He leído
Super Humor Pocket Mortadelo y Filemón Nº 3.
Retomo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
Con este tomo me lo he pasado particularmente bien, aunque adolece de algunos tics habituales de Ibáñez, la verdad es que ante todo es una lectura sumamente divertida con la que pasar un buen rato y echarte unas risas. A estas alturas, tampoco necesito mucho más, al menos con esta serie, claro. Cabe destacar el nivel de dibujo de Ibáñez, supongo que son relativamente recientes en el tiempo, aunque no viene especificado año ni nada, sobre todo en los fondos de las viñetas o en pequeños detalles que ya de por sí son parte del ingenioso humor del autor. A veces, ese “extra” es tan divertido o más que la propia escena en sí. Desde luego, es una de las características que más me ha gustado siempre de Ibáñez, y me ha dado la sensación que en las historia incluidas en esta entrega está bastante bien potenciado.
Comenzamos con
“El jurado popular”, una aventura particularmente divertida en la que Mortadelo y Filemón deberán intentar, a su manera, proteger al jurado de un juicio, mientras este se produce. Uno de los puntos fuertes de la mayoría de las historias de este volumen son las pequeñas presentaciones que realiza Ibáñez para que nos pongamos en situación antes de que empiece la propia aventura. Sin excepción, todas estas “entradillas” me han parecido geniales, sacando mucho partido a la hilaridad y la capacidad de hacer dobles lecturas humorísticas sobre cualquier aspecto de la historia o de la vida cotidiana. No obstante, debo decir que en un principio me esperaba algo más de crítica al sistema judicial, aunque deja alguna pincelada y tenemos el cameo de famosos como Jesús Gil, Mario Conde y alguno que no he terminado de distinguir. Por lo demás, toda la aventura se centra en mantener al jurado a salvo, libre de información externa, evitando el contacto con otras personas. Esto conllevará a situaciones muy divertidas como la búsqueda de un carnet de identidad en un zoológico, o unas gafas en una escuela muy particular. Destacar también la presencia en el jurado de una de las grandes creaciones de Ibáñez, Rompetechos, lo que permite dar aún más juego a las situaciones cómicas.
Después tenemos
“100 años de cómic”, que viene a ser una especie de homenaje paródico a la historieta al más puro estilo de Ibáñez. De nuevo tenemos una presentación de lo más simpática, que repasa buena parte del arte desde sus mismos inicios. En esta ocasión, los agentes de la TIA deberán arreglar uno de los desaguisados del Profesor Bacterio, cuyo experimento ha provocado que los poderes de ciertos personajes del cómic hayan “poseído” a los integrantes de la banda del “Orzuelo”. De ese modo, nuestros protagonistas deberán dar caza a las versiones de Ibáñez de Spiderman, Tarzán, el Príncipe Valiente, Merlín, el Hombre Enmascarado, Flash Gordon, Batman y Superman (creo que no me olvido de nadie). La repetición de esquemas en este tipo de aventuras de largo recorrido es algo muy habitual en el autor español, aunque debo decir que aquí está bastante mitigada y gracias al ingenio de las situaciones no es más que un gag recurrente que en la mayoría de las ocasiones es muy divertido. Ofelia vive una serie de peripecias, al igual que el Super o la propia pareja de protagonistas, que evidencian ese día a día tan alocado de la oficina de la agencia. También me ha llamado la atención la eficacia de los agentes, algo muy poco habitual en ellos, todo hay que decirlo.
“Expediente J” es otra aventura que me ha despistado bastante, a pesar del más que evidente guiño a cierta serie de televisión. No sé, pensaba que Ibáñez iba a realizar algún cameo de cierta pareja de agentes del FBI o algo similar. No obstante, no ha estado nada mal, incluso ha tenido un inicio clásico con las típicas entradas secretas. La misión consiste en localizar una serie de artefactos extraterrestres que lanza una diversidad de virus que incapacitan a los que entran en contacto con ellos. Hay diferentes variantes como quedar ciego, paralizado, reducido de tamaño y cosas así. Esto permite dar lugar a un montón situaciones divertidas, como el intento de rescate de la ministra de medio ambiente, cuya custodia tiene momentos verdaderamente divertidos. Aunque quizá la mejor parte es la que afecta a los trabajadores del edificio de la TIA, cuyos miembros se separan del cuerpo con cierta autonomía. El intento de conquista extraterrestre será erradicado de una forma tan poco ortodoxa como silvestre. Al más puro estilo Ibáñez, qué duda cabe.
Finalmente, tenemos
“El trastomóvil”, que en el fondo no deja de ser una crítica del autor a la dependencia y el control que ejerce sobre nuestra sociedad el teléfono móvil, lo cual no se hace patente hasta la fase final de la aventura, con cameo del autor incluido. De entrada tenemos una divertidísima presentación sobre la evolución de la comunicación en los seres humanos, que a mí particularmente me parece lo más original del autor antes de entrar en su esquema habitual, que bajo mi punto de vista está mucho más pulido y dinámico en todas estas historias. La misión de nuestros protagonistas consiste en “birlar” una serie de móviles que la agencia ha facilitado a importantes personalidades y que serán utilizados como herramienta de control mental por unos terroristas para que realicen importantes atentados. Dese el propio Director General de la TIA hasta un mariscal del ejército, así como a una folclórica o ciertas figuras importantes de la construcción, Mortadelo y Filemón deberán averiguar en qué lugar guardan sus móviles y retornarlos a la agencia para que sean desactivados. A veces no será posible antes de que reciban sus instrucciones, lo que nos llevará al particular lavado de cerebro que solo es capaz de ingeniar alguien como Mortadelo.
En definitiva, un conjunto de historias muy divertidas, con el particular sello de Ibáñez y algunas con temas de la más rabiosa actualidad. De momento, debo decir que no tengo muchas quejas sobre la selección elegida para esta colección.