Satin la que aparecerá más frecuentemente en los relatos.
Sorprende que un cómic con 80 años a sus espaldas resulte tan fresco, tan dinámico y tan absorbente leído a día de hoy. El talento de Eisner para el arte secuencial se mantiene intacto, y sus relatos, que en ocasiones contienen un giro narrativo final que sorprende gratamente al lector desprevenido, se devoran con avidez. Con una extensión de siete páginas (en una breve época llegaron a ser ocho) el autor es capaz de desarrollar pequeñas perlas narrativas que contienen intriga, misterio, aventura, pasiones y, a menudo, notables dosis de humor. Inscritas en su mayoría en el género policíaco, siempre con un pie en el
noir, Eisner también se atrevió a tantear otros géneros más imprevisibles como la ciencia ficción (es el caso de «El visitante», de 1949, que nos habla de la misión de dos extraterrestres infiltrados en nuestra sociedad) o la fantasía (sirva como muestra «Lorelei Rox», de 1948, reescritura en clave
noir de los viejos cuentos de sirenas).
Analizado desde un prisma social, ciertos elementos de
The Spirit han quedado algo trasnochados, como la representación de los personajes negros con un físico y un habla absolutamente caricaturizados, o la presencia recurrente de determinados estereotipos femeninos algo discutibles, pero no dejan de ser lugares comunes del género o de la época, entendibles en su contexto y que, en todo caso, nunca impiden un disfrute pleno de la obra. Debido a las limitaciones de espacio, Eisner rara vez tiene tiempo para dotar de un trasfondo complejo a sus personajes (cuya evolución psicológica es, además, escasa), pero a pesar de ello el autor nos sorprende a veces revelando experiencias vitales pasadas que determinaron el carácter o la motivación de algunos personajes, como en el caso de «Sand Saref», que comentaremos más adelante. Hay que señalar, no obstante, que donde mejor se desenvuelve Eisner es en el retrato certero y punzante de perfiles sociales, especialmente de las personas que viven en los márgenes de la sociedad, como el hombre medio de vida gris y anodina («La historia de Gerhard Shnobble», 1948) o el trabajador alienado que malvive asfixiado entre cuatro paredes, el asfalto y la opresión urbana («El desfalcador», 1949).
La historia vista desde el punto de vista de Henry, protagonista de «El asesino» (1946) Hay guiones más inspirados y otros más rutinarios, pero lo que siempre brilla a gran altura es el extraordinario dibujo, de enorme expresividad y gran elocuencia narrativa. Eisner emprendió una búsqueda constante de distintas soluciones gráficas y narrativas que, de un modo u otro, ayudaran a ampliar los límites del lenguaje del cómic. Y lo podemos constatar a lo largo de su trayectoria en
The Spirit. Así, en «El asesino» (1946), varias viñetas están mostradas desde el punto de vista del personaje principal, lo que permitía al lector ver el mundo
literalmente a través de los ojos de un narrador en primera persona (algo fácil de conseguir en literatura, pero más difícil en el cómic); mientras que en «Dos vidas» (1948) se nos cuentan, en paralelo, dos historias al mismo tiempo, que confluyen en una sola narración en un momento determinado, a partir del cual el personaje de la primera trama se introduce en la segunda y viceversa.
Mención aparte merecen las páginas iniciales que Eisner utiliza como carta de presentación de sus relatos. En ellas logra introducir al lector en la historia con una sola imagen de gran poder expresivo, cuyo estilo de dibujo fija el tono y crea la atmósfera del relato en el que nos vamos a adentrar. A menudo, esta
splash page inicial integra en el dibujo global una nueva variación del logo con el título de la obra, creando auténticas filigranas visuales; otras veces, aparecen breves secuencias de viñetas que sirven como prólogo a lo que se nos va a contar en las páginas siguientes. Este espacio inicial de cada número fue quizás el terreno más fértil para la innovadora imaginación de Eisner, y la mina de imágenes brillantes que de ahí surgieron ejerció una influencia inconmensurable en el medio durante las décadas posteriores.
Icónica página inicial de El último tranvía, en la que unos papeles
mecidos por el viento adoptan la forma de las letras del título. A continuación, por no alargar más de la cuenta la reseña, haré un breve comentario de los relatos de la antología que más me han llamado la atención:
El sello de correos (1946)Esta historia gira en torno a una codiciada carta que supuestamente contiene los nombres de diez criminales de guerra. El problema es que aquellos que la consiguen solo encuentran en su interior un papel en blanco y, por más químicos que le aplican, no consiguen encontrar la valiosa información. En el transcurso de la intriga entrará en juego Satin, una de las mujeres fatales recurrentes en la vida de Spirit, que va un paso por delante de todos los demás.
