He leído
MD Lobezno Nº 5: El mañana muere hoy.
Estamos ante el tercer Marvel Deluxe que recopila la etapa de Jason Aaron junto al mutante de garras de adamantium y, como los anteriores, me ha gustado mucho. Hay un aspecto especialmente interesante, ya que podemos apreciar como el guionista de Alabama combina muy bien historias autoconclusivas muy buenas y reflexivas, con sagas más largas y elaboradas. Dos formas muy distintas de narrativa cuyo resultado, en cualquier caso, es positivo. A pesar de estar viviendo una época en la que Lobezno pasa por muchos autores, creo que Aaron es uno de los que mejor lo trata, sino el mejor.
Comenzamos este volumen con una historia en la que profundizamos en la relación que mantienen Melita Garner y Logan, a la vez que se analiza la complicada vida amorosa de Lobezno en un interesante repaso a todas las mujeres que han sido importantes en su vida. Tanto el atípico dibujo del artista invitado C. P. Smith como la forma de plantear lo difícil que es para el personaje mantener a salvo a aquellas personas que se relacionan con él se fusionan en un relato íntimo donde queda reflejada la faceta más oculta y tierna de Lobezno. Quizá sorprende un poco la manera tan abierta de tratar el tema sexual y su constante práctica sin ningún tipo de ataduras, al menos en un tebeo Marvel, claro. Pero posiblemente el punto fuerte del relato sea el retrato de una relación que hunde sus raíces en la realidad, a pesar de que suceda en la ficción. Una vez más, Aaron demuestra que sabe desenvolverse muy bien en las distancias cortas.
A continuación, tenemos un compleja historia que recupera a Deathlok, aunque no al personaje que conocemos, sino al concepto propio de la ciencia ficción del que nació, junto a la posibilidad de explorar un nuevo futuro distópico para el Universo Marvel, en el que Roxxon ha creado todo un ejército de Deathloks para acabar con los superhéroes, de manera que no sean un obstáculo para sus planes. Esto provoca que la historia se desarrolle en dos momentos temporales diferentes, apoyando un elaborado argumento que juega con la corriente temporal de manera constante. La historia es muy dinámica, llegando a transmitir cierta tensión en momentos determinados. Ron Garney está en la línea de sus trabajos anteriores con el personaje y la coordinación con lo que sucedía en el Universo Marvel en aquel momento está muy conseguida. Estamos ante una saga llena de acción, paradojas temporales y ciencia ficción con un toque a caballo entre lo clásico y lo moderno, además de retorcer un concepto conocido hasta convertirlo en una amenaza tan creíble como importante. A mí me ha gustado mucho y sigue la senda marcada por Aaron con el personaje y su perfecta conexión con el universo de ficción en el que lo rodea, haciendo patente que hay una continuidad que respetar y un entorno que evoluciona de forma paralela. De ese modo, cabe destacar momentos como la juerga de pubs con Steve Rogers o la presencia de Bucky y los Nuevos vengadores con la adorable Cosa de ojos azules como uno de sus miembros, entre otros detalles. Tampoco me parece desdeñable la soltura con la que el autor se mueve por la línea temporal, consiguiendo que la complejidad del argumento tenga sentido; incluso deja para el final una pequeña sorpresa, que a mí me ha cogido un poco desprevenido.
Después llega la que yo denomino la miniserie de la controversia. Me refiero a aquella que realizó el guionista junto a Adam Kubert y que ya comenté
en su día. Con esta relectura me reafirmo en mi opinión. Aunque en un principio no veía con buenos ojos su inclusión, y sigue sin convencerme demasiado, entiendo que en esta recopilación del “Lobezno de Aaron” debería estar. Sin embargo, se podría haber buscado otra solución para que aquellos lectores que no sigan la grapa de Lobezno no la tuviesen que repetir y, en definitiva, volverla a pagar. Yo creo que el target de lectores de estos tomos de lujo es muy similar al de las Marvel Graphic Novels, por lo que es muy posible que muchos se hayan visto en esta situación. Además, cuando la colección Marvel Deluxe retoma la numeración del Lobezno de Millar y Romita Jr. deja de ser el hipotético “Lobezno de Aaron”. Bajo mi punto de vista, o se mantiene la numeración o se incluye la miniserie, pero ambas decisiones transmiten un cambio de planes a mitad de camino cuyo resultado me parece confuso. Aparte de que sigo sin estar de acuerdo en que se mantengan las numeraciones de las colecciones contra viento y marea, sobre todo en tomos recopilatorios. Creo que hay que ser un poco más flexible en según qué casos, no tiene porque ser o todo o nada. Hemos pasado del extremo de reenumerar cada poco tiempo por cualquier motivo concreto a querer mantener la numeración de una colección aunque no tenga el menor sentido, como ocurre en este caso.
Para terminar, tenemos otra historia autoconclusiva de carácter reflexivo, dibujada por Diavide Gianfelice, en la que Lobezno recibe una herencia de su amigo Rondador Nocturno, la cual es una lección sobre su cerrada mentalidad ante el misterio de la vida, la muerte y la inquebrantable fe cristiana. Aaron da una vez más en la tecla emocional del personaje, utilizando la intensa relación de ambos a lo largo de su estancia en la Patrulla-X. Aunque el relato está bastante bien y me gusta como profundiza en algunos aspectos existencialistas, debo reconocer que, teniendo en cuenta que la muerte en el Universo Marvel se ha vuelto una puerta giratoria demasiado frecuentada, todo esto pierde gran parte de su fuerza. Y más sabiendo cuál es el destino del pequeño elfo peludo. Pero, bueno, si conseguimos abstraernos de ese pequeño detalle, tenemos el perfecto colofón de un tomo que concluye igual que comenzó: con una mirada al interior de Lobezno. Así se cierra el círculo con un volumen que nos ofrece parte de una etapa que cuanto más avanza más disfruto de ella, situándose en una de las mejores oportunidades para reencontrarse con el Logan que muchos echan de menos.