He leído
Conan el Bárbaro Nº 4.
Retomo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
Seguimos avanzando en la etapa de Jason Aaron con el cimmerio, que para mi sorpresa no ha concluido su primera línea argumental. No sé por qué pensaba que iba a durar seis números americanos, pero no solo no es así, sino que todavía estamos lejos de llegar a su conclusión. Por una parte, el trabajo del guionista no me parece malo. Es una lectura entretenida, son historias autoconclusivas sobre momentos de su pasado, mientras que en la parte final tenemos una nueva escena que hace avanzar la que se supone que es la subtrama central con el tema de la Bruja Carmesí. Sinceramente, es esa parte la que menos me convence. No sé realmente a dónde nos quiere llevar Aaron, y se desarrolla de una forma excesivamente lenta para mi gusto. Tampoco me creo que vaya a ser capaz de culminar en aquello que anuncia el título, que no es otra cosa que la propia muerte del protagonista. En definitiva, no está mal, pero con ciertos matices. Mi sentido arácnido me hace desconfiar bastante, la verdad. Al final sé que voy a picar, por diferentes motivos, pero no acabo de estar del todo satisfecho, por lo menos hasta que no quede del todo claro que pretende hacer Aaron, que de momento me tiene un poco desorientado.
Con respecto a las dos historias en sí mismas, lo que empieza a quedar claro es que Aaron no tiene pensado ser respetuoso con el trabajo de Roy Thomas, algo que en cierta forma era lo esperable. Por ejemplo, en la primera historia nos encontramos con los años en los que el cimmerio sirvió a Yezdigerd, incluyendo el primer encuentro entre ambos, el cual dista mucho de lo que narraron Thomas y Buscema, añadiendo ligeros cambios. Quizá no sea del todo importante, solo algunos pequeños detalles, y la esencia de todo que es ver como Conan pasa de mercenario a general de las tropas de Turan gracias a su estrategia militar y a su fortaleza en la batalla. No obstante, se olvida que Yezdigerd era príncipe cuando lo conoció, por ejemplo y que sirvió a su padre también, el rey Yildiz. Tampoco espero que sea totalmente riguroso, aunque sería un detalle, porque parece que lo que más importa aquí es poner de manifiesto que la Bruja Carmesí y sus acólitos estaban ahí en todo momento, esperando que la sangre de Conan sirviese para el sacrificio, atento a todas sus peripecias. No sé, seguramente lo mejor sea obviar este tipo de cosas, porque tampoco parece que a nadie le importen.
En el segundo relato, nos situamos en el periodo posterior a la muerte de Bêlit, con un Conan obsesionado por la venganza, que trama un complejo plan para matar a un banquero argoseo, responsable de la muerte de Atrahasis, el padre de la pirata. Curiosamente, Aaron se basa en lo que veíamos en la miniserie publicada recientemente, con la muerte del pirata en un banco de arena, mientras que durante la etapa de Thomas y Buscema, se estableció que murió en una prisión. Una vez más, se sacrifica la continuidad, o lo que sabemos del pasado del personaje por contar aquello que los guionistas quieren contar, que en este caso es un Conan que desecha las relaciones con mujeres por miedo a enamorarse y otra vez, y tener que revivir el dolor de una pérdida de un ser querido. No voy a decir tampoco que este no es realmente el Conan que todos conocemos, porque es verdad que tras la muerte de Bêlit se han esforzado en contarnos más de una vez que fue uno delos momentos en lo que peor lo pasó a lo largo de su vida, pero creo que aquí se exagera todo un poco. No obstante, y como decía al principio, una historia entretenida, bien contada, maquillada para que lo que pretende Aaron encaje y al final a quien recuerda es a su otro verdadero amor, Zenobia, que realmente no aparece por ningún lado en esta historia. Desde luego, un recurso curioso el que se emplea aquí.
En el apartado gráfico continuamos con la presencia de Mahmud Asrar, que no sé si es porque me empiezo a acostumbrar a su trazo, o simplemente porque ha mejorado bastante desde el inicio de esta colección. Sea como sea, tengo que admitir que me está empezando a gustar su versión de la Era Hyboria y de Conan. Por su parte, los relatos de texto siguen siendo un quiero y no puedo. La cadencia tampoco les ayuda, la verdad, pero es que además, el escritor debería haber buscado otra fórmula para este tipo de publicación episódica. A mí me cuesta meterme en la historia, me siento desubicado casi siempre y cuando cojo un poco de ritmo se acaba. Yo creo que deberían haber optado por otro tipo de historias, o publicarlo todo junto. Es curioso, porque lo que debería ser un complemento de calidad y algo interesante que diferenciara la resto de publicaciones de Marvel, se está convirtiendo más en un incordio que en otra cosa.