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Magnífico ejemplo de cómo condensar una historia de misterio, con todos los ingredientes esenciales de cualquier policíaco, en apenas unas páginas de extensión.
La última mano (1948)Deliciosa combinación de intriga y humor negro en su máxima expresión. Eisner reflexiona con amarga ironía sobre el papel del destino en la vida de los hombres. ¿Es cierto que cuando «te toca la china» no hay nada que hacer? Eso piensa Rollo, un criminal que, buscando la próxima víctima a la que desvalijar, encuentra al perfecto objetivo en una anciana que solicita compañía a través de un anuncio de periódico. Cuando Spirit se entera de lo ocurrido, acude corriendo a la mansión de la anciana para evitar un asesinato…
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Satin (1949)Siete páginas le bastan a Eisner para desarrollar un drama gótico absorbente en el que nada es lo que parece. Nuestra
femme fatale hace acto de presencia para pedir ayuda a Spirit: necesita que la acompañe a las Barbados, concretamente a la Isla de Puerto Que, en la que vive actualmente, para demostrar la inocencia de su marido, recientemente acusado de asesinato. Spirit no puede negar el favor a una vieja amiga y emprende el viaje. Durante la investigación, descubrirá turbios asuntos en torno al caso… pero la historia nos sorprende con un final emotivo y sugerente, lejos de la obviedad, que apuesta por los matices. Eisner parece querer decir que no existen el bien y el mal en términos absolutos, que el ser humano es más bien una escala de grises, donde todos tenemos nuestras luces y nuestras sombras. Todo ello contado a través de un relato al gusto de las intrigas del Hollywood clásico, que nos recuerda a películas como
Atormentada (Hitchcock, 1949) o
La carta (Wyler, 1940).
Zorro acorralado (1949) Del mismo modo que en otros números Eisner exploró todo tipo de soluciones formales creativas, en este caso su apuesta fue más bien conceptual, pues logró que nos pusiéramos en la piel de un asesino en serie (antes de que el término fuese acuñado) y que entendiéramos la trama criminal desde su perturbada perspectiva. A través de sus diálogos con Spirit y de las entradas de su diario, conocemos el experimento que este sociópata está intentando llevar a cabo y que se ha llevado por delante la vida de diez personas. Un cómic de planteamiento especialmente crudo y adulto en el que Eisner demostró que este medio podía ponerse tan serio como cualquier obra literaria.
Sand Saref (1950) El relato que pone el broche final a la antología es uno de los más influyentes jamás creados por Eisner. Dividido en dos partes, cuenta la historia de una amiga de infancia de Denny Colt cuyo padre murió en trágicas circunstancias. A partir de ese momento, su vida discurrió entre la delincuencia y los bajos fondos, es decir, por la senda opuesta a la de nuestro protagonista. Siendo ya adulto, un reencuentro de Spirit con Sand reavivará los fantasmas de su memoria, y recordará el gran amor que sintió por ella a la vez que comprende que tendrá que detenerla para evitar que siga cometiendo delitos. ¿Os suena esta historia? Probablemente… porque es la que Frank Miller fusiló sin contemplaciones en Daredevil #168, su primer número como autor completo (guionista y dibujante), en el que presentó la historia de Elektra (a todos los efectos, un trasunto moderno del personaje de Sand Saref, con el que comparte no pocos rasgos biográficos). Aunque Miller dijo haber desarrollado el trasfondo de Elektra a partir de lo sugerido por su nombre (el personaje de la mitología griega estaba obsesionado con vengar la muerte de su padre), también admitió sin pudor la enorme influencia que la obra de Eisner había ejercido sobre él. Esta historia, marcada por el destino trágico y las malas decisiones de los personajes, alcanza su clímax
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El resultado fue un cómic que representa un momento de madurez expresiva absoluta en la trayectoria de Eisner.
Denny Colt y Sand Saref se reencuentran después de mucho tiempo,
cada uno desde un lado distinto de la ley.
¿Qué valoración global puede hacerse de una obra como
The Spirit? Los elogios se quedan cortos. Es una obra magistral, llena de hallazgos visuales y narrativos, de una inventiva sin límites, que abrió nuevos caminos y consolidó el lenguaje del noveno arte de una forma en que otros autores ni se atreverían a soñar. Todos los aficionados al cómic le debemos mucho a Eisner, y esta antología es el lugar ideal para iniciarse en su obra.
«Hay unos cuantos libros que todo buen coleccionista de cómics debería tener: Maus, por ejemplo, o Watchmen, o Jimmy Corrigan, o Bone.
Me gustaría sugerir que este libro, como ejemplo de lo que era capaz de hacer un joven Will Eisner, se añadiera a esa lista».
— Neil Gaiman.