Buenas
,
Essex
, veo que coincidimos en "Memento" e "Insomnia", sin embargo yo considero mejor la primera, con diferencia, y tú la segunda. Obviando su interesante díptico sobre el murciélago, dejo un par de apuntes sobre "The Prestige", para mí la siguiente película de Nolan en interés y calidad. Por cierto, cuando hablas de que los títulos de las películas nolanianas son para "empalmados" no me puedo creer que dejes fuera a "Insomnia". Repítelo en voz alta. Suena cool a más no poder. Podría ser el nombre de una discoteca, una nueva droga o una pandemia mortal. Mola. Vamos con "The Prestige":
Presentación. Actuación. Prestigio.
No puedo negar que "The Prestige" enlaza directamente con una de mis muchas debilidades cinematográficas, el fantástico de los 80'. Para mí, en cierta forma, la propuesta es quizá una continuadora temática más adulta de esas películas producidas o impulsadas por Spielberg o Lucas y sus seguidores. Por alguna razón, el argumento me encaja, salvando las distancias, con los de "Willow", "Labyrinth", "Tierra de lobos", "Las aventuras del joven Sherlock Holmes" y otros títulos. Quizás por eso, algunas de las licencias históricas de la cinta que tanto indignaron en su momento no sólo no me molestan si no que las considero aciertos y, desde luego, las tengo en cuenta para resolver el intrincado rompecabezas que Nolan propone.
Veamos, tenemos un enfrentamiento entre dos magos de carácter antagónico que viven en Londres durante los últimos años de la época victoriana. Inmediatamente vienen a mi mente Whitechapel, Jack the Ripper, el Hombre Elefante, Mina Harker o Sherlock Holmes. Es una época de grandes inventos. ¿Excitante, no creéis? Además, aparece David Bowie como actor. Vamos, que si me dicen que la película es de 1986 y que su director es Robert Zemeckis o Joe Dante, tendría muy claro que estamos hablando de una maravilla. Sin embargo es el aséptico Chris Nolan quien la dirige.
Si en "Memento" montó la película de forma desordenada para que el espectador pudiera experimentar de primera mano la confusión de su protagonista, en "The Prestige" Nolan parece planearlo todo como un gran truco de magia. Nolan nos regala los oídos como un mago. Nos invita a mirar hacia otro lado, nos quedamos embobados observando a Scarlett Johanson, disfrutamos felizmente de un sobrio Michael Caine... Mientras, Nolan nos engaña pero... ¿el truco existe? ¿qué estamos viendo? ¿forma todo parte de la habilidad del mago Nolan o por el contrario la historia no tiene lógica alguna?
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Quiero que estés atento" dice el personaje de Michael Caine. Se dirige al espectador.
Y realmente estamos atentos. Movemos los pies nerviosos como el chiquillo al que le descubren una moneda en la oreja. La presentación es intrigante. Nolan está hablando de magia y de la película. Todo funciona en este inicio lleno de interés. El cásting es realmente acertadísimo. Encabezado por el siempre solvente Christian Bale. Recién salido de la Mansión Wayne, encarna a un mago brillante y de personalidad enigmática. Por su parte, Hugh Jackman, de profesión Logan, ofrece la mejor interpretación de su vida como "El gran Danton", mago egocéntrico y ambicioso que no dudará en vender su alma al diablo para poder vencer a su rival. Cerrando el círculo, la voz de la experiencia, el carismático y magistral Michael Caine, el ingeniero. Como intereses femeninos, Scarlett Johansson y Piper Perabo cumplen sin estridencias, en especial la segunda. La guinda la pone la participación de David Bowie, encarnando a un interesantísimo personaje histórico que será crucial para este relato. Es una de esas citas históricas que hacen que uno salga del cine deseando llegar a casa y bucear en internet para conocer más acerca del personaje. Gran acierto de Nolan, que enriquece la película.
