He leído
Pink, de Kyoko Okazaki.
Una joven, que tiene como mascota a un cocodrilo, debe prostituirse porque con su trabajo de oficinista no puede permitirse el gasto que supone alimentar a este animal.
Así, con esta premisa entre lo absurdo y lo grotesco, Okazaki nos presenta la historia de Yumiko, una chica joven, con ganas de comerse el mundo y que antepone sus deseos a cualquier otra cosa. A través de sus vivencias nada aburridas Okazaki nos retrata ese Japón tabú, de lo sexual y lo oscuro, pero de una manera serena, real y hasta bonita.
Es una historia con múltiples lecturas y de reflexiones profundas escondidas en diálogos algo extraños, exagerados a veces.
Los personajes de la obra son fiel reflejo de una sociedad bastante tóxica. Yumiko tiene una hermanastra bastante parecida a ella, no parece tener en cuenta ninguna repercusión en sus actos, roza la sociopatía y a la vez resulta una niña de lo más normal, adorable incluso.
La madrastra, egoísta, narcisista... A su manera es bastante parecida a su hija y a su hijastra. Vive por y para ella, sin importarle nada más.
Y su pareja, un perdedor con apariencia de ganador, un escritor fracasado que tiene una aventura con una mujer casada.
Con ellos veremos cómo pueden retorcerse las relaciones hasta no tener claro qué son, cómo se afrontan las situaciones más embarazosas e inverosímiles y cómo siempre tendemos a apoyarnos en alguien, aunque sea la persona que menos te esperas.
Al margen de la genial representación de la sociedad japonsa, Okazaki crea aquí una crítica brutal hacia el capitalismo salvaje que esclaviza a gran parte de los trabajadores japoneses. Veremos cómo Yumiko acepta de manera totalmente cabal los más extraños trabajos porque solo así puede tener lo que quiere, porque lo necesita. ¿Y si se lo arrebatasen? Solo el dinero (otra vez el dinero) podría arreglarlo.
Me ha parecido una obra excelente a muchos niveles, de verdad creo que es de obligada lectura para cualquiera al que le interesen un poco estos temas.