La factura visual de la película es buena. Se echan de menos más exteriores, panorámicas, travellings. Queremos perdernos en ese Londres infecto y tabernario pero Nolan nos coge de la mano firmemente. "
No es ahí adonde vamos" parece decirnos el impoluto director. En primer lugar suspiramos decepcionados. ¿Porqué no muestra sus trucos? Exigimos mucha más imaginación, pero Nolan no va a mancharse las manos. De todas formas, enseguida capta nuestra atención. La narración epistolar cruzada nos transporta a las nevadas cumbres de Colorado. Empieza el baile de diarios. ¿Es real lo que vemos? Nunca podemos saberlo. Debemos fiarnos únicamente de lo que ambos personajes han vivido juntos. Eso no lo han podido falsear. El resto... quien sabe. Es la actuación de Nolan. Y realmente la disfrutamos. Locomotoras de vapor, vestuario victoriano, coches tirados por caballos, nuevos e importantes descubrimientos científicos, excitantes espectáculos de magia, teatros abarrotados... Los personajes rememoran sus primeros días de amistad, como aprendices de mago, sus primeros amores... la tragedia golpea al personaje de Jackman y éste jura venganza contra el de Bale. Nolan no profundiza en demasía en los personajes, echo de menos un mayor retrato de los mismos. Sin embargo a Nolan no le interesa el aspecto humano de la historia. Se introducen nuevos personajes y Nolan es insólitamente honrado con el espectador. Precisamente en el punto donde se justificaría más una mayor picaresca, el director deja que uno de sus ases en la manga se pasee por delante de nuestras narices.
Cada mago, su esposa, su amante y su ayudante parecen tener su reflejo distorsionado en el otro ayudante, amante, esposa y mago. Todos viven situaciones similares. Muchos personajes terminarán de forma similar. Angier contra Borden. Tesla contra Edison. Se intuye una narración circular pero nada se concreta. Michael Caine parece ser el centro de todo el relato. Pero él no quiere revelar el truco. Es una creación demasiada preciada como para revelarlo públicamente, le dice al juez. No sabemos qué creer. Sólo disfrutamos de la actuación.
La narración se complica pero la película no parece avanzar. El interés nunca disminuye. Llega el momento de que Nolan remate la faena. Se reserva más de media hora para el que tiene que ser su grand finale. El prestigio. Y es en el tercer acto en donde el mago debe dejarnos ver sus cartas. Debemos repasar detenidamente todo lo que Nolan nos ha enseñado. Debemos reconocer el engaño y que a la vez todo tenga sentido. Pero esto nunca sucede. En lugar de perfilar el guión y decidirse por una opción concreta juega una opción siempre populista y que demanda de un talento que él no ha demostrado. Es incapaz de ofrecer una doble explicación a su argumento. Nolan fracasa en su doble salto mortal. Queda una explicación plausible pero se toma molestas licencias. Sencillamente, no todo cuadra. Las piezas no encajan. Es un puzzle que no tiene sentido. La película no ofrece ninguna respuesta plenamente satisfactoria.
Nolan ha hecho lo más difícil. Se ha subido a una caja de naranjas en plena calle y se ha puesto a vociferar. Hace juegos de cartas, dice. Los transeúntes le han despreciado. Parece un loco, comentan. Luego se han acercado algunos curiosos. El Gran Nolan explica maravillas. Ha hecho desaparecer un edificio. Ha montado un circo de pulgas. Pronto, ha reunido a una multitud a su alrededor. Todos esperan expectantes el truco final. Se palpa la impaciencia y la ilusión del público. Los ojos de los niños brillan a su alrededor. Nolan sonríe impaciente. Se regocija de su éxito. Juguetea nerviosamente con su sombrero de copa. De pronto, un temor le asalta. No puede conformarse con escuchar los aplausos desde el foso. Él desea más. Merece más. Estar en el escenario. Que los focos le iluminen sólo a él. Llevarse un ramo de flores, escuchar los elogios, recoger los parabienes del público, besar a todas las chicas. Así que en lugar de resolver el misterio planteado, les promete más. Mucho más. El mundo entero es suyo. Mira con desprecio a las nubes. Lentamente desvela su última carta. Nolan se carcajea, ebrio de poder. Cierra los ojos. De repente Nolan se percata de que ya nadie le escucha. Todos se miran extrañados entre sí. Luego le miran a él y lentamente se dan la vuelta.
No era un mago. Sólo un charlatán.
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saludos
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